Ayer 4 de mayo se cumplió el primer aniversario del fallecimiento de Javier Martínez, una figura fundacional cuyo rugido poético y visceral marcó a fuego los albores del rock cantado en nuestro idioma. Su partida dejó un vacío en el rock y blues nacional, pero su legado perdura con la misma intensidad que su voz y su batería, resonando incluso en la reciente adaptación de un clásico como El Eternauta.
A un año de la muerte de Javier Martínez: el legado que perdura hasta en la música de "El Eternauta"
Que las melodías y la voz inconfundible de Javier Martínez resuenen en una producción audiovisual de esta magnitud es un testimonio de la vigencia de su obra y de su capacidad para conectar con nuevas audiencias.
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El recuerdo a Javier Martínez a un año de su muerte.
Desde su juventud Martínez se sintió atraído por las nuevas corrientes musicales que llegaban desde el extranjero, pero con una visión clara de forjar una identidad propia. A mediados de los años sesenta encontró en la poesía urbana y en el blues las herramientas para expresar las vivencias y las contradicciones de una Argentina en plena transformación.
La verdadera explosión de su talento se produjo con el nacimiento de Manal. Junto a Claudio Gabis y Alejandro Medina, Martínez no solo aportó su inconfundible voz aguardentosa y su potente presencia en la batería, sino también una lírica cruda y directa que hablaba de la calle, de la soledad, de la alienación y de las incipientes problemáticas sociales. Manal, que irrumpió en la escena a fines de la década de 1960, fue mucho más que una banda de rock: fue un catalizador de una nueva forma de expresión juvenil, un espejo sonoro de una generación que buscaba su propia voz.
Canciones como "Avellaneda Blues", "Jugo de Tomate Frío", "Una Casa con Diez Pinos" y la emblemática "No Pibe" se convirtieron en himnos generacionales, marcando un antes y un después en la historia del rock nacional. La potencia del trío, la experimentación sonora y la profundidad de sus letras sentaron las bases para innumerables artistas que vinieron después. Manal demostró que el rock podía cantarse en castellano con la misma fuerza y poesía que sus referentes anglosajones, abriendo un camino que muchos se animarían a transitar.
La influencia de Javier Martínez y Manal en el rock nacional es incalculable. Su actitud desafiante, su compromiso con la autenticidad y su búsqueda constante de nuevas sonoridades inspiraron a bandas y solistas de diversas generaciones. Desde el rock progresivo hasta el punk, pasando por el hard rock y el blues local, la huella de Manal se percibe en la honestidad de las letras, en la búsqueda de un sonido propio y en la convicción de que la música puede ser una herramienta de reflexión y cambio.
El legado de Manal en la música de El Eternauta
En este contexto de perenne influencia, resulta especialmente significativo que la música de Manal haya trascendido las barreras del tiempo y se haya incorporado a la banda sonora de la reciente adaptación de El Eternauta en Netflix. La inclusión de temas como "No Pibe" y "Jugo de Tomate Frío" en la voz de Ricardo Darín en la piel de Juan Salvo no es casualidad. Estas canciones, con su carga emocional y su conexión con un sentir argentino profundo, dialogan de manera elocuente con la atmósfera opresiva y la lucha por la supervivencia que plantea la icónica historieta de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López y la adaptación de Bruno Stagnaro.
Que las melodías y la voz inconfundible de Javier Martínez resuenen en una producción audiovisual de esta magnitud es un testimonio de la vigencia de su obra y de su capacidad para conectar con nuevas audiencias. A un año de su partida física, su espíritu rebelde y su legado musical continúan vivos, recordándonos la importancia de la autenticidad y el poder transformador del rock nacional.
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