6 de febrero 2021 - 00:00

Matrimonios de orientación mixta (MOM): el amor entre personas sexualmente incompatibles

Son relaciones conformadas por un hombre homosexual y una mujer heterosexual, o viceversa. Ambos son conscientes de la situación y, sin embargo, deciden continuar juntos por causas que involucran desde el amor hasta las creencias religiosas o presiones familiares o sociales.

Los matrimonios de orientación mixta proponen otra forma de vincularse.

Los matrimonios de orientación mixta proponen otra forma de vincularse.

Foto: Freepik

A la hora de vincularse, existen tantos tipos de relaciones como seres humanos dispuestos a desarrollarlas. Que “cada pareja es un mundo” es un dicho que suele emplearse con frecuencia, sin embargo, no todas logran que se les conceda un carácter de legitimidad por más colmadas de amor y compañerismo que se encuentren. Los matrimonios de orientación mixta se inscriben dentro de una categoría que genera resquemores a los ojos más conservadores ya que se desarrollan entre personas con orientaciones sexuales que difieren entre sí. Los involucrados pueden no ser romántica o sexualmente compatibles, por ejemplo, si la unión es entre un hombre homosexual y una mujer heterosexual, o viceversa. La característica inequívoca que los agrupa es que los integrantes conocen de manera acabada la orientación sexual de su compañero/a, quien la ha manifestado de forma clara y precisa. En algunos casos, la confesión sucede antes del matrimonio, pero en otros toma forma luego de la unión civil y, sin embargo, continúan juntos. Y si bien son cada vez más visibles en la sociedad de Estados Unidos, el fenómeno no conoce límites geográficos.

Un matrimonio de orientación mixta (MOM) se refiere a una pareja en la que uno de los cónyuges experimenta atracción por personas del mismo sexo con el que se percibe a sí mismo, y puede o no identificarse como lesbiana, gay o bisexual; mientras que el otro cónyuge es heterosexual. Esta definición de la Dra. Amity P. Buxton fue recogida por Darcy L. Wente-Hahn en una disertación para su tesis doctoral en filosofía en la Universidad de Nebraska titulada Gestión de la privacidad de la comunicación en matrimonios de orientación mixta (2020). Asimismo, explicó que no hay datos sobre la incidencia en Estados Unidos debido al alto nivel de secreto que rodea a estas identidades. Pero una estimación conservadora es que existen dos millones de personas homosexuales y bisexuales que actualmente están casadas, o alguna vez lo estuvieron, con una pareja heterosexual, proyectando que alrededor de un tercio de ellas permanecen casadas por tres años o más. Dicha ausencia de datos se ve agravada por la escasa información y literatura clínica sobre la temática hasta la fecha, e incluso con un aumento en la conciencia pública, todavía son parte de un grupo invisible.

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Solo en Estados Unidos existen más dos millones de personas homosexuales y bisexuales que actualmente están casadas, o alguna vez lo estuvieron, con una pareja heterosexual.

Solo en Estados Unidos existen más dos millones de personas homosexuales y bisexuales que actualmente están casadas, o alguna vez lo estuvieron, con una pareja heterosexual.

Las razones por las que se inician este tipo de alianzas fueron explicadas por Kevin John Zimmerman en su disertación para la Universidad Estatal de Iowa titulada Manteniendo el compromiso en relaciones de orientación mixta de larga duración: hombres homosexuales casados con mujeres heterosexuales (2013). Según detalló, la causa más común que han informado aquellos no-heterosexuales para contraer nupcias es el amor. En suma, algunos han dicho casarse porque creían que hacerlo disminuiría o eliminaría su atracción hacia el mismo sexo. Otra de las razones apuntadas tiene que ver con las presiones familiares o sociales o por el deseo de formar una familia y tener hijos. Wente-Hahn agregó a su disertación como causal para iniciar estos matrimonios el casarse a una edad temprana cuando la identidad sexual aún no había sido descubierta, desconocimiento total o solo una vaga conciencia de la propia identidad sexual, para cumplir con el compromiso religioso y, en el caso de los hombres, debido a su preocupación por sus sentimientos hacia otros hombres.

Sobre los motivos para permanecer juntos, Zimmerman advirtió que no son diferentes de otras parejas, como una amistad fuerte, amor, apego emocional y el deseo de permanecer comprometidos. Respecto de las personas religiosas, se mencionaron causales como el amor al cónyuge, la obediencia a Dios y el compromiso con la familia. Si bien la comunicación es importante en cualquier relación, se vuelve crucial en matrimonios mixtos, y debe ser abierta, empática y frecuente. Asimismo, la honestidad se repite en la literatura como factor protector esencial, ya que las conversaciones difíciles sobre la expresión sexual son casi inevitables y se vuelve obligatorio el hecho de tener que redefinir la relación. Varios estudios sugieren que la mayoría de los MOMs que perduran tienden a ser sexualmente abiertos, ya que muchos no se quieren separar y encuentran así una opción viable. La adaptabilidad también aparece como una posibilidad que les permite negociar nuevas reglas, particularmente respecto del comportamiento sexual.

Los testimonios en primera persona

Skyler Sorensen tiene 25 años, es editor y fotógrafo para una productora estadounidense y vive junto a su esposa en el condado de Utah. Se define a sí mismo como “gay” y, según explicó, eligió identificarse con esa etiqueta por dos motivos: fue la mejor palabra para describir su atracción por el mismo género y le permite cerrar brechas entre divisiones ideológicas. “Muchos en mi iglesia deciden usar el término 'atraído por personas del mismo sexo' en lugar de 'gay'. Si bien respeto su decisión, creo que coloca un muro automático e innecesario entre las personas religiosas y la comunidad LGBTQ. La pregunta que más me apasiona responder en la sociedad contemporánea es: ¿Cómo podemos llevarnos bien cuando no estamos de acuerdo? Mi decisión de etiquetarme a mí mismo como 'gay', incluso estando casado con una mujer, es parte de mi intento de cerrar estas brechas”, señaló. Sorensen es cristiano y miembro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, también conocida como Iglesia mormona. Su decisión de contraer nupcias está íntimamente relacionada con su vida espiritual.

“Mis convicciones religiosas son extremadamente importantes para mí. Creo que mi identidad como hijo de Dios es mi identidad más importante y es lo que me impulsa a tomar las decisiones que tomo, incluida la decisión de casarme con una mujer. Como cristiano, creo que Dios nos ha puesto en esta tierra por una razón, y todo lo que nos pide que hagamos es para nuestro máximo beneficio, ya sea en esta vida o en la próxima”, detalló. Según sus palabras, mucha gente ve la religión como algo restrictivo, pero en su experiencia le ha traído una gran paz y felicidad. Además, advirtió que el matrimonio entre un hombre y una mujer es esencial para la felicidad eterna. “Tengo fe en que Dios está ahí y que todo lo que nos pide está diseñado para hacernos felices. Si bien es posible que no entienda completamente por qué mi sexualidad y mis convicciones religiosas no parecen encajar, confío en que lo arreglará en la próxima vida, mientras me ayuda a encontrar la felicidad ahora”, agregó, y aclaró que a estas alturas, ser gay es algo que ha aceptado por completo pero que no es su característica definitoria ni el centro de su vida. “Mi identidad como hijo de Dios es mucho más importante para mí que mi orientación sexual. Mis convicciones religiosas siguen siendo más fuertes que estar con un hombre”, concluyó.

La historia del periodista Lucas Bertero es diametralmente opuesta. En marzo de 2017 decidió hacer pública su atracción sexual hacia los hombres y explicó detalles de todo lo que atravesó a la hora de asumir su condición. “Tuve una etapa de mi vida super heterosexual, formé una familia totalmente convencido. Pero cuando cumplí 30 años, empecé a hacer terapia y desarrollé muchos problemas físicos: psoriasis, anorexia nerviosa, parálisis facial y caída del pelo. Lo atribuía a no saber qué quería laboralmente. Y cuando mi cuerpo no soportó más llegó el primer ataque de pánico. Ahí es donde comencé a tomar medicación y vinieron años de tratamiento psicológico para entender un montón de cosas que tenía reprimidas de una forma muy aguda”, se sinceró. A su vez, preguntas cómo “¿Qué habrá del otro lado?” y “¿Qué pasará si me quedo acá y hago infeliz a mi mujer y a mi hijo?” invadieron su mente, pero finalmente pudo hablar con su expareja y, si bien al principio fue difícil, finalmente lo comprendió e incluso le agradeció por habérselo dicho. Hoy por hoy, Bertero incluso comparte trabajos con el marido actual de ella.

“Tengo la tranquilidad de tener mis cosas resueltas. Misión cumplida. Mi exmujer tiene una pareja que la quiere y que lo quiere a mi hijo, tienen una hija en común y formaron una familia. Si pasaba el tiempo, ahora miraría para atrás y diría 'esta pobre mujer se ancló toda la vida conmigo...'”, sentenció el periodista, quien aclaró que de no haber confesado su verdad estaría totalmente deprimido. “Si yo hubiera seguido así, sería un fracaso como persona. Hubiera sido peor padre, peor marido, peor hijo y peor hermano, porque hubiera tenido un carácter reprimido y resentido. La gente que se queda viviendo una vida que no le gusta, pero que lo hace por el afuera, termina teniendo un trago amargo todo el tiempo”, decretó, y explicó que aquellos que lo salieron a criticar por hacer pública su historia son personas a las que les “molesta la libertad del otro”. “Hacés lo que yo quiero pero no me animo, no tengo los huevos, no tengo la capacidad de decidir. Entonces por eso te odio, porque me gusta lo que estás haciendo y no lo puedo hacer yo”, concluyó Bertero.

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Una de las razones por las que se inician este tipo de alianzas responde a las presiones familiares o sociales que sufren los involucrados.

Una de las razones por las que se inician este tipo de alianzas responde a las presiones familiares o sociales que sufren los involucrados.

El efecto "clóset" y el deseo polimorfo

Tal como explicó María Luján Costa, Licenciada en Psicología UBA y miembro de la Red de Psicologxs feministas, el efecto de lo que se conoce como “closet” puede generar diversas sintomatologías que van desde la tristeza, depresión, aislamiento, consumos problemáticos, autolesiones y suicidio. “Es importante considerar que la represión no es una operatoria consciente. El objetivo es preservarse de un entorno hostil y violento hacia las identidades y sexualidades que se diferencian de la cis heteronorma, patriarcal, misógina y homo lesbo bi trans odiante”, indicó. Asimismo, hizo hincapié en los distintos tipos de modos de relacionarse y qué es lo verdaderamente dañino para nuestra salud mental: “No es lo mismo un vínculo sexual, que uno afectivo o sexo-afectivo. No es lo mismo un vínculo monógamo, que uno polígamo o poliamoroso, de amor libre o una relación abierta. Lo que tiene un efecto psíquico es siempre aquello que está enclosetado, en secreto. Si yo armo un vínculo con otra persona solo para satisfacer a quienes están a mi alrededor, voy a terminar siéndole infiel”.

“En mi experiencia, tanto hombres como mujeres que han obedecido los mandatos religiosos, familiares o sociales de hacer las cosas de manera 'correcta' o 'normal', siempre tienen algún amante por fuera de su vínculo formal”, explicó el psicoanalista Gustavo Szereszewski, miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. En suma, advirtió que el estándar moral de la sociedad siempre es doble: “Es la neurosis clásica. Las personas dicen muchas cosas pero hacen algo totalmente diferente y la intimidad es un mundo paralelo que está oculto, en las sombras, en la fantasía o es secreto. Esto ocurre en los baños, en las camas, en las habitaciones y/o entre cuatro paredes. Pero afuera se dice todo lo contrario”. Por otro lado, instó a cuestionar la fijeza en los vínculos ya que la realidad es compleja y el deseo sexual es polimorfo, es decir, tiene que ver con el despliegue de todas la zonas erógenas corporales. Además, recalcó que el objeto sexual por el que se siente atracción no está determinado ni genética ni psíquicamente. “El objeto sexual siempre es lo más variable dentro de la sexualidad y eso es lo que hace que un hombre gay pueda enamorarse de manera genuina y hasta puede tener relaciones satisfactorias con una mujer. Pero tal vez es una mujer, esa sola, y quizás en general no tiene fantasías con mujeres”, sentenció.

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El psicoanalista Gustavo Szereszewski recalcó que el objeto sexual por el que se siente atracción no está determinado ni genética ni psíquicamente.

El psicoanalista Gustavo Szereszewski recalcó que el objeto sexual por el que se siente atracción no está determinado ni genética ni psíquicamente.

La sublimación del deseo

Szereszewski planteó que si un hombre gay que tiene fantasías sexuales con hombres y las reprime porque su Iglesia se lo impone, se orquesta lo que en psicoanálisis se conoce como “sublimación”, es decir, transformar la energía sexual en alguna expresión no sexual. Por ejemplo, bajo la presión de la religión, convertir esa energía en amor. “Eso es posible pero hasta un determinado punto, no toda la pulsión sexual se puede sublimar, siempre hay algo que requiere una satisfacción directa. Si esa satisfacción queda solo en la fantasía y no en la realidad, es altamente probable, o casi obligatorio, que esa persona se enferme”, advirtió. Además, para poner el fenómeno en contexto, explicó que a las mujeres les es más fácil aceptar su homosexualidad que a los hombres, porque la sexualidad femenina incluye mucho más fácilmente la ternura, y la masculina es más violenta por la cuestión de la penetración. En concordancia, Marcela Collia, psicóloga y divulgadora de ciencia sobre sexo y relaciones, expresó que está estudiado que la sexualidad de las mujeres es más pasible de cambio por factores externos y culturales, ya que tienen más flexibilidad de conducta, aunque siempre depende de un criterio muy subjetivo.

“Cada persona maneja un criterio sobre qué es el enamoramiento y hay que entender que las personas se casan por motivos distintos”, sentenció Collia, quien agregó que cualquier pulsión sexual puede pasar a otro registro por un tema de costo-beneficio. “En el caso de una persona homosexual, puede tener que ver con que le duela más que toda su comunidad o amigos lo juzguen a tener sexo con alguien a quien no desea, y de última se masturba o tiene sexo a escondidas”, aclaró, y advirtió que en muchos matrimonios heterosexuales la actividad sexual disminuyó con el paso del tiempo y, sin embargo, valoran otras cosas a largo plazo. “Por lo que consumimos en los medios de comunicación, todos pensamos que la trayectoria de una pareja es: conozco a alguien, me enamoro, compartimos todo, encima el sexo está re bueno y todo va joya. Y si no, es un fracaso. Pero después lo que ves en la realidad es bastante diferente. No está mal si los dos eligen, por ejemplo, resignar un poco el sexo o pasar más o menos tiempo juntos. Se trata de poder hablar las cosas que a los dos les gusten y no guiarse por una idea estipulada”, sentenció.

La seguridad versus la novedad

Tal como detalló Collia, las parejas no están juntas por los motivos que nos muestran en las películas: “Si no, no habría tanta gente emparejada, más allá de que el 50% de los matrimonios terminan en divorcio. A pesar de que no haya sexo, o que no sea funcional o divertido, hay otro montón de cosas que habilitan que las personas tengan parejas a largo plazo”. Además, tal como expresó, el ser humano suele caminar en una cornisa entre la necesidad o el deseo por cierta seguridad (por eso se ahorra o se estudia para tener una carrera), y el deseo de novedad, que es por lo que divierte o puede llegar a excitar, viajar o salir con alguien nuevo. La forma de vincularse de alguien dependerá de qué tanto valore el tema de la seguridad o de la novedad. “Las personas que se encaminan en un vínculo monógamo siempre están decidiendo resignar ciertas cosas, pero porque están eligiendo otras. El problema aparece cuando algo de ese pacto no existe, cuando hay un secreto, una mentira, un ocultamiento, un discurso de una cosa y una práctica de otra. Es ahí cuando nace el conflicto”, concluyó Costa.

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La psicóloga Marcela Collia aclaró que la forma de vincularse de alguien dependerá de qué tanto valore el tema de la seguridad o de la novedad.

La psicóloga Marcela Collia aclaró que la forma de vincularse de alguien dependerá de qué tanto valore el tema de la seguridad o de la novedad.

Los valores que sientan las bases

Por eso, más allá del modo o de cuántas personas son las que componen un vínculo, hay que evaluar qué valores sientan las bases. “Alguien que es gay y decide llevar adelante una relación heterosexual puede ser que lo haga presionado por los mandatos, pero también puede ser que tenga una relación genuina y se sienta atraído, ame y desee a una persona del otro sexo y que no sea mentira, las dos cosas son posibles”, explicó Szereszewski, quien enfatizó sobre la posibilidad inversa: también es posible que alguien heterosexual se sienta atraído por alguien de su mismo sexo y lo reprima. En todo caso, dependerá del acuerdo entre los involucrados sobre cómo cada uno podrá ejercer su sexualidad. “Ahora es muy común entre los jóvenes que se juegue la cuestión de las parejas abiertas y eso no invalida la solidez del vínculo. Ambas toleran que tengan sexualidad con otras personas, no importa el sexo”, indicó. Por último, retomó la problemática de la represión para los casos de aquellos que se encuentran en el “closet”, y de cómo impacta en la salud de los involucrados. “No hay nada que se pague más caro que un deseo reprimido. Tiene un costo altísimo”, concluyó.

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