17 de septiembre 2007 - 00:00

El cine alemán tiene un paraíso que engorda

MichaelHoffmann:«Hay muchosclisés sobrelos gordos,muchapublicidad encontra, peronadie habla dela sensacióncarnosa delafecto».
Michael Hoffmann: «Hay muchos clisés sobre los gordos, mucha publicidad en contra, pero nadie habla de la sensación carnosa del afecto».
Simpático, expansivo, el director Michael Hoffmann vino a presentar «El sabor del Edén» dentro del marco del Festival de Cine Alemán en Buenos Aires, y de paso será testigo del estreno del film el próximo jueves. Dialogamos con él en el jardín de invierno de un hotel de Recoleta, aunque más coherente habría sido charlar en la cocina.

Periodista: ¿Cómo nació esta historia de amor entre un cocinero gordo y una mujer casada?

Michael Hoffmann: Hay muchos clisés sobre los gordos, mucha publicidad en contra, pero nadie habla de la sensación carnosa del afecto, cuando un gordo te abraza.

Para mí, los huesos no son sensuales. En cuanto al carácter del personaje, curiosamente, me inspiré en un amigo flaco, Frank Oehler, un cocinero solitario, que ama el sistema de pocas mesas, y ama cada animal que cocina. Por algo la película comienza con un momento de felicidad del personaje, charlando con un pato al que está por adobar.

P.: El pato no parece muy feliz.

M.H.: Tampoco el hombre, en el fondo, porque está solo. Y quiere trasladar su amor a los humanos, pero eso es muy complicado, porque están vivos y deciden por sí mismos.

P.: Para colmo el motivo de su afecto tiene marido y una hijita con problemas.

M.H.: ¡Ah, la pequeña Leonie es encantadora! En el rodaje todos se peleaban por tenerla alzada.

P.: ¿También se peleaban por comer todos los platos que aparecen en la película, o eran platos «de vidriera»?

M.H.: ¡Es todo de verdad! Generalmente en los rodajes uno adelgaza, por los nervios, pero aquí engordamos bastante. Le dábamos el gusto al cocinero: no quedaba nada.

Además, ¿vio ese cartelito de las películas norteamericanas, «durante el rodaje no se maltrató ningún animal»? ¡Nosotros los cazábamos, los matábamos y los comíamos! Encima filmarestaurantemos en un pueblito de la Selva Negra, donde los alemanes son menos acartonados que en otras partes, y les gusta gastar en una buena comida.

P.: ¿Y los cocineros qué opinan de su película?

M.H.: Les gusta. Días atrás estuve en el Japón, fuimos a un donde suele ir la familia imperial, y de pronto recibí un agasajo del cocinero, que estaba fascinado con la película. Lo mismo me pasó en Boston y me está pasando en muchas partes, pero lo del japonés me resulta algo especial, porque los japoneses tienen gran fineza, muchos códigos, manejan las emociones de modo parecido a nosotros, y, además, les encantan los europeos gordos. Mi próxima comedia también será con el mismo actor, Josef Ostendorf.

Entrevista de Paraná Sendrós

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