12 de septiembre 2007 - 00:00

Más maratón emocional que cronológico

Desafío superado: «Les éphemères» es un maratón teatralde casi ocho horas, cuya intensidad emocional logróque el tiempo no pesara sobre el público.
Desafío superado: «Les éphemères» es un maratón teatral de casi ocho horas, cuya intensidad emocional logró que el tiempo no pesara sobre el público.
«Les éphemères» de y por Théâtre du Soleil. Dir.: A.Mnouchkine. Mús.: J.J.Lemêtre. (Centro de Exposiciones hasta el 15 de septiembre.)

Las historias de vida que exhibe este espectáculo de Ariane Mnouchkine, basado en los recuerdos de infancia, el pasado familiar y las relaciones entre padres e hijos, fluyen por la escena con exquisita naturalidad. El mérito de que estas cuarenta y tantas situaciones, ligadas a personajes de todo tipo y condición, resulten tan creíbles y vitales no sólo tiene que ver con el magnífico desempeño de sus actores, sino también con su aporte de ideas, recuerdos y anécdotas personales.

El material fue sublimado poéticamente por la directora con tal arte y humanismo que muchas veces el público termina aplaudiendo -e inclusive alentando- la decisión de alguno de los personajes como si estuviera presenciando un hecho real.

Esto es lo que ocurrió en Buenos Aires, y también en Francia, con la escena de una madre que decide seguir bailando con su pequeña hija (hay muchos chicos en el elenco) en lugar de atender el llamado telefónico de su amenazante ex marido.

«Les éphemères» logra estas reacciones aun cuando sus artilugios teatrales están a la vista. El público está distribuido en dos gradas enfrentadas, recubiertas con paneles de madera que sólo dejan a la vista las cabezas y los hombros de los espectadores.

Entre ambas queda una especie de corredor por donde circulan una o varias tarimas rodantes por vez, con toda su escenografía y dispositivos eléctricos.

Algunos integrantes del elenco se turnan para moverlas con un criterio casi coreográfico, creando la ilusión de que circulan como pequeños planetas. En las tarimas rectangulares se ubican las puertas y en las redondas las cocinas, dormitorios y salones, y también jardines y playas.

  • Cotidianeidad

    La gran abundancia de muebles, electrodomésticos y objetos de uso cotidiano desgastados por el tiempo -además de la comida que se prepara y consume en escena- produce una extraña fascinación y a la vez logra estimular la memoria emotiva del espectador. No son simples decorados, cada cosa habla por sí misma, como esa piedra con la que una mujer traba la pequeña puerta de su jardín.

    Pese a la particularidad de cada historia, resulta sencillo apropiarse de sus rasgos más universales. Algunas escenas tienen más fuerza que otras, pero juntas logran un equilibrado vaivén entre los momentos de felicidad y aquellos en los que la muerte, la violencia familiar o los desencuentros amorosos dejan un sabor amargo.

    Lograda la historia del travesti Sandra (Jeremy James), al igual que los luminosos diálogos entre una bondadosa médica (Juliana Carneiro da Cunha) y Madame Perle (su paciente) una anciana delirante y encantadora notablemente interpretada por la joven actriz Shaghayegh Beheshti, de origen iraní.

    Otros relatos transportan al espectador a través de distintas generaciones en un constante ir y venir del presente al pasado. También los hay muy breves y otros, aun sin palabras, elocuentes. En «El ogro», por ejemplo, se ve a una joven campesina cocinando y compartiendo una comida con su padre. Sin decir nada, sólo a través de su lenguaje corporal, la muchacha deja entrever una larga historia de sometimiento y abuso junto a un padre que la aterroriza.

    La música de Jean-Jacques Lemêtre (ejecutada en vivo por su autor) es bellísima y contribuye a aumentar la magia de esta gran obra. «Les éphemères» se exhibe dentro del Festival Internacional de teatro, dividida en dos funciones (de tres horas y cuarto cada una) o bien en su versión integral de siete horas y media de duración. Mnouchkine admitió, sorprendida, que la ovación del público superó a la recibida en el último Festival de Avignon que hasta este momento iba primero en el ranking de aplausos.

    Hubo, desde luego, quienes salieron agotados de esta maratón, pero con una sonrisa satisfecha. Había sido un viaje largo, intenso y emocionante.
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