A comienzos de este mes, el Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) presentó la certificación del Programa Nacional de Vitivinicultura Sostenible que permitirá que el 31% de las uvas producidas en el Uruguay tengan procesos productivos transparentes y responsables con el medio ambiente.
Vinos sostenibles, el programa que aspira a posicionar a Uruguay en el mercado mundial
El cambio climático es cada vez más evidente y los sectores productivos se encuentran buscando la forma de acoplarse sin perder económicamente.
-
Más del 30% de las uvas producidas en Uruguay obtendrán un certificado de sostenibilidad
-
La sequía destruyó el 30% de la producción vitivinícola

Uruguay promete posicionarse en el mercado mundial de vinos con procesos productivos transparentes.
El ingeniero agrónomo Eduardo Félix, encargado del sector de asesoría técnica del Inavi y quien trabaja dentro del programa liderado por la enóloga Bettina Bértola, dialogó con Ámbito sobre las características del certificado, los desafíos del sector y los efectos de la sequía.
Que las empresas de hoy alcancen los objetivos económicos sin comprometer los recursos del día de mañana es, según Félix, el eslogan de la certificación del Programa Nacional de Vitivinicultura Sostenible y que tiene como meta llegar a 162 viñedos, lo que representa unas 1.846 hectáreas de viña a lo largo del territorio nacional.
Acoplarse al mundo
Esta iniciativa es un puntapié de un largo camino que tiene la institución para fomentar la producción de alimentos de manera sostenible donde, incluso, se prohíba su venta en caso no estar enmarcado en un plan que no comprometa los recursos del futuro.
“El mundo esta cambiando. Lo que hoy puede ser un diferencial en el mercado como tener producción sostenible, en un futuro cercano, entre cinco o diez años, va a convertirse en un requerimiento”, explicó Félix. Según el ingeniero, Uruguay se está posicionando en el mercado con esta iniciativa ya que tuvieron visitas alentadoras en el último tiempo.
Inavi recibió la visita de Vinmonopolet, la empresa estatal noruega que tiene el monopolio de ventas minoristas de alcohol en el país nórdico, la cual se mostró muy interesada en el plan de sostenibilidad, como así también el control y trazabilidad en los procesos productivos, demostrando que tener el sello en la actualidad “es un valor agregado”, destacó el experto.
Cuidar el ambiente, los recursos y a sus trabajadores
Las tres claves del plan sostenible, donde se incluye la certificación que estará a cargo de la empresa LSQA (LATU + Quality Austria), se basan, en primer lugar, en cuidar los recursos naturales, que los procesos impacten de la menor manera posible en el medioambiente y, por último, tener en cuenta la salud de los trabajadores.
Para conseguir el certificado, los viñedos tendrán que cumplir con las “Normas para la producción integrada de uva vino” confeccionada por el Inavi en conjunto con técnicos privados, las facultades de Agronomía y de Química de la Universidad de la Republica (Udelar), el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), la Escuela Superior de Vitivinicultura y la Dirección General de la Granja (Digegra), en representación de Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
Dentro de la norma, se diferencian tres tipos de productos y métodos de producción, aquellos que están completamente prohibidos debido a que impactan en el medioambiente o porque afectan la salud de los trabajadores. El segundo grupo son aquellos que están permitidos usar, pero con ciertas restricciones, como el cobre metálico donde se permiten 6 kilos por hectárea por año y, el tercer grupo pertenece a aquellos que no tienen restricciones en cuanto a su impacto, pero si sobre el tiempo de espera de aplicación en función de la cosecha.
Por otro lado, la norma impacta también en el tratado de todos los estadios de la producción, comenzando por el suelo, donde se determina que tiene que existir pasto entre las vides para evitar la erosión. A nivel de fertilización se permite la utilización de nitrógeno hasta cierta cantidad y teniendo en cuenta la productividad del viñedo.
Además de los recursos naturales, también se tiene en cuenta la salud de los trabajadores, quienes tienen que tener el carnet de salud vigente. El ingeniero aseguró que, si bien es obligatorio por ley tenerlo al día, en espacio rurales alejados muchas veces no se realizan los controles correspondientes. Asimismo, en caso de que el viñedo utilice plaguicidas, es preciso que tenga un carnet emitido por el MGAP que avale su empleo.
Por último, también se tiene en cuenta el final del ciclo de producción respecto a la deposición los envases vacíos de los insumos agropecuarios que, generalmente, se queman generando grandes cantidades humo tóxico. En este caso, los envases son enviados a una empresa llamada Campo Limpio, que se encarga de la gestión de los residuos.
Pérdidas millonarias por la sequía y una oportunidad de investigación
Uruguay tuvo que enfrentar una de los peores sequias de los últimos 100 años, donde el sector agropecuario fue el más afectado y el sector vitivinícola no fue la excepción. “La sequia nos agarró a todos, porque en Uruguay este fenómeno no fue normal”, se lamentó el ingeniero agrónomo.
Frente a este fenómeno, Félix aseguró que desde Inavi están comenzando a investigar variedades o clones de variedades de uva que se adapten mejor a la sequía. Por otro lado, y de forma excepcional, se les permitió a los viñedos sustentables eliminar las malezas de alrededor de las plantas para evitar la competencia debido a la falta de agua.
Los daños económicos también fueron un duro golpe para el sector que tuvo que afrontar una perdida de 30 millones de kilos de uva, lo que representó un total de 600 millones de pesos, unos 15,67 millones de dólares.
Utilizar y cuidar los recursos de hoy, sin comprometer los del mañana es la idea del sector vitivinícola que tiene en cuenta que el cambio climático seguirá impactando en la naturaleza, comprometiendo a los sectores productivos que dependen de ella.
- Temas
- Uruguay
- Vinos
- Sustentabilidad
Dejá tu comentario