2 de marzo 2021 - 00:00

"En el código de amor de hoy no hay que hablar para llegar a la cama"

El poeta y narrador santafesino acaba de publicar una novela en la que, además del atractivo de su argumento, importa la forma original del relato.

Francisco Bitar
Francisco Bitar

El deseo de ser infiel a su mujer impulsa al personaje de “La preparación de la aventura amorosa” (Tusquets) a revisar cómo fueron sus amores en el pasado. Ese planteo lleva al escritor santafesino Francisco Bitar a desmontar la forma usual de la novela utilizando un alter ego, que es y no es él mismo, para repensar de un modo al borde de la ficción y el ensayo, su propia vida. Bitar ha publicado cuatro libros de poemas, los libros de cuentos “Luces de Navidad”, “Acá había un río”, “Teoría y práctica”, la novela “Tambor de arranque” y la crónica “Historia oral de la cerveza”, inicio de la trilogía “El habla de la tribu”. Dialogamos con él.

Periodista: ¿Cambiaron los códigos del amor, tal como se pregunta el narrador de su novela?

Francisco Bitar: No sé si cambiaron los códigos o el canal. No solo por la irrupción del feminismo sino también de las redes sociales. Hoy chicos y chicas no hablan sino que chatean y llegan a conocerse cuando consuman el acto. Barthes dice: en dos personas que se acuestan tiene mayor dependencia lo que ocurre fuera de la cama, lo que se dice fuera de la cama. En los códigos actuales del amor no se necesita hablar para llegar a la cama. Hay un acuerdo previo que se establece en otro lado, no en la charla. Para mi personaje, para mí, intentar eso sería catastrófico porque dependo por completo de la conversación.

P.: El narrador habla con cierto pudor de la conquista amorosa.

F.B.: Se piensa en modos de ser eróticos que no le convinieron, ni al personaje ni a mí, como la cacería amorosa indiscriminada. El tono más que pudoroso es irónico. No le sirve la saga acumulativa de las mujeres y esa jactancia que está en su padre, en sus amigos. Le da vueltas a las maneras de amar de otros para llegar a su versión del amor. Es un hombre casado que para eso revisa los amores que ha vivido hasta ese instante.

P.: ¿Para organizar el impulso amoroso?

F.B.: Va detrás de imposibles porque allí encuentra cierto goce, acaso el goce de saber del fracaso de la aventura amorosa. Juega a andar y perderse en apuestas, fantasías, suposiciones y luego volver al relato de la relación amorosa. A mí me importa perderme en la escritura, única manera de rodear esa imposibilidad, de ponerle límite a la fantasía, al divague. El relato, la literatura, establece una forma, permite dar un cierre.

P.: Para Sherezade la postergación estimula el deseo, algo que el narrador cumple.

F.B.: Es más sensual la breve piel que se asoma que el desnudo completo. Borges, en “La muralla y los libros”, dice que acaso el hecho estético es la inminencia de una revelación. Lo que está a punto de pasar y no sucede se da mucho en “La preparación de la aventura amorosa”, surge una idea y se le da vueltas, se la satura, como si eso llevara a algún tipo de realización, de verdad.

P.: El momento más erótico de su novela es cuando aparece lo prohibido, la creciente intimidad con una preadolescente, posible hija de un ex novia.

F.B.: Revive lo que fue su relación con aquella novia, cuando tenían esa edad. Más que con “Lolita” de Nabokov tiene que ver con “Vecinos” de Raymond Carver, donde espiar una vida ajena se convierte en estímulo sexual. A mi personaje lo lleva a recuperar una intensa sexualidad perdida con su mujer.

P. ¿Por qué su libro se desliza a cada paso de lo novelesco a lo ensayístico?

F.B.: Vengo padeciendo una especie de agotamiento, de saturación de la ficción que coincide con la emergencia en mí del ensayo. La fusión de ensayo y ficción está en Borges pero también en “El origen de las especies” de Darwin o “La interpretación de los sueños” de Freud. Me interesan los ensayos de escritores, de poetas, de narradores. Ese ensayo donde no se pone en juego un saber, que no es una serie de glosas y transiciones, sino que también trata de los devenires de una vida, de su propia vida. Me interesa aquel que aprende de lo que le pasa o le pasó porque la escritura se lo revela. En eso trabajo para el CONICET. La búsqueda en “La preparación de la aventura amorosa” fue hibridar el relato con la reflexión, contar y pensar, y para eso usé mi propia vida. Me planteé cómo generar un espacio desde la narración para que ocurriera algo del orden del pensamiento. En eso trabajo desde hace tiempo. Está en los seminarios que realicé sobre la idea de Barthes de “la tercer forma”, donde toma a Proust para pensar esa tercera vía que es la de a la vez contar y pensar. Desde que se abrió en mi ese modo narrativo me anime a contar mi vida, y que la escritura del narrador me mostrara qué es mi vida. Cuando la vida que se ha tenido se escribe, se vuelve interminable.

P.: Unir ensayo y ficción es algo que han hecho Sarmiento, Borges, Arlt y Piglia.

F.B.: Tenemos una magistral tradición ensayística a la par de la tradición narrativa. Ensayistas que han planteado formas diversas de abordar el ensayo. Admirablemente, Borges estableció un modelo al inscribirse él mismo en el texto, se trate tanto de una ficción como de un ensayo. Contamos, entre otros, con Piglia y Aira que son excepcionales, y no tienen nada que ver entre ellos. Por caso, Aira hace del ensayo de una invención, a partir de una idea paradójica abre una aventura del pensamiento.

P.: ¿Ahora qué escribe?

F.B.: “La preparación de la aventura amorosa” es la primera parte de la propuesta que encaré en la serie “De ahora en adelante”, donde hago la deconstrucción de la idea de la novela desde los autobiográfico, ahora he terminado “La emancipación de la familia”, segunda parte, que trata sobre la amistad. Paralelamente estoy escribiendo un libro de ensayos.

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