La primera mitad de esta película tan manipuladora como ultraviolenta puede funcionar como divertidísimo placer culposo, ya que las incongruencias del guión sumadas al ritmo vertiginoso y las salvajes escenas de acción y violencia se combinan en un cóctel difícil de resistir.
Lamentablemente, a medida que avanza la proyección, el placer va desapareciendo y sólo queda lo culposo del asunto.
El argumento muestra a Owen Wilson como un ingeniero que una vez casi inventa una válvula, viajando con su mujer y sus dos nenas a iniciar una nueva vida en un país del sudeste asiático no especificiado, aunque podria ser Camboya. El tipo no leyó lo más minimo sobre el país en cuestión, aunque la esposa vio en un libro de turismo que al lugar lo definen como "el cuarto mundo". Ya llegando al aeropuerto donde el director se cuida de no mostrar cuando pasan por migraciones, lo que los haría dar la vuelta inmediatamete y tomar el proximo avión a Texas- nadie los está esperando, por lo que aceptan la ayuda de un personaje de averia interpretado por Pierce Brosnan, que los acomoda en el taxi de Kenny Rogers, una especie de trencito de la alegría con música country que lejos es lo mejor del film.
En el hotel no hay agua potable, no anda internet, ni la TV y ni siquiera el teléfono, así que el padre de familia decide ir a dar una caminata para comprar "USA Today". Pero de pronto se encuentra en medio de una revolución en la que piqueteros armados matan a sangre fría a cualquier extranjero, especialmente estadounidenses.
Entre las escenas increíbles está la del intento de la familia de huir del hotel donde los revolucionarios pululan como zombies matando a todo el que encuentran (en realidad el estilo de toda esta parte del film se parece bastante a "The Walking Dead"), que culmina cuando deciden arrojarse junto con sus nenas de la terraza del edificio a otra que está un poco más abajo, a unos 10 metros. Pierce Brosnan, que tiene escenas pasables, aparece para ayudar, pero también para explicar que él es uno de los que ayudó a originar ese caos así las grandes potencias pueden dominar a los países en desarrollo.
La dirección y las actuaciones no están mal, el problema es el guión entre subnormal y astutamente maniqueo, y el desliz ideológico de un film con un nivel de violencia que hace que clásicos del género "norteamericanos en el tercer mundo" como "Bajo fuego" o "Salvador" parezcan aptas para todo público.
D.C. |
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