6 de marzo 2009 - 00:00

Backstreet Boys, sólo algo mayores

Las canciones intrascendentes pero pegadizas y el contoneo de los ya algo grandecitos Backstreet Boys bastaron para tener a la platea eminentemente femenina gritando toda la noche.
Las canciones intrascendentes pero pegadizas y el contoneo de los ya algo grandecitos Backstreet Boys bastaron para tener a la platea eminentemente femenina gritando toda la noche.
Backstreet Boys: Nick Carter, Howie Dorough, Brian Littrell y AJ McLean. (Luna Park, 3 de marzo).
Quince años de historia, cuatro buenos cantantes que juegan diferentes personajes (fueron cinco hasta la partida de Kevin Richardson), un cuarteto pop acompañante de músicos cuyos nombres no aparecen en el programa de mano, seis álbumes editados con más de 75 millones de copias vendidas, una repercusión que alcanzó a los más remotos lugares del planeta, y un público que ha madurado con ellos y ha mantenido la fidelidad.
Estos datos dan cuenta de uno de esos fenómenos que la industria del espectáculo conoce sólo de tanto en tanto. Y aunque actualmente no tengan la misma repercusión que antes -en la Argentina llegaron a pasar por estadios de fútbol-, conservan una identificación con la platea femenina que logra mantenerlos en un lugar destacado del negocio.
Mucho profesionalismo entonces, baile y canto que cumplen con las premisas de la prolijidad, canciones pegadizas sin ninguna trascendencia y los cuatro cantantes que sonríen y gesticulan para una multitud femenina que no deja de gritar.
Eso es Backstreet Boys y nadie busque mucho más. Porque los pasitos de baile son elementales, la gestualidad adolescente empieza a quedarles ridícula, las canciones no pasarían ninguna prueba de originalidad, este pop industrial sigue cocinándose en su propia salsa y no puede romper el molde.
En el vivo, todo explota, claro, cuando llegan los hits: «Quit Playing Games (With My Heart)», «As Long as you Love me», «Everybody (Backstreet Back)», «All I Have to Give», «I Want it That Way», etcétera. Pero las chicas que colmaron el Luna Park y agotaron las entradas unos cuantos días antes del show están ahí más para encontrarse con «sus chicos» que por el placer de los temas; y por eso aceptan respetuosamente alguna canción nueva. Pero disfrutan mucho más cuando vuela alguna camisa, o cuando en los momentos solistas -cada uno tuvo el suyo- la cercanía con las primeras filas es mayor, o cuando los cuatro «Boys» exhiben sus músculos tatuados o simulan movimientos sexuales bien explícitos.

Dejá tu comentario