10 de septiembre 2007 - 00:00
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María Jarvehelmi, protagonista de «Luces
del atardecer» de Aki Kaurismaki. Aspira
ahora a saltar al resto del cine europeo.
P.: ¿Así le dijo?
M.J.: Me llamó una semana antes del rodaje. Todos nerviosos, esperando que decidiera a quién quería como protagonista femenina. «¿Podés actuar?» «Llevo 30 años aprendiendo a actuar». «Bien, poneme cara de nada». Le puse mi mejor cara de nada. «Bien, acá tenés el guión. Hay dos mujeres. Vos hacés de rubia mala».
P.: ¿No le dijo que el tema era policial, que viera alguna película del cine negro de Hollywood, nada de eso?
M.J.: No, para nada. El es un excelente escritor, y en sus páginas ya estaba todo lo que quería de mí.
P.: ¿Y cómo es en el set de filmación?
M.J.: Se tiene mucha confianza, sabe lo que quiere, cómo lo quiere, tiene todo en la cabeza, y le basta hacer una sola toma, a diferencia de otros que filman diez veces la misma escena, «por las dudas». Solo repite la toma si hay un problema técnico, lo que raramente ocurre, porque desde hace 30 años trabaja con el mismo personal, y/o con los hijos de su personal anterior, de modo que todos saben lo que él quiere, y además lo respetan, están en silencio, concentrados, atentos a él. En recreo, la cosa cambia.
P.: Algo que llama la atención es que «Luces del atardecer» empieza y termina con sendos tangos de Carlos Gardel.
M.J.: Nos gusta muchísimo el tango, en versión argentina y finlandesa. Hay un concurso popularísimo de tango, hay tanguerías, necesitamos el tango, porque para nosotros el tango es como una promesa de poder expresar nuestros sentimientos.
P.: ¿Pero es que de veras son tan circunspectos?
M.J.: Lamentablemente, de veras. En Navidad fuimos a un restaurante. Abrimos la puerta y vimos 30 mesas, y en cada mesa había una persona sola. ¡Kaurismaki estiliza su pintura de los finlandeses, pero no exagera nada! Pero en verano la cosa cambia, la gente se habla, se abraza.
P.: Se deshiela. Celebramos verla a usted en un verano permanente. Una pregunta: ¿qué significa su apellido?
M.J.: Se lo digo en español: «la perla del lago». Así se llamaba una tatarabuela, y yo me lo puse legalmente hace diez años. Es un nombre muy poético. Cuando voy al banco, por ejemplo, la cajera lee mi nombre y dice «aah, qué lindo nombre». Ahora me gustaría que Pedro Almodóvar, Lars von Trier, y David Lynch digan «ahh, qué buena actriz». Estoy esperando un llamado de alguno de ellos. Precisamente por Almodóvar estoy aprendiendo español.
P.: ¿Y qué más espera?
M.J.: Que me hagan hacer un personaje femenino completo, bien redondo, como los de Ingrid Bergman o Lauren Bacall. Con Kaurismaki ya di un paso bien grande.
Entrevista de Paraná Sendros
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