29 de octubre 2007 - 00:00

El Palacio Ferreyra enorgullece a Córdoba

Comprado por la provincia de Córdoba en 9 millones de pesos y reciclado por el estudio quelidera el arquitecto Jorge Morini, hoy el Palacio Ferreyra es un admirable centro cultural.
Comprado por la provincia de Córdoba en 9 millones de pesos y reciclado por el estudio que lidera el arquitecto Jorge Morini, hoy el Palacio Ferreyra es un admirable centro cultural.
El Palacio Ferreyra es único. No sólo por su arquitectura de la Escuela de Paris, por su emplazamiento en el barrio más pujante de la ciudad de Córdoba, por su parque diseñado por el ingeniero Carlos Tahys, sino porque se lo ha puesto en valor y se le ha dado la funcion de ser el centro cultural más importante de la Argentina. La mansión fue inaugurada en 1916 y su primer dueño, Martín Ferreyra, falleció a los dos años. Durante noventa años diversos descendientes han vivido ahí o tenían sus oficinas.

El palacio fue adquirido por la Provincia en nueve millones de pesos (hay un juicio de los ex propietarios reclamando mayor pago), y en tan solo trescientos días se ha realizado una obra titánica para poner en valor el histórico edificio y darle una función adecuada a las necesidades del momento.

Ahora, el edificio está dividido en cuatro plantas. En la principal, con la palaciega y habitual escalinata, están presentes cuatro estupendas vistas de Río Ceballos, debidas a José Malanca (fueron adquiridas a las tres hijas del autor por la suma de 120 dólares, en la gestión que termina José Manuel De la Sota). Entre ellas se destaca «El Invierno»; también un estupendo Octavio Pinto de Mallorca; unos característicos burros de Antonio Pedone; el Claustro de Santo Domingo de Fray Butler; obras de Enrique Borla, Francisco Vidal y bella escultura de Horacio Juarez,

Hay obras europeas como un estupendo Santiago Rusiñol, un Modesto Urgell y una pequeña joya de Joaquín Sorolla.

Allí también hay un lindísimo bar con terraza al parque destinado a convertirse en un solicitado lugar de la capital mediterránea, decorado con la modernidad de Phillipe Stark.

En la Primera Planta, están Pettoruti, Soldi, Seoane, Forner, Policastro, Fader con algunas de sus más bellas obras: tres vistas romanticas de San Giminiano con sus caracteristicas torres de la mano de Antonio Pedone.

En la última planta y en el subsuelo, en salas iluminadas con gran criterio museístico, todo el arte moderno de los 60 hasta nuestros días, con pinturas, objetos cinéticos, grabados, esculturas, plasmas y parlantes con arte conceptual.

Un estupendo auditorio, guardias amables y atentos, dos mil quinientos visitantes por día y el orgullo de que este mágico lugar esté en la Argentina.

Merecen felicitaciones la estupenda la remodelación del estudio de arquitectos que encabeza Jorge Morini y el presidente de la Agencia Córdoba Cultura, Pablo Canedo, que deja con esta obra y la escuela de artes y el paseo del buen pastor entre otras iniciativas, lugares de cultura y de disfrute luego de largos ocho años de gestión y pobres presupuestos.

Pensar que conservar el Patrimonio, salvar de la ruina a un palacio y convertirlo en un gran centro cultural cuesta menos que algunas píldoras en estantes que el inglés Damien Hirst vende En 20 millones de dólares...

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