13 de septiembre 2007 - 00:00

El Colón continúa mañana temporada con "Werther"

Arturo Diemecke concertará en el Coliseo,dentro de la temporada del Colón, el «Werther», de Jules Massenet.
Arturo Diemecke concertará en el Coliseo, dentro de la temporada del Colón, el «Werther », de Jules Massenet.
El Teatro Colón estrena mañana una nueva producción de la ópera «Werther» de Jules Massenet, sobre la novela de Goethe. La concertación musical será del prestigioso maestro mexicano Arturo Diemecke, quien dirige por primera vez esta obra maestra, que tendrá puesta en escena, escenografía y vestuario de Louis Désiré. Dialogamos con Diemecke en un alto de los ensayos de esta ópera que se representará en el Teatro Coliseo con funciones hasta el 23 de septiembre.

Periodista: ¿Usted nació en el distrito federal de México, pero su padre tiene origen alemán, como se relaciona con la ópera francesa?

Arturo Diemecke: Nací allí por accidente. Mi padre era alemán nacionalizado mexicano. Y mi madre tiene origen francés. Mi padre fue mi maestro. Dedicaba muchas horas a educar a sus ocho hijos en la música. Podemos decir que desde el origen formamos una familia de músicos. En mi casa se oía música desde las 6 hasta las 3 de la mañana. Y mis padres tenían una academia donde también estudiábamos nosotros, junto a otros chicos. No siempre vivimos en el DF. Mi padre era primer cello de la orquesta de Xalapa y en cierta oportunidad lo invitaron a que creara una orquesta en Guanajato. Cuando mis padres iban hacia allá, mi madre me dio a luz en el DF. Por eso es que por mis venas corre sangre alemana y francesa, los dos linajes que se encuentran en «Werther», la Francia de Massenet y la Alemania de Goethe.

P.: Pero luego su carrera se desarrolló en los Estados Unidos, ¿fue así?

A.D.: Sí, pero fue después de mi formación profesional en México.

P.: ¿Qué otros indicios de su formación lo conectan con la cultura francesa?

A.D.:»Mientras vivimos en Monterrey, tuve contacto con las familias francesas que habían venido de los Estados Unidos y allí estudié en el colegio franco-mexicano. Si bien esta es la primera vez que dirijo «Werther», he sido responsable musical de otras muchas óperas francesas, tales como «Le jongleur de Notre Dame», también de Massenet, que grabé junto a Roberto Alagna y con la orquesta de Montpellier. Otras obras del repertorio francés que hice fueron «Carmen», «Los cuentos de Hoffmann», «Romeo y Julieta».

P.: ¿Cómo hace un director mexicano para lograr el famoso estilo francés?

A.D.: En primer lugar soy violinista y cornista y toco el corno francés. He tenido siempre afinidad con la escuela francesa.

P.: Usted fue el director musical de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, ¿cómo es que ya no lo es?

A.D.: Nunca entendí bien lo que pasó ahí. El Teatro Colón decidió en un momento volcar toda la responsabilidad de la programación en una sola persona y por lo tanto me relevaron del cargo. Yo tomé bien esa decisión y me retiré...

P.: Pero, ¿no podían convivir el programador y el director musical tendiendo los dos hacia los mismos objetivos?

A.D.: Me tocó buscar soluciones y ante la propuesta de la dirección del Colón, acepté el diálogo y considero que la educación nos sirvió para eso, para entendernos. En eso estamos. Ahora nadie va a hacer ningún movimiento porque va a haber cambios... Eso ya se está dando en con el nuevo gobierno que va a asumir y ese gobierno trae nuevas ideas y para bien o para mal hay que esperar qué es lo que decidan las nuevas autoridades que se hagan cargo.

P.: ¿Sigue siendo el régisseur el dictador que impone sus ideas y nadie puede cambiarlas?

A.D.: Sí, aunque compartimos ideas con el régisseur. Ahora se busca al régisseur que ponga la obra en escena y luego se llama al maestro concertador. En los últimos veinte años nos hemos acostumbrado a que los directores musicales nos ocupemos de la parte musical y que los registas se ocupen de la visual. Yo sugiero, propongo mis tiempos y mis ideas musicales, y luego las hablamos con el régisseur. Aquí comparto la idea de que Charlotte tenga un protagonismo que en otras ocasiones no ha tenido. Es lo que sucede en esta versión, no robándole cámara a Werther, pero sí dándole mayor importancia a la mujer, que a menudo no se le da.

P.: Usted ha demostrado tener una memoria prodigiosa. Dirige muchas de las obras del repertorio sinfónico de memoria. ¿Hace lo mismo con «Werther»?

A.D.: Sí, yo dirijo casi todo de memoria. Eso me hace sentir más libre, me provoca mejor contacto con la orquesta. No me hace sentir tan atado a la partitura. Hay un dicho que dice: hay que tener la partitura en la cabeza y no la cabeza en la partitura. Eso me da una gran flexibilidad para lograr la expresión deseada. La otra cosa es que cuando puedo dirigir una obra sin partitura quiere decir que la obra ya la sé, está dentro de mí. Todo esto se logra con estudio. Hay que poner todas las memorias del cuerpo a trabajar. No sólo hay memoria de la cabeza, sino también la corporal y la emotiva. Cuando todo esto comienza a funcionar, esto es un deleite. Hay un placer, una fluidez de la música. La orquesta recibe este placer y así se transmite al público. Pero cuando dirijo una ópera, y hay muchas personas que dependen de mí, ahí leo la partitura. Ellos, los cantantes y los instrumentistas, están más tranquilos porque hay alguien que los guía.

Entrevista de Eduardo Giorello

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