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Es la cultura, estúpido
Durante mucho tiempo, los economistas fueron renuentes a incorporar los valores culturales a sus teorías sobre el crecimiento económico. En parte esto se explica por un problema metodológico: ¿cómo medirlos en un momento dado y a través del tiempo? Pero en los últimos años, las encuestas han permitido cuantificar ciertos valores culturales predominantes en distintos países y los economistas los han incorporado a su análisis. Aquellos valores y principios que facilitan la cooperación y la coordinación en pos del bien común constituyen el capital cívico de una sociedad, que es tan importante para el crecimiento económico como pueden serlo un tractor, un campo o una fábrica.
Nos interesa especialmente saber cuáles son los valores y las normas culturales predominantes en la Argentina y cómo afectan sus posibilidades de desarrollo. Para ello contamos con los resultados de dos encuestas que se realizan periódicamente desde hace más de una década en distintos países de América Latina y del mundo: Latinobarómetro y World Values Survey (WVS).
En las encuestas del WVS de la "oleada" 2010-2014, los participantes deben expresar su acuerdo o su desacuerdo con una proposición asignándole un número en una escala de uno a diez. Por ejemplo, una de ellas es: "Sólo es posible enriquecerse a costa de los demás". Quien está totalmente de acuerdo con esta proposición le asigna el menor puntaje (1) y viceversa. Es decir, que el promedio será más cercano a uno cuanto más arraigada esa noción en la sociedad. El gráfico muestra para la Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, España y Estados Unidos qué proporción de la población total y de los graduados universitarios tiene una opinión más fuerte sobre el tema (es decir, aquellos que responden de 1 a 4). Los tres primeros países son vecinos y, por lo tanto, comparten ciertas influencias culturales comunes con la Argentina, mientras que los dos últimos son elegidos como destino por la mayoría de los argentinos que deciden emigrar:
La divergencia entre la Argentina y los otros países es notable. Básicamente, un 25% de los argentinos cree que crear riqueza consiste en apropiarse de lo ajeno. Además, esta noción está aún más arraigada en los segmentos más educados de la sociedad (casi un 30%). De hecho, la Argentina y Uruguay son los dos únicos países entre los seis seleccionados en los que se produce este fenómeno (aunque entre nosotros es más pronunciado). No sorprende entonces que un alto porcentaje de los encuestados tampoco crea en las bondades de la competencia. Según el WVS, en la Argentina aproximadamente un 30% cree que la competencia es dañina y saca lo peor del ser humano. De los seis países analizados, sólo Uruguay tiene un porcentaje mayor. En Estados Unidos el porcentaje es de sólo el 15%.
Otra pregunta de la encuesta del WVS muestra hasta qué punto los argentinos creen que el éxito depende del trabajo duro y el esfuerzo. En este caso, el orden de la respuesta es inverso al de la anterior. Es decir, quienes creen firmemente que el trabajo duro es necesario para el éxito le asignan un valor igual a uno. O sea, cuanto más bajo el promedio, más establecida está esa noción en la sociedad. Uruguay es el país con la mayor proporción de encuestados que no cree que el esfuerzo individual vale la pena. Pero el promedio de la Argentina es superior al de España, México y Estados Unidos. Además, nuevamente parecería que en nuestro país la educación universitaria sirve para promover la idea de que la sociedad es un "juego de suma cero", que la competencia es dañina y que el trabajo duro no paga.
Por otro lado, las encuestas de Latinobarómetro indican que la creencia de que la empresa, los mercados, la iniciativa y la inversión privadas no son indispensables para el crecimiento del país o la creación de oportunidades está relativamente más arraigada en la Argentina que en otros países de América Latina.
Aunque en la Argentina una mayoría cree que la empresa privada es indispensable para el desarrollo, entre las grandes economías de la región, es el país que en las encuestas muestra un mayor sesgo estatista, antiempresa privada y antimercados libres (o un mayor apego a ideas socialistas). Y (ver cuadro) es también el que ha tenido el peor desempeño económico. El lector podrá sacar sus propias conclusiones.
(*) Profesor adjunto de Finanzas en la UCEMA y el Stern School of Business de la Universidad de Nueva York y miembro del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso.
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