22 de febrero 2019 - 12:21

La Antártida Argentina cumple 115 años: preocupación por el cambio climático

El jefe Científico de la Base Marambio, Sergio Santillana, explicó las investigaciones en marcha. Alerta por la constante fractura de los glaciares.

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Agencia Noticias Argentinas

El registro histórico del cambio climático en el planeta, el descubrimiento de bacterias que abren la puerta a nuevos medicamentos o los microorganismos que sustentan la riqueza ictícola del Atlántico Sur, son parte de las investigaciones que científicos argentinos desarrollan en algunas de las 13 bases que el país sostiene en la Antártida hace 115 años.

Argentina mantiene presencia de manera ininterrumpida al sur del paralelo 60, frontera antártica, desde el 22 de febrero de 1904 cuando tomó posesión del entonces destacamento naval de Orcadas e instaló allí una estación meteorológica.

Protegido por el Tratado Antártico de 1959, ningún país puede explotar sus recursos naturales u ocupar el continente polar con fuerzas armadas, hasta que se resuelva en ese foro internacional la cuestión de los derechos soberanos de naciones como la Argentina y los reclamos de otros estados sobre parte de su territorio.

Argentina cuenta con seis bases que tienen actividad permanente en el Sector Antártico Argentino: Orcadas, Marambio, Carlini, Esperanza, San Martín y Belgrano II; y además hay otras siete bases de actividad temporaria que se denominan Brown, Matienzo, Primavera, Cámara, Melchior, Petrel y Decepción.

Efectivos militares, técnicos civiles, buques, aviones y helicópteros constituyen la cadena logística que sostiene las 13 bases y permiten que cerca de 300 personas puedan desarrollar sus tareas científicas y operativas a lo largo del invierno antártico.

Preocupación e investigación

El coordinador científico del Instituto Antártico Argentino (IAA) y Jefe Científico de la Base Marambio, Sergio Santillana, contó que "el instituto viene realizando desde hace varias décadas estudios sobre el cambio climático enfocado desde distintas áreas de la ciencia".

"Dentro de las Ciencias de la Vida se estudian los efectos que producen estos cambios en la biota, desde la Ciencia de la Atmósfera las causas e incidencia del debilitamiento de la capa de ozono y desde la Ciencia de la Tierra estudios del cambio climático en el pasado y en el presente", indicó.

El experto detalló al respecto que "en el pasado, estudiando la evolución de los ambientes y la flora y fauna asociada y en el presente observando y analizando la respuesta dinámica de los glaciares de la Península Antártica como así también de las barreras de hielo asociadas".

Santillana destacó que "investigadores del IAA participan desde 1978 en la Barrera de Hielo Larsen y muy activamente en los estudios desde 1994/95 cuando se fracturó Larsen A, como así también en 2002 cuando se perdieron 3200 kilómetros cuadrados de hielo de Larsen B y en 2017 cuando se monitoreó el momento previo al gran desprendimiento de hielo en Larsen C".

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"Estos desprendimientos producen un drástico cambio en la línea de costa pero su desintegración y posterior fusión de los témpanos formados, no implican un aumento del nivel del mar dado que ese hielo se encontraba flotando sobre el mar y en equilibrio hidrostático", agregó.

"Lo que si preocupa es la respuesta que tendrán los glaciares que alimentan estas barreras y que se encuentran sobre el continente. Si estos pierden masa de hielo van a contribuir a un aumento global del nivel del mar y producirán un gran impacto en el ecosistema de la región al inyectar agua dulce al mar", advirtió el científico.

Santillana sostuvo que los témpanos y grietas en las barreras de hielo o glaciares "se generan en todo momento y son un proceso natural" pero "lo impactante es cuando el tamaño del desprendimiento es muy grande".

"Para poder tener una tendencia de lo que pudiera ocurrir es necesario contar con muchos años de observaciones, ya que es la primera vez que ocurre estando el hombre de testigo y no hay datos muy antiguos", finalizó.

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