22 de agosto 2012 - 00:00

La autenticidad de un Van Gogh depende de un pelo

Expertos harán muestras de ADN de un cabello pegado en la naturaleza muerta descubierta en 1977, que enfrenta a su propietario y al Museo Van Gogh de Amsterdam, donde no creen que sea auténtico.
Expertos harán muestras de ADN de un cabello pegado en la naturaleza muerta descubierta en 1977, que enfrenta a su propietario y al Museo Van Gogh de Amsterdam, donde no creen que sea auténtico.
Londres - La última palabra sobre la autenticidad de un cuadro atribuido a Vincent Van Gogh la tendrá el análisis de un pelo, que podría hacer también -o no- la fortuna del dueño de la pintura en cuestión.

La «Naturaleza muerta con peonías» causa polémicas: por un lado su propietario, un galerista de Colonia (Alemania) hace valer dos certificados de autenticidad avalados por sendos expertos. Pero por otro lado el Museo Van Gogh de Amsterdam asegura que es una hábil falsificación. Si así fuera Markus Roubrocks, el coleccionista que tiene el cuadro, no podría aspirar a ninguna subasta millonaria. Según el museo, las pinceladas son inconsistentes con el estilo de Van Gogh, y por lo tanto la pintura no podría haber salido de sus manos.

Ahora, la solución al conflicto que apasiona al mundo del arte desde 1977 -año en que la tela fue hallada en un granero belga- puede estar en un pelo descubierto bajo varias capas de pintura. Los científicos tomarán muestras de ADN a partir del cabello de color rojizo -cabe recordar que Van Gogh era pelirrojo- identificado en la obra. El pelo tiene unos 7,5 centímetros de largo, y su ADN será comparado con la huella genética de los miembros vivientes de la familia del artista.

En caso de confirmarse el vínculo, el valor de la obra podría subir astronómicamente para alcanzar más de 49 millones de euros (61 millones de dólares), indicó el «Daily Telegraph».

Roubrocks heredó de su padre la pintura, que muestra un jarrón lleno de peonías apoyado sobre un piso de madera. Según el coleccionista, el Van Gogh es original y data de la primavera boreal de 1889, un año antes del suicidio del artista.

Por su parte Ester Monnik, la experta en conservación que extrajo el cabello de la pintura, tiene algunas dudas sobre su pertenencia al artista holandés pero tampoco se atreve a dar una respuesta definitiva hasta las pruebas de ADN.

Agencia ANSA

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