30 de julio 2024 - 15:10

Saccomano: una evocación de amigos que ya no están

El consagrado autor argentino publicó su nueva novela, "Mirlo", en la que se reencuentra con personas queridas que murieron y que, como él desde hace mucho, residían en Villa Gesell

Guillermo Saccomano acaba de publicar la novela Mirlo

Guillermo Saccomano acaba de publicar la novela "Mirlo"

El íntimo mundo que se crea con los amigos, el intercambio de valores, discusiones, risas compartidas y la compañía cuando es necesaria, aparece, entre evocaciones y reflexiones, en “Mirlo” (Seix Barral) nuevo libro de Guillermo Saccomanno. Autor de una amplia obra narrativa, Saccomanno ha recibido numerosos premios, entre otros el Konex de Platino, al mejor novelista del período 2008-2011. Dialogamos con él.

Periodista: ¿Qué lo llevó a contar pérdidas y dialogar con amigos que ya no están?

Guillermo Saccomanno: El vacío que te deja quien se va. Ese vacío se va cubriendo con la memoria. Al recordar cómo era. Al tratar de saber que fue ese otro con uno, y uno con ese otro. Cuando me puse a escribir “Mirlo”, empecé por la muerte de dos amigos entrañables, “El francés” y “Juan”. “El francés”, Carlos Cottet, había sido militante, exiliado, arquitecto, y en Gesell se había convertido en hotelero. A Juan, Juan Forn, editor, escritor, lo arrastre a vivir en Gesell cuando empezó a joderle él páncreas. Una pancreatitis fruto de su estrés como director periodístico y editorial. A partir de ellos al ir escribiendo se fueron sumando amigos. Pablo, psicólogo. Riqui, periodista del canal local y su mujer, Patri, maestra. Rosa, encargada de edifico, y el gaucho Julio, albañil. Pepe, librero. Adriana, fotógrafa. Gente que no es de acá, que se fugaron o se sintieron expulsados donde estaban y vinieron a Gesell para reconstruirse de otra manera. Y acá las amistades son esenciales porque la ciudad en dos meses se vacía y tenemos un invierno muy largo.

P.: ¿Cuánto hace que decidió a vivir en Villa Gesell?

G.S.: Treintipico de años. Decidí cortar con ciertos trabajos, con la publicidad especialmente. No porque me hiciera daño el trabajo sino porque yo me hacía daño a mí mismo, me postergaba. En Gesell tenía algunos conocidos, y la memoria de los sesenta. Tuvo algo de sanación, si esa palabra no estuviera tan bastardeada. Excepto mis primeros tres libros, todo el resto los escribí acá. Tengo una relación religiosa con la literatura y si queres que el milagro ocurra anda a misa, te tenes que poner todos los días. Y acá no tenía excusas, escribía o escribía; la soledad y la naturaleza, el mar, ahora estar en el bosque, me ayudan a eso.

P.: “Mirlo” es ¿un cuaderno de la amistad, una serie de relatos, una novela o un ensayo?

G.S.: Nadie peor que un escritor para hablar de su obra. O estás muy cerca o estás muy lejos. El tano Dal Massetto decía: mirá que de muy cerca desaparece. No sé, fue saliendo como recuperación del pasado, como anécdotas de tonos cambiantes, como retratos que buscan capturar un momento. Tiene un poco un modo de narrar que aprendí de Adriana. Hay en “Mirlo” una hibridez en el texto, un entrevero de fragmentos narrativos y reflexivos que buscan detener la transitoriedad.

P.: ¿Qué le hizo encontrar Adriana. la fotógrafa?

G.S.: Adriana Lestido tiene talento y una percepción admirable. Su libro “Madres e hijas” me fascina. En pocas fotos captura el misterio de esa relación. Se trata de que cuando tenes la belleza adelante no la tenes que perder, tenes que capturarla. En mi caso narrarla. Gran parte de los momentos que cuento fueron saliendo de cuadernos, anotaciones apuradas, datos a no olvidar. Como contaba de quienes ya no están, tenía que ir limpiando de melancolía lo que escribía. Pero, por más que se quiera, siempre pesa de lo sentimental por más le cruces teorías filosóficas o reflexiones personales. Y yo quería que “Mirlo” fuera un libro de gratitud, de agradecimiento a mis amigos. Pensaba que este era mi libro póstumo, que con él me despedía. Me agarró tal julepe que ya estoy terminando otro, y la nave va, como dijo Fellini.

P.: La amistad con Juan Forn, con encuentros y distanciamientos, atraviesa su libro.

G.S.: Con Juan, viviendo en el mismo pueblo, siendo amigos como éramos, muchas veces terminábamos en discusiones que ya no pasaban por nuestros gustos, admiraciones o repulsiones literarias, sino por las cuestiones más banales: ¿no era que el vino lo traías vos?, che, te estás morfando todo el queso de rayar, cosas así, y al final, dejábamos de hablarnos un tiempo, hasta que nos encontrábamos en la Cooperativa Telefónica o nos tropezábamos en una calle sin nadie más y nos reconciliábamos. Un día, comiendo en casa mi hermana, empezamos a discutir, entró mi hermana y dijo: ustedes no pueden pelearse más, ustedes son familia. Algo de eso había en nuestra relación. Y en estos tiempos, cuando la amistad se vuelve fraternal cobra un sentido político

P.: ¿Por qué de todos los pájaros eligió el mirlo para darle nombre a su libro?

G.S.: No lo elegí yo, lo eligió la filósofa y etóloga belga Vinciane Despret, la de “Hablar con los pájaros”, la de “A la salud de los muertos”. Cuenta que un día en su ventana aparece un mirlo que canta, luego calla, atiende el silencio, espera, escucha, hasta que oye que otro mirlo le responde desde el más allá. Han cambiado las estaciones, han vuelto los pájaros y siguen la conversación. La belleza te invade durante un instante. Despret ilumina también la territorialidad y la transitoriedad. El pájaro emigra, se va a otro lado, lejos, bien lejos, y cuando vuelve, vuelve al mismo lugar con total naturalidad. Nosotros cuando hacemos eso siempre nos queda un matiz de desgarro. Creo que finalmente “Mirlo” es un libro sobre la conciencia de la duración de la existencia a través de lo que ya no están, lo que te dejaron y lo que se llevaron.

P.: Escribe: “En el sueño del fantasma un chico duerme con la luz prendida”, ¿ese chico es usted?

G.S.: No sé por qué lo incluí. Iba a ser un poema. Y se puede leer como un micro cuento. Después consideré que tenía que estar al final porque de alguna manera interpretaba el sentido del libro.

P.: ¿Qué está escribiendo ahora?

G.S.: Una novela negra que pasa acá, en Gesell.

Dejá tu comentario

Te puede interesar