21 de diciembre 2025 - 21:30

El agro anticipa una fuerte caída de producción para el 2026

El sector agropecuario perderá dinamismo por la caída agrícola, la menor oferta ganadera y el riesgo de La Niña.

Las proyecciones contemplan menor actividad agrícola y efectos rezagados de la sequía 2022/23.

Las proyecciones contemplan menor actividad agrícola y efectos rezagados de la sequía 2022/23.

Foto: Conaprole

El sector agropecuario cerrará 2025 con un crecimiento del 1% en su valor agregado, sin embargo, las proyecciones del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) anticipan una caída del 5,9% para 2026, impulsada por menores niveles esperados en la actividad agrícola y pecuaria, según la 33ª edición del Anuario de la Oficina de Programación y Política Agropecuaria (OPYPA).

La directora de OPYPA, Verónica Durán, junto al ministro del MGAP, Alfredo Fratti, y el subsecretario Matías Carámbula, presentaron el informe que marca un punto de inflexión después de un año favorable. "En la zafra 2024/25 el clima favorable permitió cosechas récord y buena disponibilidad forrajera", destaca el documento, aunque advierte que las condiciones cambiarán significativamente en el próximo ejercicio.

El principal factor de riesgo para 2026 es climático. "La posible llegada de La Niña presionará a la agricultura de verano y a la ganadería", advierte el Anuario OPYPA. Este fenómeno meteorológico, que suele generar condiciones más secas en Uruguay, impactaría directamente en cultivos como soja, maíz y sorgo, así como en la disponibilidad de pasturas para el ganado.

El sector ganadero enfrenta además un problema estructural que se arrastra desde años anteriores. "También se visualizarán efectos rezagados de la sequía 2022/23, a través de una menor disponibilidad de novillos", señala el informe oficial. Esta sequía, una de las más severas en décadas, generó liquidación forzada de ganado y reducción de la retención de vientres, cuyos efectos en la oferta de animales terminados recién se sentirán con fuerza en 2026. La combinación de factores climáticos actuales y consecuencias diferidas de eventos pasados configura un escenario complejo para la producción pecuaria, uno de los pilares históricos de la economía agropecuaria nacional.

Granos a la baja, celulosa al tope: el mapa de 2025

El año 2025 mostró realidades contrastantes entre rubros. Los granos enfrentaron precios internacionales a la baja en un contexto global marcado por tensiones comerciales. "Los granos enfrentaron precios a la baja, mientras que la pecuaria mejoró sus márgenes por mayores precios internacionales", resumen en el Anuario.

El trigo, la cebada y la soja vieron erosionados sus márgenes por la caída de cotizaciones en Chicago y otros mercados de referencia, consecuencia de la moderación de la actividad económica mundial y algunos shocks de oferta que presionaron los valores a la baja. Sin embargo, los productores lograron compensar parcialmente esta situación con volúmenes récord de producción gracias al clima favorable.

En contraste, la silvicultura se expandió y consolidó a la celulosa como el principal producto de exportación uruguayo, desplazando a la carne vacuna de ese liderazgo histórico. Esta transformación refleja cambios estructurales de largo plazo en la matriz productiva del país.

Exportaciones agroindustriales: 10.000 millones de dólares con liderazgo cárnico

A pesar del contexto internacional complejo, las cadenas agroindustriales nacionales cumplieron un rol sobresaliente en 2025. "Sus ventas externas totalizarían algo más de 10.000 millones de dólares, con destaques para el complejo cárnico, la celulosa, la soja y los lácteos", afirma el informe de OPYPA.

Este desempeño exportador se logró en un año caracterizado por alta incertidumbre y tensiones comerciales globales, particularmente a partir de los incrementos de aranceles anunciados por Estados Unidos en abril de 2025. "Lo anterior, sumado al objetivo explícito de reducir el déficit de balanza comercial y estimular la reactivación industrial en ese país, configuró una trayectoria de debilitamiento del dólar a nivel global, luego de una tendencia alcista de casi una década de duración", contextualiza el Anuario.

El complejo cárnico (vacuno, ovino, porcino y avícola) mantuvo su posición relevante pese a presiones de precios en algunos segmentos. Los lácteos, por su parte, se encaminan a cerrar el año cerca de cifras récord en facturación, beneficiados por buenos precios internacionales en leche en polvo entera, el principal producto de exportación del rubro.

Área agrícola récord en invierno, incertidumbre en verano

Para la zafra 2025/26, las proyecciones muestran luces y sombras. "Se prevé una de las mayores áreas de cultivos de invierno", destaca el informe, reflejando la confianza de los productores en rubros como trigo, cebada y colza, impulsados por mejores expectativas de precios y condiciones climáticas iniciales favorables.

Sin embargo, la agricultura de verano enfrenta un panorama más incierto. La posibilidad de La Niña genera cautela entre los productores de soja, maíz y sorgo, que podrían enfrentar estrés hídrico en momentos críticos del ciclo productivo. Esta incertidumbre climática se suma a precios internacionales que continúan presionados, configurando un escenario de márgenes ajustados.

Contexto global: precios de alimentos por debajo de 2024

El marco internacional agrega complejidad. "La sostenida moderación de la actividad económica mundial y algunos shocks de oferta contribuyeron a que los precios internacionales de alimentos y materias primas se situaran, en promedio, por debajo de los niveles observados en 2024", señala la OPYPA en el Anuario.

Esta tendencia bajista en precios globales afecta directamente los ingresos de los productores uruguayos, que dependen fuertemente de mercados externos. Con aproximadamente el 80% de la producción agropecuaria destinada a exportación, las cotizaciones internacionales son determinantes en la rentabilidad sectorial.

El debilitamiento del dólar global, tras casi una década de tendencia alcista, también tiene efectos mixtos: beneficia a países importadores de insumos pero reduce la competitividad cambiaria de exportadores como Uruguay cuando se mide en moneda local.

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