16 de mayo 2014 - 13:36

Saqueos y protestas contra el Mundial atormentan a Dilma

• Los hechos más graves se produjeron en Recife. Se realizaban anoche marchas en las principales ciudades de Brasil

Saqueos en Recife, donde se disputarán partidos del Mundial, y barricadas frente al estadio de San Pablo que albergará la inauguración.  Postales que entregó ayer el Brasil crispado que espera la Copa.
Saqueos en Recife, donde se disputarán partidos del Mundial, y barricadas frente al estadio de San Pablo que albergará la inauguración. Postales que entregó ayer el Brasil crispado que espera la Copa.
Recife, San Pablo y Brasilia - Una serie de protestas contra el próximo Mundial de fútbol realizadas ayer en quince de las ciudades más importantes de Brasil derivó en bloqueos de avenidas y amenazas de violencia, llevando inquietud al Gobierno de Dilma Rousseff, que teme que posibles desbordes conviertan al evento, ya no en la plataforma de lanzamiento imaginada, sino en una pesadilla política a pocos meses de que busque la reelección en octubre. Anoche, al cierre de esta edición, se realizaban nuevas protestas en San Pablo, Río de Janeiro, Porto Alegre y otras grandes ciudades, en medio de una fuerte tensión.

A sólo 28 días del inicio del Mundial en Brasil, los hechos más graves se produjeron en Recife, que sufrió una ola de saqueos durante la madrugada de ayer, en medio de una huelga de policías que demandan mejores salarios y que se mantiene pese a haber sido declarada ilegal por las autoridades.

Los desórdenes en esa localidad del nordeste comenzaron al caer la noche del miércoles y se prolongaron durante la madrugada, con ataques de grandes grupos de personas a comercios y camiones que transportaban alimentos.

Recife, capital del estado de Pernambuco, es una de las doce sedes del Mundial de Fútbol que comenzará en junio próximo y que, en su primera fase, tiene programados en esa ciudad los partidos Costa de Marfil-Japón, Italia-Costa Rica y Estados Unidos-Alemania.

Ante la magnitud de los desórdenes, Rousseff envió ayer efectivos de la Fuerza Nacional de Seguridad a pedido del gobernador de Pernambuco, Joao Lira Neto.

El paro, iniciado el martes, fue declarado hoy ilegal por la Justicia del estado, que ordenó el inmediato regreso al trabajo de los policías y bomberos, que reclaman un aumento de entre un 30% y un 50% de sus salarios. El gobernador de Pernambuco, mientras, ofrece una suba del 14%, lejos de las aspiraciones de los uniformados.

La grave situación coincidió con una jornada de protesta convocada para ayer por movimientos sociales que denuncian el alto gasto público en el Mundial y exigen mayores inversiones en educación, salud, transporte y otras áreas sociales.

Esas manifestaciones son el comienzo de un calendario de protestas que los movimientos sociales pretenden mantener durante el propio Mundial, que comenzará el próximo 12 de junio y concluirá el 13 de julio. Son, asimismo, una extensión de las masivas manifestaciones que, en junio del año pasado, tomaron las calles de todo el país en medio de la Copa Confederaciones, evento de la FIFA previo al Mundial de Fútbol.

En San Pablo, miles de sindicalistas e integrantes de movimientos sociales tomaron ayer las calles, al menos nueve puntos clave, donde el tránsito fue bloqueado con barricadas y actos de protesta.

Uno de los lugares ocupados por manifestantes fue el acceso al estadio sede del partido de apertura del Mundial, el Arena Corinthians, donde militantes del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo (MTST) levantaron barricadas, quemaron neumáticos y realizaron un acto en el que criticaron los gastos millonarios que el país realiza para organizar la cita deportiva. Sólo ese estadio costó 450 millones de dólares.

Parte de los sintecho que participaron del evento pertenecen al grupo de más de 4.000 personas que desde hace dos semanas ocupan un terreno baldío localizado a unos cuatro kilómetros del estadio, en una ocupación llamada "Copa del Pueblo".

Para impedir posibles actos de vandalismo, aficionados del Corinthians que integran las barras bravas acudieron también al lugar para proteger su estadio.

Rousseff, que teme que una nueva ola de protestas durante el Mundial afecte más su intención de voto y permita que sigan creciendo los candidatos de la oposición, parece resignarse a que la Copa no se desarrolle en calma.

"No negamos los conflictos, tenemos que aprender a convivir con ellos" y "no hay ninguna vergüenza en eso, pues vergonzoso sería no reconocerlos y no buscar soluciones", declaró la presidenta durante un acto en el que sindicatos y empresas firmaron un pacto en favor del "trabajo decente" en el Mundial.

En tanto, el ministro de Deporte, Aldo Rebelo, afirmó que "no hay que tener ningún tipo de pánico" por las protestas contra el Mundial.

Agencias AFP, EFE, Reuters, DPA y ANSA,

y Ámbito Financiero

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