23 de octubre 2008 - 00:00

"Paranoicos" mejor ideados que actuados

Con nuevos personajes de estos tiempos bien pensados y una vieja fórmulade amores también bien pensada, a «Los paranoicos» le falta ritmo y tieneun protagonista reiterativo: Daniel Hendler.
Con nuevos personajes de estos tiempos bien pensados y una vieja fórmula de amores también bien pensada, a «Los paranoicos» le falta ritmo y tiene un protagonista reiterativo: Daniel Hendler.
«Los paranoicos» (Argentina, 2008, habl. en español). Dir.: G. Medina. Guión: N. Gueilburt,G. Medina; Int.: D. Hendler, J. Stuart, M. Feldman, W. Jacob, V. Perdomo, M. Dedovich.

Por su nombre, Luciano Gauna bien podría ser un gaucho salido de alguna radionovela. Por su aspecto, en cambio, se ve que es un tipo medio blandengue, frustrado en toda la línea, que hubiera querido salir en escenarios y tapas de revistas, pero no sale ni de su casa, adonde vive encerrado para que el portero no huela cuando fuma su marihuana, algo que hace más o menos escena por medio.

Mejor dicho, sale, para trabajar de payaso triste en fiestas infantiles, pelearse con el dueño del supermercado chino donde compró una caja de vino (según él) picado, y llevarle apenas unas hojitas a un ejecutivo que le pidió un guión entero. Tanto da si había escrito apenas eso, o si temía que el otro le robara la idea. El Gauna está lleno de miedos y/o fobias, es un obsesivo que ha fracasado por sus propias limitaciones, y encima debe sufrir la vuelta triunfal de un viejo compañero de estudios, que viene lleno de éxitos, euros, euforia, y una novia estupenda. Hay algo peor: sin pedirle permiso ni siquiera darle aviso, el amigo lo ha tomado con pelos y señales, y hasta con nombre y apellido, como personaje principal de la exitosa telecomedia con que se consagró en España, casualmente llamada «Los paranoicos». Dice que es un homenaje, pero, por lo que se ve, la relación entre ellos dista de ser la de Alberto Olmedo y Chiquito Reyes. Al contrario, en vez de ser una linda amistad, como lo fue entre el rosarino y el marplatense, más bien es la del grandote prepotente que se cree canchero, y el flaco inútil que no alcanza ni para auténtico resentido.

En compensación, de vez en cuando le descubrimos algún mérito. Vale decir, atiende a una rubia separada (una escena algo rara, luego de llegar a un cumpleaños infantil tan triste que parece suyo), y, créase o no, de pronto la novia del amigo descubre que se encuentra mejor con él, aunque sea un infeliz (y encima abombado, porque tarda en darse cuenta, y actuar en consecuencia).

En resumen, nuevos personajes de estos tiempos, bien pensados, y vieja fórmula de amores, bien pensada, asimismo. Lástima que esté escenificada con relativo ritmo y protagonista reiterativo. Premios al guión en diversas instancias de producción, fue también elegida por el Bafici para su competencia oficial.

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