5 de septiembre 2008 - 00:00

Malba exhibe muestra del enigmático González Torres

«Perfect Lovers» (Amantes perfectos), una de las obras que el artista norteamericanode origen cubano dedicó a la memoria de su compañerosentimental, fallecido en 1991.
«Perfect Lovers» (Amantes perfectos), una de las obras que el artista norteamericano de origen cubano dedicó a la memoria de su compañero sentimental, fallecido en 1991.
Malba-Fundación Costantini presenta la exposición «Somewhere/ Nowhere»(Algún Lugar/ Ningún Lugar) del artista norteamericano nacido en Cuba, Félix González Torres (1957-1996), exponente clave de la escena artística internacional en los años 80 y 90. La muestra fue producida íntegramente por el Malba de acuerdo a directivas internacionales y establecidas por el artista que incluyen tácticas para mostrarla, su preservación y distribución.

Las obras fueron realizadas entre 1987 y 1995 y según la curadora, Sonia Becce, «el amor es el eje que atraviesa la exposición, entendido como una constelación de emociones y experiencias vinculadas con un afecto profundo, con el deseo, con el cuidado y el sentimiento de intensa atracción por otro, con el dolor por la ausencia o la pérdida del ser amado».

La obra de González Torres es enigmática, es imposible comprender su significado desde un punto de vista visual, por eso, él mismo señaló: «Mi obra es una historia personal. No puedo separar mi arte de mi vida». También dijo: «No quiero que el público sienta, quiero que esté informado, que esté dispuesto a la acción. 'Sentir' es demasiado fácil».

De allí que sea necesario conocer el pensamiento de este artista, ya que el concepto de ver la obra es tanto externo como visual, idea que Arthur Danto analiza refiriéndose a la problemática de ciertas manifestaciones del arte contemporáneo.

El título de la exposición replica uno de sus primeros stacks, dos pilas de papel blanco, una junto a otra, con las inscripciones «Somewhere better than this place» y «Nowhere better than this place» (1989/1990), a la que el artista se refirió como dos amantes ateos que discuten acerca de hacer de este lugar el mejor de todos porque no hay nada más, ningún otro. El visitante, ante este dilema, es invitado a llevarse una hoja y pensar acerca de la posibilidad o no de la existencia después de la muerte. Tema también central en la obra de González Torres ya que su compañero de muchos años, Ross Laycock murió en 1991 por complicaciones relacionadas con el sida. González Torres murió en 1996 como consecuencia de la misma enfermedad.

Todas las obras están registradas «Sin Título» pero un subtítulo las identifica. «Perfect Lovers» (Amantes Perfectos), 1987/1990, dos relojes idénticos que dan la misma hora. Su sincronización habla del amor, de la relación entre dos seres homosexuales, dos corazones que aún latían: «El tiempo me atemoriza, es la obra más escalofriante que he hecho. ¿Cuánto faltaba para la muerte de Ross?.»

González Torres hizo Autorretratos y Retratos. En realidad, retratos de palabras que recorren el perímetro superior de la sala del primer piso. Los hacía por encargo y se exhibían en una sala privada del comitente o en una sala de exhibición pública. Son momentos con fechas precisas, viajes, recuerdos alegres o no: «Le pido a la persona que me dé una lista de hechos importantes de su vida, le agrego algunos de carácter histórico que probablemente alteraron el curso de esos hechos, conflictos civiles, accionesmilitares, por ejemplo: Alabama-1964, Napalm 1972, Klaus Barbie 1944, Supreme Court 1986». El retrato se convierte en una crónica y no en un instante congelado.

Quizás una de las obras más reproducidas es la serie de «esculturas» que consisten en caramelos envueltos en celofán plateado amontonados en el piso (Placebo, 1991) o con los colores de la bandera estadounidense también amontonados pero en un rincón (Para un hombre en uniforme, 1991). Como en el caso de los papeles, el visitante puede llevarse uno, ya que su reposición es constante.

«Plataforma de baile go-gó», madera, lámparas bailarín go-gó en short plateado, zapatillas y walkman, obra cuyo antecedente está en una exhibición de 1991 titulada «Todas las semanas hay algo diferente», para la que transformó la galería. Habría que remitirse al origen de la obra que tiene que ver con Roosevelt como héroe de guerra y la guerra que libra el stripper con los norteamericanos heterosexuales. En cuanto a los carteles de vía pública, a partir de fotografías en blanco y negro tomadas por el artista, en la terraza del Museo se exhibe «Cama» (1991), una cama vacía y deshecha con dos almohadas levemente ahuecadas, una íntima y dolorosa expresión acerca de la pérdida de Ross. En el segundo piso, «Strange Bird», 1993, muestra el vuelo de un pájaro en un cielo tormentoso.

Por decisión del artista estos carteles deben instalarse simultáneamente en distintos puntos de la ciudad, se los verá en Adolfo Alsina 800, Esmeralda 798, Paraná 363, Av. Pueyrredón 880, Av. del Libertador 2357 y 3552, Av. Carabobo y Rivadavia, Av. Cabildo y Sucre.

«De alguna manera trato de negociar mi posición en esta cultura, se trata de dejar una prueba de que existo: estuve aquí. Tuve hambre. Fui vencido. Fui feliz. Estuve triste. Estuve enamorado. Tuve miedo, Tuve esperanza. Tuve una idea y un buen propósito y ésa es la razón por la que hice obras de arte».

Clausura el 3 de noviembre.

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