11 de mayo 2009 - 00:00

ArteBA espera numerosa presencia extranjera

Dos modelos contrapuestos en el premio Petrobrás de arteBA 2009: las pinturas sensibles de Mariana Ferrari y el conceptualismo duro de Rodrigo Moreno.
Dos modelos contrapuestos en el premio Petrobrás de arteBA 2009: las pinturas sensibles de Mariana Ferrari y el conceptualismo duro de Rodrigo Moreno.
La semana pasada despuntó con una seguidilla de inauguraciones en museos y galerías y la presentación de la 18ª edición de arteBA, la Feria de galerías porteña que desde el 22 al 26 de mayo ocupara dos pabellones de La Rural. Entre los artistas, galeristas y operadores culturales que concurrieron al Malba para escuchar los lineamientos de la nueva Feria, a cargo del presidente de la Fundación, Facundo Gómez Minujín -que no mencionó la actual recesión sino que habló del crecimiento y la calidad-, estaban en primera fila, el ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, escoltado por Karina Rabollini y la directora General de Museos Florencia Braga Menéndez junto con Eduardo Costantini (Malba), Guillermo Alonso (MNBA), Aníbal Jozami (Untref) y el embajador de Brasil, Mauro Vieira, quien apoya desde hace años el arribo de las galerías y coleccionistas de su país.

En el encuentro estaban también los viejos y los nuevos patrocinantes. Se trata de empresas que permitirán mantener y acrecentar los programas de compras de obras de arte para los museos de Buenos Aires y del interior del país y, que además, les brindarán apoyo a los artistas emergentes, para que ocupen un lugar que les resultaría inaccesible sin su ayuda. Si bien este año se recortaron algunos programas (como los cubos para proyectar videos y el montaje de grandes instalaciones), una de las características de arte BA es la energía incomparable que le imprimen las nuevas generaciones, que estarán presentes en el Premio Petrobrás (que Gómez Minujín anunció como «controversial». ya que opone las pinturas sensibles de Mariana Ferrari al conceptualismo duro de Rodrigo Moreno) y, sobre todo, en el Barrio Joven de Chandon.

Este Barrio es tan requerido que antes de la inauguración surgieron polémicas acerca de una selección que, por amplia que sea, nunca podrá abarcar la extensa producción artística que circula por los espacios alternativos. Entretanto, se espera la llegada de varios curadores de museos y colecciones extranjeras que pagaron los precios más altos en las últimas ediciones, cuando compraron obras de artistas mayormente consagrados y abstractos.

Sin embargo, aunque algunos aprendieron a moverse por su cuenta, la gran pregunta es: ¿qué arte los llevarán a ver y qué artistas les presentarán los anfitriones? El lugar ideal para un recorrido -por su carácter institucional y supuestamente ajeno a intereses comerciales- sería el Museo de Arte Moderno, que aún permanece cerrado, vacío que en parte ha logrado llenar el Castagnino+macro de Rosario que, por cuestiones de tiempo, no todos los visitantes pueden incluir en sus agendas.

Las expectativas son muchas. La Feria ha demandado a los organizadores y los galeristas una gran inversión, los costos del montaje son cada año más elevados, y nadie quiere bajar el estatus que colocó a arteBA en el calendario internacional. En estas jornadas llenas de interrogantes, los compradores del mercado local todavía no están en carrera, acaso porque para hacer sus apuestas, esperan atisbar los movimientos de ese gran escenario que es la Feria.

Debates

Las mesas redondas del Auditorio aspiran a consolidar la Feria como foro de pensamiento en Latinoamérica y hasta hoy se han hecho bien los deberes: se aprovechó la presencia en Buenos Aires de curadores, teóricos y coleccionistas, y las ponencias se publicaron religiosamente. El Auditorio se abrirá la tarde del 22 de mayo con un tema clásico, «Museos, nuevos desafíos», que sin embargo puede deparar sorpresas. Claro, si el director del Museo de Bellas Artes, Guillermo Alonso, que integra el panel y destinará una parte del presupuesto de la institución a comprar obras en la Feria, decide hablar sobre el tema candente de las adquisiciones.

La decisión de comprar, gesto habitual en los museos del mundo, aquí merece ser subrayada, porque rompe con el hábito de varios directores y ex directores de museos argentinos que hoy se vanaglorian porque los artistas donaron sus mejores obras. Por supuesto, es más fácil convencer a los artistas que a los superiores jerárquicos para que destinen fondos, aunque sea mínimos, e incrementen el patrimonio. Y justamente, Alonso compartirá la mesa con Bartomeu Marí, director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, quien hace apenas unos meses, cuando fue invitado a dictar una charla en Buenos Aires por el Ceeba y la Fundación Proa, concluyó su ponencia confesando: «Hay algo por lo que debo ruborizarme, la institución para la que trabajo forjó su colección en base a donaciones de los artistas».

Aunque algunos planteos atractivos se suelen diluir en cuestiones intrascendentes, valdrá la pena sondear hasta qué punto coinciden las opiniones de dos funcionarios de contextos tan diferentes, reunidos por el azar. Se debe tener en cuenta que hablarles a los artistas de la posibilidad de integrar una colección como la del Bellas Artes, es tocar una fibra sensible.

Al debate sobre las «donaciones» -obligadas, la mayor parte de las veces-, se sumará otra realidad urticante en el stand que presentará la Dirección de Museos de la Ciudad de Buenos Aires en la Feria. Allí, a través de un video con numerosos testimonios, se intentará demostrar que los bienes públicos, como el arte que están en manos del estado, no pueden estar caprichosamente guardados durante años, que por innumerables razones es preciso buscar el modo de exhibirlos.

En suma, aunque a las nuevas autoridades no les cabe toda la responsabilidad de que la construcción de los museos de Arte Moderno y del Cine se prolongue por tiempo indefinido, enfrentar el dilema puede ser un indicio del deseo de enmendar la situación.

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