17 de junio 2025 - 09:15

Invertir para crecer

La capacidad de crecimiento a mediano y largo plazo depende de la inversión. Y la inversión se puede estimular con regímenes de promoción. Pero -en lo fundamental- depende del clima de negocios, y de las oportunidades e incentivos para generar valor.

La inversión se puede estimular con regímenes de promoción.

La inversión se puede estimular con regímenes de promoción.

Foto: Freepik

El Banco Central del Uruguay (BCU) divulgó estos días las Cuentas Nacionales actualizadas al primer trimestre del año. El PIB creció 0,5% desestacionalizado respecto al trimestre previo y 3,4% interanual, un desempeño algo mejor al proyectado a partir del Indicador Mensual que dibuja el propio BCU. Se espera que el crecimiento prosiga en este segundo trimestre que está culminando, pero hay incertidumbre respecto a lo que puede ocurrir en el segundo semestre.

Tanto en el escenario local como en el exterior, hay asuntos que motivan dudas sobre la evolución de la actividad. Respecto al escenario externo, es claro que se van acumulando conflictos y no llegan las soluciones. La guerra en Ucrania sigue, la guerra comercial que desató Donald Trump sigue -entre treguas y nuevas amenazas- y en Medio Oriente Israel (que ya se ha enfrentado a Hamás y Hezbollah) ahora abrió una guerra directa con Irán. La reacción inmediata en los mercados era esperable: un salto en el precio del petróleo, algo que, a un país como Uruguay, neto importador, complica.

Pero también hay incertidumbres locales: en la medida que el Frente Amplio (FA), el partido de gobierno, no tiene mayoría en la Cámara de Diputados, ya está enfrentando dificultades con la aprobación de asuntos relevantes en la agenda económica, como el salvataje de la Caja Profesional y el aumento en el tope del endeudamiento. Y aún no se ingresó en la discusión presupuestal.

¿Y la inversión?

Todo esto es el movido contexto para la toma de decisiones empresariales, tanto las más inmediatas (gastos, mercados, marketing, ventas) como las de fondo, las que tienen que ver con la inversión. Según los datos de las Cuentas Nacionales, la inversión mejoró en el primer trimestre, con un avance interanual de 4,2%. El dato es alentador, y se explica por mayor incorporación de maquinaria y equipos (mayoritariamente importados), que compensó una menor actividad en la construcción de infraestructuras, en especial en líneas de energía y carreteras; la inversión en viviendas sigue dinámica.

Sin embargo, cuando se observa la evolución de la inversión en relación al PIB, hay una nueva caída: bajó a 17% en 2024 y ahora cayó a 16%, en el año móvil a marzo (gráfica); esto enciende una luz amarilla para el crecimiento futuro. Uruguay necesita que la inversión se acerque nuevamente a una relación de, al menos, 20% entre inversión y PIB.

Inversión

Una base mínima de esa inversión (10-12%) es necesaria para reponer el capital existente; para crecer, es preciso sumar más, por encima de ese nivel.

La inversión, claro está, no se remite solamente a capital físico: las capacidades de la gente (formación, educación, equipos técnicos) son claves también para un mejor desempeño de la economía, en especial en áreas como las tecnologías de la información (TI), comunicación y servicios de diverso perfil (desde culturales hasta médicos); es lo que se conoce como capital humano.

En este punto Uruguay también tiene fortalezas y debilidades: la expansión de las TI ha generado una interesante masa crítica para proyectar un escenario positivo y de crecimiento en esta área a mediano plazo; de manera similar se ha avanzado en el área de la biotecnología (desde el agro a la medicina). Pero el sistema educativo uruguayo sigue con serias dificultades para incluir más jóvenes y, a su vez, capacitar en las áreas más dinámicas y demandadas.

En los próximos días el gobierno anunciará nuevas medidas para mejorar el sistema de estímulos a la inversión, en especial en el ámbito de la Ley de Inversiones y su Comisión de Aplicación (Comap). Los estímulos ya son importantes, aunque siempre pueden mejorarse y re enfocarse.

En los últimos años algunos proyectos de gran escala han sido claves para mover la aguja de la economía y la inversión; el caso más conocido son las plantas de celulosa, pero hubo otros varios. De todas formas, la inversión como variable macro es resultado de la acumulación de las pequeñas decisiones de sumar capacidades de las miles de empresas, pequeñas y medianas, comprando maquinaria, abriendo locales, construyendo nuevas instalaciones, o invirtiendo en nuevos servicios con gente capacitada, desde la gastronomía a las finanzas.

Por esto, a largo plazo, es importante que se avance en un clima de negocios más robusto, que abra posibilidades de crecimiento de nuevos sectores y de mayor productividad en los que ya están andando. Allí, la resistencia al cambio en ciertos ámbitos -en especial en el Estado, pero no solamente- puede impedir los avances. El planteo de revertir una mayor apertura en el sector universitario, los problemas para reformar la gestión de las horas docentes en ANEP o el fortalecimiento de la posición monopólica de Ancap, son algunos ejemplos. A su vez, no hay avances destacados en la agenda comercial y hay problemas de costos, que pueden dificultar la aspiración a mayor inversión y mayor crecimiento.

Por si fuera poco, la tasa de interés real internacional, después de varios años en mínimos cercanos a 0%, está ahora muy por arriba, con el bono de Estados Unidos pagando 4,4%. La Reserva Federal (Fed) ha mantenido la tasa para llevar la inflación a su objetivo de 2% anual. Y la incertidumbre fiscal en dicho país también abona un panorama con mayor tasa, por las necesidades de endeudamiento de la principal potencia mundial. De manera que el costo de oportunidad del capital subió, lo que baja la propensión a invertir. Muchos obstáculos a superar.

Dejá tu comentario

Te puede interesar