5 de septiembre 2008 - 00:00
Malba exhibe muestra del enigmático González Torres
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«Perfect Lovers» (Amantes perfectos), una de las obras que el artista norteamericano
de origen cubano dedicó a la memoria de su compañero
sentimental, fallecido en 1991.
Todas las obras están registradas «Sin Título» pero un subtítulo las identifica. «Perfect Lovers» (Amantes Perfectos), 1987/1990, dos relojes idénticos que dan la misma hora. Su sincronización habla del amor, de la relación entre dos seres homosexuales, dos corazones que aún latían: «El tiempo me atemoriza, es la obra más escalofriante que he hecho. ¿Cuánto faltaba para la muerte de Ross?.»
González Torres hizo Autorretratos y Retratos. En realidad, retratos de palabras que recorren el perímetro superior de la sala del primer piso. Los hacía por encargo y se exhibían en una sala privada del comitente o en una sala de exhibición pública. Son momentos con fechas precisas, viajes, recuerdos alegres o no: «Le pido a la persona que me dé una lista de hechos importantes de su vida, le agrego algunos de carácter histórico que probablemente alteraron el curso de esos hechos, conflictos civiles, accionesmilitares, por ejemplo: Alabama-1964, Napalm 1972, Klaus Barbie 1944, Supreme Court 1986». El retrato se convierte en una crónica y no en un instante congelado.
Quizás una de las obras más reproducidas es la serie de «esculturas» que consisten en caramelos envueltos en celofán plateado amontonados en el piso (Placebo, 1991) o con los colores de la bandera estadounidense también amontonados pero en un rincón (Para un hombre en uniforme, 1991). Como en el caso de los papeles, el visitante puede llevarse uno, ya que su reposición es constante.
«Plataforma de baile go-gó», madera, lámparas bailarín go-gó en short plateado, zapatillas y walkman, obra cuyo antecedente está en una exhibición de 1991 titulada «Todas las semanas hay algo diferente», para la que transformó la galería. Habría que remitirse al origen de la obra que tiene que ver con Roosevelt como héroe de guerra y la guerra que libra el stripper con los norteamericanos heterosexuales. En cuanto a los carteles de vía pública, a partir de fotografías en blanco y negro tomadas por el artista, en la terraza del Museo se exhibe «Cama» (1991), una cama vacía y deshecha con dos almohadas levemente ahuecadas, una íntima y dolorosa expresión acerca de la pérdida de Ross. En el segundo piso, «Strange Bird», 1993, muestra el vuelo de un pájaro en un cielo tormentoso.
Por decisión del artista estos carteles deben instalarse simultáneamente en distintos puntos de la ciudad, se los verá en Adolfo Alsina 800, Esmeralda 798, Paraná 363, Av. Pueyrredón 880, Av. del Libertador 2357 y 3552, Av. Carabobo y Rivadavia, Av. Cabildo y Sucre.
«De alguna manera trato de negociar mi posición en esta cultura, se trata de dejar una prueba de que existo: estuve aquí. Tuve hambre. Fui vencido. Fui feliz. Estuve triste. Estuve enamorado. Tuve miedo, Tuve esperanza. Tuve una idea y un buen propósito y ésa es la razón por la que hice obras de arte».
Clausura el 3 de noviembre.
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