Los iraquíes sunitas viven sobre todo en Bagdad y en las provincias al este y norte de la capital. El dictador Sadam Husein era sunita y discriminaba a los chiitas, por lo que, tras su derrocamiento en 2003, los clanes sunitas perdieron poder e influencia. Tras la retirada de las tropas estadounidenses en 2011, volvió a estallar la lucha de poder entre chiitas y sunitas. En los últimos meses fue agravándose ese conflicto entre el Gobierno dominado por chiitas con el primer ministro Nuri al Maliki y los partidos sunitas. Además, grupos extremistas sunitas como el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) luchan contra los chiitas, a los que consideran unos "disidentes" de las verdaderas enseñanzas del islam.
El EIIL estaba hasta hace un tiempo afiliado a Al Qaeda, pero rompió con ésta en rechazo a las órdenes del sucesor de Osama bin Laden, el egipcio Ayman al Zawahiri, quien se opone a que aquél opere en Siria y respalda en ese país a otros grupos afines.
En la guerra civil siria, donde los sunitas constituyen dos tercios de la población, el EIIL lucha contra las tropas del dictador Bashar al Asad, un alauita y, por tanto, cercano al chiismo. En los últimos años, en el vecino Líbano se desató una lucha de poder entre los partidos prosirios y las organizaciones, más prooccidentales, de sunitas y cristianos maronitas, lo que recreó una crónica inestabilidad. Los sunitas libaneses apoyan principalmente a la oposición siria. La milicia chiita de Hizbulá que gobierna en Beirut, sin embargo, apoya al régimen de Al Asad, aliado de Irán.
Agencia DPA |
y Ámbito Financiero
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