Cameron fue derrotado en la cumbre europea del viernes al intentar sin éxito que no fuese elegido Juncker como presidente de la CE por considerarlo un político de la "vieja guardia", que se opone a las reformas que él apoya para la alianza. Ante el revés, el premier renovó su promesa de celebrar en 2017 un referendo sobre la permanencia o salida del Reino Unido de la UE, siempre que su partido gane las elecciones generales de 2015. Este paso fue confirmado ayer por el canciller William Hague, quien alimentó la revuelta a rechazar dar "más poder a la Unión Europea".
Sin embargo, las intenciones de ruptura fueron contrariadas por la Confederación de la Industria local (CBI), quien afirmó que el éxito de la economía británica depende de sus negocios dentro de la UE. Su directivo, John Cridland, declaró al dominical The Observer que la membresía británica en la UE "genera puestos de trabajo, crecimiento económico y competitividad".
Varios parlamentarios conservadores creen que el Reino Unido debería abandonar la UE, en tanto que el exeuroparlamentario "tory" Daniel Hannan propuso un acuerdo "al estilo suizo, en el que Gran Bretaña esté dentro del mercado común, pero quede fuera del resto de las políticas".
Sin embargo, Cridland rechazó esa posición, al considerar que cualquier alternativa contra la membresía completa "no funcionará y dejará al país imposibilitado de influenciar cualquier medida". Dijo además que el CBI "seguirá presionando para que el Reino Unido siga dentro de una Unión Europea reformada". "La UE es nuestro mayor mercado de exportación y sigue siendo fundamental para nuestro futuro económico. Nuestra membresía genera puestos de trabajo, genera crecimiento e impulsa nuestra competitividad internacional", continuó.
En la misma línea, el jefe de la oposición laborista, Ed Miliband, dijo que el Reino Unido "está ahora más cerca de la puerta de salida" de Europa. Según Miliband, ello presenta una grave amenaza a la economía y la eventual pérdida de más de tres millones de puestos de trabajo. De todos modos, el ministro de Salud, el conservador Jeremy Hunt, salió en defensa del primer ministro, a quien calificó de "valiente" por enfrentarse a Europa y pedir más reformas tras el avance de partidos euroescépticos y de ultraderecha en las elecciones europeas de mayo pasado.
Las advertencias sobre el lastre económico que podría significar esta ruptura no hacen mella entre la población, que de acuerdo con el sondeo difundido ayer por el Financial Times, se muestra cada vez más favorable. La encuesta reveló que si hubiera un referendo, un 47% de los encuestados votaría a favor de que Gran Bretaña abandone el bloque, contra un 39% que preferiría seguir en la UE.
En el marco de la polémica, Cameron llamó ayer por teléfono a Juncker, con el que trató de la importancia de trabajar juntos para hacer que la UE sea "más competitiva y más flexible", afirmó el portavoz de Downing Street. El premier expresó su satisfacción por el compromiso de Juncker de conseguir un acuerdo justo para su país y Juncker dijo que estaba totalmente comprometido a encontrar soluciones a sus preocupaciones", subrayó.
En medio del tira y afloja, Cameron cosechó el aplauso de la opinión pública por su "no" a la nominación de Juncker. "El primer ministro mostró que Reino Unido no se mantendrá impasible ante las reformas de la UE", escribió el exministro de Defensa "tory" Liam Fox en el diario The Sun. Y para su correligionario y euroescéptico Bernard Jenkin resulta "refrescante" que el líder de su partido por una vez no juegue según las normas previstas.
Justamente eso es lo que esperaba Cameron. El premier quería presentarse como un defensor incorruptible de la causa británica, como el candidato adecuado para renegociar los tratados de la UE de forma ventajosa para Reino Unido. Lo cierto es que la derrota en la lucha por Jucker proporciona a los británicos una ventaja estratégica, aunque, manteniéndonos en el símil bélico, en el frente interno sólo augura más problemas: y es que la nominación del supuestamente antirreformista Juncker echará más leña al fuego de los euroescépticos, que desde hace meses intentan librarse de Cameron.
La situación hace aumentar las esperanzas del líder del partido antieuropeo Ukip, Nigel Farage: en su opinión, la estrategia del premier no vale nada, ya que no podrá lograr nada de Bruselas.
Nadie cree que Reino Unido sea capaz de negociar un tratado realmente distinto con el bloque, señalaba el diputado "tory" Daniel Hannan. Y los diarios sentencian que el país está un paso más cerca de la "Brexit": un juego de palabras entre "Britain" y "exit" que alude a la salida de Reino Unido de la UE.
Pero ¿está dispuesta Bruselas a hacer mayores concesiones para contentar al país al otro lado del Canal de la Mancha? El instituto de análisis Open Europe, en línea con Cameron, se muestra optimista: cuanto más probable sea la salida, más presionados se sentirán Alemania y otros países del bloque para actuar. Y podría ser que Reino Unido pronto sea "compensado" por lo ocurrido con Juncker.
Agencias EFE, AFP, Reuters, ANSA y DPA, |
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