El atraso cambiario en Uruguay es una de las mayores problemáticas que enfrenta hoy el país, con un dólar que no logra “ponerse al día” mientras, por un lado, los sectores exportadores continúan reclamando por medidas que mejoren la competitividad, y, por el otro, la diferencia cambiaria con Argentina profundiza las consecuencias de una economía cara en comparación con otros países de la región.
"No hay atraso cambiario, hay atraso de reformas", afirmó Ignacio Munyo
Para el director ejecutivo del Ceres, la política monetaria no es suficiente para resolver la falta de competitividad en el país. Propone una agenda de reformas para mejorar la eficiencia.
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El dólar acumula una suba de 3,59% en lo que va de octubre.
En este contexto, la política monetaria del Banco Central del Uruguay (BCU) atrae la atención de todos los sectores interesados como la única herramienta para equilibrar el desalineamiento del tipo de cambio. ¿Qué otras medidas puede tomar el gobierno para intentar solucionar un problema complejo y de diferentes aristas? Ámbito.com dialogó con el director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres), Ignacio Munyo, al respecto.
— ¿Cuál es el escenario actual respecto del atraso cambiario?
El tema del atraso cambiario o desalineamiento del tipo de cambio real respecto de sus fundamentos es un tema muy complejo porque Uruguay tiene un tipo de cambio flexible. No hay un gobierno que está manipulando o poniendo un compromiso de determinados valores como otros países. El valor que hoy tiene Uruguay es el valor del mercado en base a la oferta/demanda. Ese valor deja al país caro con respecto a los principales socios comerciales en todo el mundo, complica la ecuación de rentabilidad de gran parte de los exportadores de bienes y servicios.
— ¿A qué se debe esto?
Esto se genera en gran parte el año pasado, cuando el dólar en Uruguay fue a contramano de lo que pasó en el resto de los países del mundo. Acá cayó mas o menos 10% y en el promedio de monedas del resto del mundo aumentó un 10%, hubo una brecha importante. Eso se debió a las exportaciones récord en el primer semestre, con precios internacionales favorables, a la apertura de fronteras donde empezó a llegar el turismo, y a las inversiones asociadas a la planta de celulosa. Hubo una situación específica de ingresos grandes de dólares sin intervención del BCU para frenar un poco la caída del dólar. Además, Ancap, el principal comprador de dólares en el país —para la compra de petróleo—, no estuvo presente en el mercado ya que se financió con reservas del BCU.
— Las exportaciones y el turismo explican el comportamiento del año pasado, pero este año el dólar continúa depreciándose. ¿Cuáles son las razones detrás de la tendencia actual?
Este año acompaña la tendencia, el dólar está debilitándose respecto de todas las monedas del mundo como consecuencia de la política monetaria de Estados Unidos. La caída de este año es parecida a la que se ve en todo el mundo. Obviamente Argentina es otro capítulo.
— ¿Son adecuadas o suficientes las medidas que lleva a cabo el gobierno respecto del tipo de cambio?
El gobierno tiene una planificación que está alineada con un dólar que no suba mucho de valor, porque las proyecciones que se hacen de inflación, muy influenciada por el valor del dólar en el país, son consistente con un dólar “planchado”. Según nuestras estimaciones, la inflación en Uruguay podría cerrar el año dentro del rango del BCU siempre y cuando el dólar no supere los 38,5 pesos.
Si el dólar cerrara el año en 42,5 pesos, que es el valor que se esperaba hace un año atrás, la inflación sería del 8,5%, bastante por encima del rango meta. Van de la mano. Si hay una política clara de mantener la inflación dentro del rango, es funcional que el dólar se mantenga planchado.
Asimismo, las herramientas con las que cuenta el BCU son muy limitadas, por más que existiera una voluntad de subirlo fuerte, tampoco podría. Ir en contramano del mercado con las políticas monetarias del Uruguay, en una economía tan dolarizada, es muy difícil. Es muy complejo este partido, de salir.
— ¿Cuáles serían las medidas a tomar, entonces?
Ya lo he dicho en otras ocasiones, es una trampa en la cual está el Uruguay, de encarecimiento relativo, que no es fácil salir y no creo que vaya a salir en los próximos tiempos. La única alternativa que veo viable, pensando en un modelo de desarrollo, es compatibilizar lo caro con los fundamentos para producir en el país. Hay una agenda de reformas necesarias para mejorar la eficiencia, la cual incluye una reforma del Estado, asumiendo que producir en Uruguay es caro.
Hoy es necesario acelerar y profundizar esas reformas para hacer compatible un país caro con el funcionamiento de empresas que pretendan competir en los mercados internacionales. En este sentido, es claro el discurso y la vocación del gobierno, pero no se han traducido a resultados concretos de mejorar el acceso a mercados externos y competitividad, que paguen un precio diferencial que genere la rentabilidad para las inversiones en el país. No esperamos cambios sustanciales en el valor del dólar, por lo tanto para poder seguir creciendo y mantener la senda de crecimiento es clave tener la agenda de reformas con un pie en el acelerador, porque están más lentas de lo que uno desearía. Yo digo que en Uruguay no hay atraso cambiario, hay atraso de reformas.
— Esta agenda de reformas, incluso acelerándose, llevaría un tiempo en implementarse, mientras que los sectores exportadores reclaman una solución hoy, ¿cómo se les responde?
Lo que se le puede ofrecer a los exportadores por parte del gobierno no es mucho. No hay que pedirle lo que no puede ofrecer. Se puede esperar tener suerte: se puede dar un escenario externo que mejore la situación, con precios internacionales de productos que puedan mejorar, un escenario externo con costos de financiamiento y tasas de interés que bajen a nivel global, un escenario bastante probable que mejore lo financiero internacional.
Y también un escenario que se puede esperar es en el que mejore la paridad cambiaria con Argentina, siempre y cuando se dé un proceso electoral y de anuncios y de conformación de un próximo gobierno que genere confianza de un proyecto alternativo y unifique el tipo de cambio. Este es el escenario que se espera, entre moderado y optimista.
— ¿Y cómo sería un escenario pesimista, en el que el contexto internacional no acompañe y la situación en Argentina se mantenga igual?
Sería una situación en la que se profundiza la crisis en las empresas y el turismo no vuelve a los niveles del pasado y se mantiene en niveles por debajo de su potencial, por lo que Uruguay avanzaría con un motor que no estaría funcionando a pleno. Además, con el sector exportador resentido, algunas compañías no podrían avanzar.
No hay un timing preciso, nadie te puede decir cuándo podría pasar. No hay una crisis generalizada y profunda como las del pasado, aunque sí en el litoral en particular. Es una situación que puede generarse de lento deterioro, de enlentecimiento del crecimiento, de estancamiento. Es por esto que no se pueden buscar soluciones simples a problemas complejos, es necesario modernizar la estructura del país y el gobierno.
— Con el año electoral que se acerca y la campaña, ¿el gobierno tiene el margen necesario para llevar adelante y profundizar las reformas?
Uruguay no puede darse el lujo de paralizar una agenda de reformas que ya es lenta por el clima electoral. Si uno ve el pasado, podría sacar determinadas conclusiones, pero también hay que mirar al futuro y pensar que si Uruguay genuinamente pretende dar un salto y aspirar a seguir avanzando en la agenda de desarrollo, va a tener que ponerse los pantalones.
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