El dólar ha tenido un retroceso ostensible en el mercado cambiario uruguayo y se agudiza el denominado atraso cambiario. Éste se configura cuando las relaciones de precios con el exterior no son sostenibles para la economía. Se expresa en el tipo de cambio entre las dos monedas de referencia para la economía uruguaya: la propia (el peso) y el dólar, principal moneda internacional.
Salario en dólares en máximo histórico, ¿es sostenible?
Subió 17% en el último año y está 9% arriba del máximo anterior. Se aprecia el peso uruguayo y preocupa la pérdida de competitividad.
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Pero el asunto es más profundo: hay retraso cambiario cuando los costos locales, medidos, en términos internacionales, son más elevados de lo que deberían para tener un país que mantenga el empleo y un nivel de actividad razonable, con una economía abierta y que pretende insertarse de manera cada vez más competitiva a nivel global.
El peso de los referidos costos depende de la relación entre los precios de los bienes transables -prácticamente todos los bienes materiales de una economía- y los no transables, es decir, los servicios locales que no se transan con el exterior. Si estos costos son demasiado elevados y/o con una productividad que no es suficiente para cubrir las importaciones y generar las exportaciones que la economía necesita, la actividad se resentirá, bajará el empleo y tendremos confirmado el retraso.
Los desvíos cambiarios son difíciles de dimensionar, porque la economía es un conjunto complejo de sectores y situaciones, y no les va igual a todos: hay distintos precios internacionales, diferente productividad y diferentes costos. El Banco Central, en un valioso trabajo técnico, estima hoy ese retraso cambiario en un 15%. Para el director de Ceres, economista Ignacio Munyo, es bastante mayor: 25%.
La incidencia de la política monetaria contractiva del BCU
La discusión está abierta. Parece obvio que la política monetaria contractiva del Banco Central está incidiendo, aunque otros países (claramente Brasil) están en un proceso similar. La tasa de interés alta en pesos tiende a deprimir el dólar. Por otra parte, un clásico síntoma de atraso cambiario es un déficit importante de cuenta corriente y está sucediendo: en 2022 fue U$S 2.268 millones, casi 50% superior al de 2021. Este déficit no es por la balanza comercial de bienes y servicios, que es superavitaria en casi U$S 3.900 millones, sino por el giro de utilidades y otros conceptos al exterior (casi U$S 6.300 millones).
Otra manera de aproximarse al problema cambiario es ver la evolución del costo laboral en dólares en la economía, pues los servicios y costos no transables, en el fondo, refieren al salario (el costo no transable por definición). En este sentido, el salario en dólares promedio en Uruguay está en un máximo histórico: subió 17% en el último año y está 9% arriba del máximo anterior, en 2018, precisamente cuando la economía transcurría una etapa de caída del empleo y mínimo crecimiento.
Hay más factores a tener en cuenta
Ahora bien: ¿es efectivamente no transable el trabajo, el salario? Con la expansión de las tecnologías de la información, las fronteras del empleo se van permeando. Son cada vez más los uruguayos que trabajan para el exterior: los servicios globales no tradicionales sumaron más de U$S 3.000 millones en exportaciones el año pasado, un ingreso sin antecedentes y creciente. En el otro extremo, el cepo cambiario argentino y el consecuente dólar paralelo a casi 500 pesos argentinos hace de nuestros vecinos un destino extremadamente barato para los uruguayos, no solo para el turismo (la salida de orientales hacia el oeste en vacaciones de invierno va a ser histórica) sino en servicios médicos, estética, profesionales, etc.. La situación es particularmente grave para el litoral, donde estos servicios están colapsando.
El retraso cambiario achica el empleo y aumenta el consumo sin fundamento de ingresos, por lo que es muy dañino para la economía y no puede sostenerse en gran dimensión por mucho tiempo; la conducción económica ha priorizado el combate a la inflación y ésta, seguramente, es parte de la explicación de la situación cambiaria. El dato de inflación de junio será clave: si sigue bajando (es lo más probable) el BCU debería bajar la tasa de interés para comenzar a alinear el tipo de cambio. A su vez, los ajustes salariales deberían alinearse a una inflación en baja. De lo contario, por dólar bajo o ajuste nominal alto, se corre el riesgo de seguir perdiendo competitividad.
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