10 de septiembre 2007 - 00:00

"Quisiera ser Ingrid Bergman"

María Jarvehelmi, protagonista de «Lucesdel atardecer» de Aki Kaurismaki. Aspiraahora a saltar al resto del cine europeo.
María Jarvehelmi, protagonista de «Luces del atardecer» de Aki Kaurismaki. Aspira ahora a saltar al resto del cine europeo.
Venida expresamente para presentar el ciclo de Aki Kaurismaki que se está dando en la Sala Lugones del Teatro San Martín, la rubia María Jarvenhelmi es divertida, extrovertida, movediza, muy distinta al común de la gente que suelen aparecer en las películas de su país, e incluso distinta al personaje enigmático, reservado, que protagoniza en «Luces del atardecer», la película que abrió el ciclo. Le decimos nuestra primera impresión:

Periodista: Disculpe, pero usted no parece finlandesa.

María Jarvenhelmi: En la propia Finlandia me lo dicen, «no pareces finlandesa». Muevo todo el tiempo las manos, me río, tal vez sea la sangre de mis lejanos antepasados daneses, que emigraron hace 500 años. Ya en la Academia de Arte Dramático se enojaban conmigo y me decían «dejá las manos quietas».

P.: ¿Y Kaurismaki también se lo dijo?

M.J.: Soy una profesional, tengo facilidad para percibir el estilo de cada director. Además, lo primero que me pidió fue «poneme cara de nada».

P.: ¿Así le dijo?

M.J.:
Me llamó una semana antes del rodaje. Todos nerviosos, esperando que decidiera a quién quería como protagonista femenina. «¿Podés actuar?» «Llevo 30 años aprendiendo a actuar». «Bien, poneme cara de nada». Le puse mi mejor cara de nada. «Bien, acá tenés el guión. Hay dos mujeres. Vos hacés de rubia mala».

P.: ¿No le dijo que el tema era policial, que viera alguna película del cine negro de Hollywood, nada de eso?

M.J.: No, para nada. El es un excelente escritor, y en sus páginas ya estaba todo lo que quería de mí.

P.: ¿Y cómo es en el set de filmación?

M.J.:
Se tiene mucha confianza, sabe lo que quiere, cómo lo quiere, tiene todo en la cabeza, y le basta hacer una sola toma, a diferencia de otros que filman diez veces la misma escena, «por las dudas». Solo repite la toma si hay un problema técnico, lo que raramente ocurre, porque desde hace 30 años trabaja con el mismo personal, y/o con los hijos de su personal anterior, de modo que todos saben lo que él quiere, y además lo respetan, están en silencio, concentrados, atentos a él. En recreo, la cosa cambia.

P.: Algo que llama la atención es que «Luces del atardecer» empieza y termina con sendos tangos de Carlos Gardel.

M.J.: Nos gusta muchísimo el tango, en versión argentina y finlandesa. Hay un concurso popularísimo de tango, hay tanguerías, necesitamos el tango, porque para nosotros el tango es como una promesa de poder expresar nuestros sentimientos.

P.: ¿Pero es que de veras son tan circunspectos?

M.J.: Lamentablemente, de veras. En Navidad fuimos a un restaurante. Abrimos la puerta y vimos 30 mesas, y en cada mesa había una persona sola. ¡Kaurismaki estiliza su pintura de los finlandeses, pero no exagera nada! Pero en verano la cosa cambia, la gente se habla, se abraza.

P.: Se deshiela. Celebramos verla a usted en un verano permanente. Una pregunta: ¿qué significa su apellido?

M.J.: Se lo digo en español: «la perla del lago». Así se llamaba una tatarabuela, y yo me lo puse legalmente hace diez años. Es un nombre muy poético. Cuando voy al banco, por ejemplo, la cajera lee mi nombre y dice «aah, qué lindo nombre». Ahora me gustaría que Pedro Almodóvar, Lars von Trier, y David Lynch digan «ahh, qué buena actriz». Estoy esperando un llamado de alguno de ellos. Precisamente por Almodóvar estoy aprendiendo español.

P.: ¿Y qué más espera?

M.J.:
Que me hagan hacer un personaje femenino completo, bien redondo, como los de Ingrid Bergman o Lauren Bacall. Con Kaurismaki ya di un paso bien grande.

Entrevista de Paraná Sendros

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