Durante años fue considerada una figura destacada del empresariado africano. Hija del ex presidente de Angola, Isabel dos Santos supo construir un imperio económico que la convirtió en la mujer más rica del continente. Sin embargo, el origen de esos millones quedó en el centro de una trama judicial internacional.
Su historia es un caso emblemático de cómo el poder político y económico pueden entrelazarse para concentrar fortunas. Pero también de cómo ese vínculo puede terminar en acusaciones de corrupción, congelamiento de activos y demandas por cifras millonarias.
Isabel dos Santos
Dos Santos era considerada un personaje admirable en África por los millones generados, pero la justicia encontró irregularidades en su fortuna.
Cómo Isabel dos Santos hizo su fortuna de millones
Isabel dos Santos nació en Azerbaiyán, pero creció en Angola, donde su padre, José Eduardo dos Santos, gobernó durante casi cuatro décadas. Aprovechando su cercanía al poder, accedió a participaciones clave en sectores como el petróleo, las telecomunicaciones y la banca.
A través de empresas como Unitel y participaciones en Sonangol, la compañía estatal de petróleo, logró construir una red de negocios multimillonaria. En su punto más alto, la revista Forbes estimó su fortuna en más de 2 mil millones de dólares.
Los contratos públicos, adjudicaciones directas y la opacidad en las operaciones le permitieron expandirse a Europa y otros mercados internacionales. Sin embargo, distintos informes comenzaron a cuestionar la legalidad de su crecimiento patrimonial.
Escándalos legales por manejos turbios: el dinero que tuvo que devolver
En 2020, una investigación internacional conocida como Luanda Leaks reveló documentos que apuntaban a manejos irregulares, desvío de fondos públicos y una compleja red de sociedades offshore. Como resultado, varias de sus cuentas fueron congeladas y se iniciaron causas en múltiples países.
En 2024, la justicia suiza dictaminó que debía devolver millones a Angola, tras probar que su riqueza había sido obtenida mediante fraudes y abuso de poder. La cifra exacta supera los 500 millones de dólares, aunque las investigaciones continúan.
Hoy, Isabel dos Santos niega las acusaciones y denuncia persecución política. Pero su caso sirve como ejemplo de cómo una fortuna puede derrumbarse tan rápido como se levantó, especialmente cuando los millones tienen un origen dudoso.
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