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El cubano Pedrito Martínez alegró a fans en Tecnópolis
Pedrito Martínez es un hombre de dos mundos; o de varios. Nació en La Habana en 1973. Se formó allí como cantante y percusionista. Llegó en el 98 a Canadá en una gira con su grupo Spirits of Havana y terminó recalando en los Estados Unidos, donde se instaló y ganó una competencia de percusionistas afrolatinos organizada por el Instituto Thelonious Monk. En ese recorrido, integró el combo Yerba Buena, giró con Dave Mathews, Willie Nelson y Ray Charles, participó en aquel reconocido documental "Calle 54" de Fernando Trueba, y tocó con figuras como Paquito D'Rivera, Eliane Elías, Eddie Palmieri, Cassandra Wilson, Joe Lovano, Elton John, Bruce Springsteen y muchos más. En 2013 publicó su primer disco, que tuvo nada menos que a Wynton Marsalis, John Scofield, Steve Gadd, Marc Quiñones y Gary Schreine como invitados especiales. Ahora prepara su segundo álbum,
Martínez llegó a Buenos Aires para cerrar la segunda noche de un festival internacional que, con esta segunda edición, empieza a instalarse en nuestro país y que es, de algún modo, una continuación del que durante años curara Rodolfo García en el ámbito de la ciudad.
La lista de artistas que pasarán por el escenario de Tecnópolis en los cuatro días de festival, del viernes a hoy, es muy grande. Y entre clínicas, clases magistrales, muestras y conciertos, incluye a Pipi Piazzolla y su grupo Escalandrum, Facundo Guevara, Martín Ibarburu, La Bomba de Tiempo, Paralelo 33, El Choque Urbano, Tatita Vázquez, Olodum, Santiago Vázquez, Cafundó, Los Negros de Miércoles, Compañía Oblicua, Metabombo, Jota Morelli, Giovanni Hidalgo, etcétera.
Volviendo a Martínez, hay que decir que es un músico que, aúnque ya no vive en Cuba, no ha abandonado para nada esa cultura musical; pero tampoco se pelea con la tradición de la canción latina más ligada al mercado norteamericano. Así, va de lo afro a la balada, de la percusión frenética y bailable a la melodía limpia, de la tradición Yoruba y toda la religiosidad sincrética de su país a la pura temática amorosa que muchas veces bordea lo erótico.
El frío de la noche del sábado pudo complicar el placer para los más quisquillosos. Pero no le quitó un ápice de gusto a una mayoría (unos 2.000) que se dieron cita en Tecnópolis, que conocen sus temas y que lo acompañaron cantando y bailando, inclusive arriba del escenario cuando el cubano invitó a "algunas chicas del público" a sumarse para eso.
Pedrito lleva el espectáculo con la solvencia de un showman y con la fuerza de un cantor potente y prolijo y de un percusionista "cadenero". Sus tres compañeros -apenas tres- lo respaldan y pese a no ser tantos suenan como si fueran una orquesta numerosa, desde los coros que redondean el canto del solista, el bajo de Álvaro Benavídez, los efectos de percusión de Jhair Sala y, fundamentalmente, desde el piano y los teclados de Edgar Pantoja-Aleman.
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