«Promesas del Este» (Eastern Promises, Canadá-G.Bretaña., 2007, habl. en inglés, ruso y turco). Dir.: D. Cronenberg. Guión: S. Knight. Int.: V. Mortensen, N. Watts, V. Cassel, A. Mueller-Stahl, S. Cusack, J. Skolimowski, J. Altin, M. Mina.
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Tiene razón David Cronenberg cuando dice que en «Promesas del Este» hay muchísimos menos muertos que en «Pandillas de Nueva York» o «Los infiltrados». Es cierto, los muertos de «Promesas...» se cuentan con los dedos de una mano. Hablando de eso, al primero que degüellan después le cortan los dedos.
En fin, son muy pocos. Además las cosas pasan muy rápido, unos borbotones, unos estertores, y listo, salvo la ya famosa escena del baño, que dura lo suyo, lo que pasa es que nunca se sabe a quién le va a tocar, porque esta historia es sobre la mafia rusa en Londres, y los rusos son impulsivos, pasionales, imprevisibles, y para colmo hablan en ruso, así que la pobre partera que quiere que le traduzcan el diario íntimo de una rusita embarazada que se desangró en la farmacia no sabe qué estarán diciendo mientras le sonríen, o la retan, muy atentamente.
Suponemos que ella y la criatura de la rusita van a salvarse, pero es sólo una suposición, porque justo cae en medio de los tratantes de blancas, como se decía antes a los cafishos que vivían del tráfico de esclavas sexuales. Para colmo, el único tipo en quien la chica podría confiar, no es muy confiable que digamos. Ni siquiera el público sabe si es confiable. En otra película sería el que desenmascara la organización y se queda con la rubia, pero acá hay que esperar a ver qué pasa. Y lo que pasa es como un remache bien puesto, ineludible, e inesperado. Drama sólido, inquietante, a veces también divertido, « Promesas del Este» empieza como un cuento navideño de humor negro y culmina en un momento de placidez primaveral. Eso es todo lo que podemos anticipar. Director, David Cronenberg, irónico, maduro, y preciso. Guionista, Steven Knight, el de «Negocios entrañables», sobre el tráfico ilegal de órganos, un humorista de estómago fuerte, que supo leer y absorber todo Shakespeare (esas intrigas de coronas y traiciones, esos hombres atormentados por un doble mandato, esas familias espantosas).
Intérpretes, Viggo Mortensen, digno del Oscar, Naomí Watts (tiene que salvarse), el venerable Armin Müller-Stahl, capomafia de maneras cordiales, Vincent Cassel, hijo pródigo, demente y descarriado, Jerzy Skolimowski, el notable director polaco, haciendo de viejo terco, intolerante, que mete a la sobrina en problemas, Rhodri Miles, Sinead Cusack, y los turcos Josef Alten y Mina E. Mina, que no es una «mina». Bueno, aquí nadie es lo que parece, salvo la partera. Porque la película parece buena, pero es muy buena (única convención objetable, la del diario que tan detalladamente pudo escribir una chica en su prisión prostibularia).
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