Como cada tercer sábado del mes de mayo, se celebra el Día Mundial del Whisky. A nivel global, destilerías, bares y aficionados de esta bebida (con mucha historia detrás) celebran una jornada especial. En la Argentina la tradición está arraigada y en las últimas décadas ha construído su propio camino, con productos de alta calidad y amplio reconocimiento internacional.
Día Mundial del Whisky: la antigua tradición que marca tendencia en las destilerías argentinas
Se celebra este sábado el Día Mundial del Whisky, una jornada que conmemora cada año la tradición de esta noble bebida. Su historia, las variantes y la producción local que fascina a nivel global.
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Día Mundial del Whisky: se celebra el tercer sábado de amyo de cada año.
Con el paso del tiempo, el whisky dejó esa imagen configurada por los estereotipos y entró en el círculo popular, el de la divulgación, con jóvenes (y algunos no tanto) que hacen bandera de esta noble bebida. Con ella, viene una historia ancestral de más de 2.000 años, desde la frías y distantes Highlands, en Escocia, donde apareció este aguardiente conocida como “agua de vida” para aquellos primitivos pobladores celtas de las islas británicas.
Desde el año 1494, fecha en que data la primera botella de origen escocés, el whisky avanzó y se diversificó. No tardó en llegar a Irlanda, la “Isla Esmeralda”, y de allí en más, la expansión no se detuvo. Tanto que cruzó el Atlántico para afincarse en Estados Unidos, con su estilo “bourbon”, para luego continuar por el resto del planeta, adoptando características de cada lugar. La Argentina no fue la excepción y desde hace décadas existen destilerías con producción local propia, con uso de materias primas de alta calidad y los más altos estándares en sus técnicas de elaboración.
Whisky, de Escocia para el mundo
A nivel mundial, resaltan los whiskys de Escocia, Irlanda y de Estados Unidos. Para ello, Ámbito dialogó con Roi González, Brand Ambassador de Chivas en la Argentina, para conocer las características que cada lugar le da a este “agua de vida” tan especial. “Cada país imprime su sello en el whisky que produce, y eso es justamente lo que hace tan interesante este universo. En el caso de Escocia, o “Scotch Whisky”, hablamos de una categoría con mucha tradición y diversidad de perfiles. Se elabora a partir de cebada malteada y debe envejecer al menos tres años en barrica”, explica González.
“En el caso de los “single malts”, provienen de una única destilería y solo usan cebada malteada como The Glenlivet, un exponente de Speyside, región reconocida por sus perfiles frutales y suaves. Luego están los “blends”, que combinan whiskies de grano y de malta como Chivas Regal 12 años, que representa muy bien el estilo escocés equilibrado y generoso, con notas de manzana, miel y vainilla. También hay expresiones más modernas, como Ballantine’s 7 años, con sabores frutales y dulzura aportada por su paso en barricas americanas. Para quienes prefieren algo más intenso, The Deacon ofrece un perfil ahumado y especiado”, detalló el experto sobre las variantes escocesas.
En el caso de Irlanda, continúa González, “el diferencial es su triple destilación, lo que le da al whisky una suavidad única. Jameson es el mejor ejemplo: es equilibrado, amable, con notas frutales y un toque especiado. Es súper versátil y muchas veces es la puerta de entrada para quienes están empezando a descubrir el whiskey”.
Por último, en los Estados Unidos, donde la llegada fue más tardía, el bourbon es su máximo exponente. “Es su gran emblema, y ahí todo se hace con un enfoque distinto: usan maíz como base, barricas nuevas de roble americano y mucho enfoque en los sabores cálidos y dulces”, explicó González. “En 2024 lanzamos TX Whiskey, nuestro primer bourbon, 100% de origen texano que a diferencia de otros bourbons americanos, utiliza maíz amarillo, trigo de invierno y cebada malteada con una cepa de levadura de nuez El resultado es un whiskey con aroma floral, notas de miel de maple, canela y caramelo, ideal para quienes buscan una experiencia diferente, moderna, pero con mucho cuerpo y personalidad. Por eso, cada país ofrece algo distinto. El whisky no es una sola cosa: es un abanico de estilos, historias y sabores que vale la pena explorar”, aseguró el Brand Ambassador de Chivas.
La Alazana, el whisky argentino que se añeja en la Antártida
Como tantas otras tradiciones, el whisky no fue la excepción y llegó a la Argentina. Primero como consumidor, dado que esta noble bebida no se elaboraba en el territorio. Ya desde 2011, con La Alazana, la primera destilería del país, marcaron el rumbo como pioneros en la siembre de cebadas especiales
En el paraje Las Golondrinas, que pertenece al municipio de Lago Puelo, en el valle que se emplaza al pie del cerro Piltriquitrón, en la provincia de Chubut, Néstor Serenelli y Lila Tognetti se embarcaron en la aventura apasionante del mundo de las destilerías.
“Elegimos dedicarnos a la producción de whisky hace más de 20 años, cuando compramos la chacra en Las Golondrinas, Chubut. La destilación siempre fue una pasión para Néstor, así decidimos emprender el largo camino de comenzar con una destilería de whisky de malta, siendo la primera en el país”, relata Lila Tognetti, en diálogo con Ámbito.
Tognetti tiene un posgrado y maestría en Ciencias de la Destilación en el ICBD (International Centre for Brewing and Distilling), en la Universidad de Heriot-Watt en Edimburgo, Escocia. Junto a Serenelli, se especializaron en el CMBTC en Winninpeg, Canadá, en el cultivo y malteo de su propia cebada, lo que les permite tener el control total sobre la materia prima más importante, junto con el agua, para elaborar whisky. “Somos pioneros no solamente en la producción de whisky, también en el cultivo y malteo de variedades de cebada exclusiva para whisky, incluyendo una malta ahumada con turba patagónica”, explican los creadores de La Alazana.
Otro dato importante de esta destilería patagónica es que añeja sus whiskys en la Antártida, un hecho único a nivel mundial, orgullo para la marca que le da renombre mundial y muestra no solamente su pasión sino también su inquietud, su fuerza y sus ganas de innovar.
“La Alazana no es solamente la primera destilería de whisky de malta de la Argentina, sino que somos la primera y única del mundo en estar añejando whisky en la Antártida, tanto en la Base Marambio como en la Base Belgrano 2”, explicó Tognetti.
Respecto a su producción, en La Alazana elaboran alrededor de 60 barricas anuales, es decir, un estimado de 20.000 botelllas. “Si bien para ser whisky el destilado se debe añejar en barricas por un mínimo de tres años, el añejamiento mínimo para nosotros como norma es siempre de ocho años”, detallaron.
Respecto a la demanda, detalló Tognetti, “la mitad de lo que se embotella se está vendiendo al exterior: Canadá, Francia, Costa Rica y Reino Unido. Además hemos realizado junto con una destilería Galesa un blend de maltas”.
El fruto de este trabajo de años de esfuerzo les valió a Néstor y Lila varios reconocimientos internacionales. “Nuestro emprendimiento productivo se ha expandido a ser un atractivo turístico, lo que sumado a dos medallas de oro internacionales y el esfuerzo en priorizar la calidad del whisky. Es nuestra pasión y nuestro trabajo, no es un hobby para nosotros”, destacaron.
“El desafío fue poder trabajar y poder vivir de este emprendimiento que es nuestra pasión. Nuestra chacra nos da todo lo que necesitamos del lugar para hacer un producto de calidad: el agua y el clima frío patagónico. Para nosotros expresar nuestro lugar en una bebida tan elegante y preciada en el mundo, es una satisfacción y orgullo. Cuando una persona lo prueba y lo disfruta, sea donde sea que está, se conecta con la Patagonia”, dijo Tognetti.
Casares, la destilería escuela que produce whisky de excelencia
A poco más de 300 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, en la localidad de Carlos Casares, hay otra destilería que con pasión y orgullo elabora un whisky de alta calidad, con reconocimiento internacional.
Se trata de Destilería Casares, del Dr. Ricardo Satulovsky, quien comenzó con un alambique de cobre y hoy cuenta con un espacio en el que se produce, se investiga y se hace docencia en lo que respecta a la elaboración del whisky.
“Empecé en la idea de tomar algo que se cultivara en mi partido y hacer todo el proceso hasta el final: da la cebada a la malta, de la malta de cebada a la cerveza, y de la cerveza al whisky. Y luego fui apasionándome con el proceso y cómo mejorarlo, y cómo transmitirlo”, relató Satulovsky, cuya historia de vida lo llevó desde la medicina a las destilerías.
Desde Carlos Casares, su lugar en el mundo, Satulovsky contó su experiencia y el recorrido que realizó desde 2011, con los primeros malteos. “El trabajo es individual, uno por uno a quien está decidido a recorrer el camino, transmitir la experiencia para que ganen tiempo de perfeccionamiento, evitando ensayos y errores ya conocidos, y darles las herramientas para avanzar mas rápido. Elaborar whisky es una tarea sumamente compleja, y un camino de perfeccionamiento continuo que los japoneses llaman ´Kaizen´”, dijo.
La historia del creador de Destilería Casares se divide entre los consultorios y la producicón de whisky. Satulovsky es médico del hospital público desde 1984, con más de 40 años de ejercicio de la profesión.
“La mía es una destilería escuela, centrada mas en la formación de colegas y en la calidad del producto, por encima de la cantidad. Tenemos seis premios internacionales, el último de este 2025 fue medalla doble oro en San Francisco”, relató Satulovsky, en diálogo con Ámbito.
En ese sentido, el creador de Destilería Casares reflexionó “el whisky desde la óptica del destilador es un mundo de descubrimiento y un camino de mejora continua, tanto del producto como de la persona. Puede ser un micro emprendimiento que se vuelva proyecto de retiro pasados los 50, se puede emprender individualmente al estilo ´Company of one´,y permite que la persona sea una embajadora de su pueblo, que conozcan la localidad por su whisky porque como producto para el amante de esta bebida es universal, hoy se produce en todo el mundo”.
Y concluyó: “Lo que el whisky no es, en razón de los largos tiempos que demanda, es ser una inversión de pronto recupero. Es realmente una apuesta al futuro, un emprendimiento a veces que trasciende las generaciones y siempre un legado. Si a eso le sumas que el añejamiento para un buen producto es mínimo de 3 años con un ideal de 12 años, es que se entiende que se necesita proteger cada pequeña destilería que inicia, al menos por 5 a 7 años hasta que arranque”.
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