13 de mayo 2009 - 00:00

Mediano homenaje a una bizarra diva de la ópera

Karina K. como Florence Foster Jenkins en «Souvenir»: la «homenajeada» es considerada la peor soprano de la historia.
Karina K. como Florence Foster Jenkins en «Souvenir»: la «homenajeada» es considerada la peor soprano de la historia.
«Souvenir» de S. Temperley. Dir.: R. Pashkus. Int.: Karina K y P. Rotemberg. Vest.: R.Schussheim. Esc.: J. Ferrari. Luces: R.Traferri. (Teatro «Regina»).

A Florence Foster Jenkins (1868-1944) se la conoce como la peor cantante lírica de la historia y, sin embargo, los operómanos siguen comprando sus grabaciones ya sea como objeto de culto o por el simple disfrute de comparar los excesos de esta diva desentonada con los caprichos de las grandes prime donne de hoy (salvando las distancias, éstas también suelen interpretar las partituras a gusto y piacere).

El caso es que Jenkins tenía menos oído que Iliana Calabró (en Youtube! es posible escuchar el aria de la Reina de la Noche masacrada por la artista); pero gracias a su perseverancia, y desmedida seguridad en sí misma -ella se consideraba una gran soprano ligera-, y en especial su fortuna, terminó siendo una figura adorada. Su último recital, a los 76 años, tuvo lugar en el Carnegie Hall de Nueva York con localidades agotadas.

El dramaturgo inglés Stephen Temperley, lejos de burlarse del personaje, le declara su simpatía y admiración y lo convierte en ejemplo de pasión, entrega e insobornable amor por la música, cualidades que no muchos artistas poseen. Para demostrar esta atrevida tesis rescató los últimos doce años de carrera de la intérprete, así como el entrañable vínculo amistoso que compartió (supuestamente) con su joven pianista Cosme McMoon. A lo largo de la obra éste aprende a valorar el arrojo de su patrona, dado que él no ha tenido las agallas suficientes para progresar como músico.

«Souvenir» posee una estructura bastante esquemática y no profundiza en ningún tema. La primera parte se disfruta con una sonrisa en los labios gracias a las desopilantes discusiones que mantienen sus protagonistas; la segunda, en cambio, ofrece una extensa selección de cuadros musicales (con un vestuario acorde al que solía lucir la intérprete) que al principio resulta muy divertida; pero, luego, al prolongarse más de lo debido termina resultando agotadora pese a la magistral labor de Karina K («Antidivas», «Cabaret», «Pepino el 88»).

La actriz y cantante imita hábilmente los extravíos vocales de Jenkins, y su manera de encarar a esta excéntrica dama de sociedad recuerda por momentos a la gran Olinda Bozán. A su lado el bailarín y coreógrafo Pablo Rotemberg se luce como pianista y hasta resulta un simpático partenaire, pero en su papel de narrador no logra disimular del todo su escasa experiencia actoral.

«Souvenir» se asemeja a esas historias de «freaks» a las que es tan afecto el cine norteamericano, cuyos protagonistas viven sus respectivas carencias o desequilibrios con felicidad y que un buen día -sin proponérselo- descubren la llave del éxito.

Patricia Espinosa

Dejá tu comentario