11 de enero 2021 - 00:00

El brexit causa el mayor quiebre entre los kelpers y el Reino Unido desde la guerra de 1982

La salida de ese país de la Unión Europea dejó sin reconocimiento a las Malvinas como "territorio británico de ultramar". Así, pierden acceso al mercado comunitario y enfrentan un futuro económico incierto. ¿Oportunidad para la Argentina?

RUIDO. El último editorial de Lisa Watson en el periódico Penguin News marcó el contrapunto más fuerte entre los habitantes de las Malvinas y el Reino Unido en décadas.

RUIDO. El último editorial de Lisa Watson en el periódico Penguin News marcó el contrapunto más fuerte entre los habitantes de las Malvinas y el Reino Unido en décadas.

Aunque eso no implique en lo inmediato un acercamiento a la Argentina, algo parece haberse roto entre los kelpers y el Reino Unido a propósito del brexit, el divorcio entre ese país y la Unión Europea que ha dejado a los habitantes de las islas ocupadas ilegítimamente desde 1833 pedaleando en el aire y con sus principales fuentes de ingresos comprometidas. Así surge, entre otros indicios, de una columna que publicó el último viernes Lisa Watson, la editora del periódico Penguin News, sugestivamente titulada “Respuesta cortés a una mano sucia”.

Ese choque, el mayor detectado desde la lamentable guerra de 1982, ha sido notado por la Cancillería, que entiende que abre una nueva oportunidad de hacerles entender a los isleños que Londres les queda demasiado lejos y que les convendría dejar de lado sus prevenciones contra todo lo que sea argentino.

“Siempre hemos reconocido (como ‘posición’ de las Falkland) que el brexit ha sido mayormente un problema para la gente que realmente vive en el Reino Unido. En ese estilo terriblemente británico, no hemos hecho un escándalo. Al mismo tiempo, hemos sido claros en señalar de manera digna que el brexit nos impacta enormemente”, dijo.

La referencia apunta al hecho de que la colonia, que tras el divorcio del 1 de enero dejó de ser reconocida como una “dependencia británica de ultramar”, comenzó a hacer frente a aranceles del 6 al 18% para ingresar sus productos pesqueros –sobre todo el calamar– a los 27 países de la UE. Asimismo, la carne de cordero, segundo producto isleño de exportación, enfrenta tarifas del 42% y se han perdido cupos y aportes comunitarios para el desarrollo. El peligro de un descalabro económico es concreto.

Así, más colonia que nunca, las Malvinas sufrirían la pérdida del mayor mercado que tenían sus exportaciones de pescado, las que dan cuenta del 60% de sus ingresos.

El revés es múltiple: a dicho daño se suma el hecho de que, de ahora en más, la parte de la flota pesquera española que antes les pagaba licencias de explotación a la islas, comenzaría a hacerlo ahora a la Argentina.

La editora del Penguin News embistió contra los defensores locales del brexit, quienes “no pudieron explicar por qué una pérdida de ingresos tan pesada podría resultar ventajosa; aparentemente, mi pequeño cerebro femenino simplemente no puede hacer frente a las complejidades de las avanzadas premisas de sus argumentos sobre ese tema”, ironizó.

Aunque afirma creer que la separación de la UE será más perjudicial para la metrópoli que para la colonia, Watson denunció que los isleños fueron “tratados como niños por el primer ministro en su discurso de Navidad y como idiotas a la hora de las preguntas”.

“La Unión Europea fue totalmente intransigente en cuanto a excluir a la mayoría de los territorios de ultramar en las negociaciones comerciales, pero ustedes no serán olvidados ni dejados de lado”, les prometió Johnson a los habitantes de las islas, sin ninguna precisión. Sin embargo, estos sienten que en esas tratativas se los abandonó a su suerte para privilegiar los intereses empresariales ligados a la pesca en los mares del norte.

“Nadie se preocupó por nuestra posición antes del brexit (y) a pesar de haber quedado a un millón de millas del resultado que esperábamos, nuestra respuesta bien educada es que estamos frustrados y decepcionados”, denunció Watson en su editorial.

“Es más que decepcionante; es una mierda e injusto. ¿Eso es de mala educación? Creo que está justificada”, cerró con vehemencia inusitada.

“Lo ocurrido en las negociaciones del brexit pone en evidencia el carácter perimido de la situación colonial de las islas y la necesidad de que la Argentina y el Reino Unido inicien un diálogo destinado a resolver el diferendo por la soberanía”, le dijo Daniel Filmus, secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico sur, a Ámbito.

Sin opinar sobre el clima que se ha generado entre los isleños y el Gobierno británico, el funcionario añadió que la coyuntura también “pone de manifiesto la potencialidad de un acercamiento de las islas Malvinas al continente”.

Las prioridades británicas en el Atlántico sur pasan por la base militar que se instaló en las islas después de la guerra, puerta de entrada a la Antártida y al paso bioceánico. Con todo, a la hora de defender los intereses de los habitantes frente a Bruselas, Londres desertó.

En cambio, el acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la UE y el reconocimiento del bloque sudamericano a la vigencia de la legislación argentina sobre las Malvinas, les podría devolver a estas el acceso sin aranceles al mercado de “los 27”.

Por otra parte, sin una aproximación a la Argentina, las islas nunca gozarán de la seguridad jurídica ni del apoyo necesario en el continente para las explotaciones hidrocarburíferas con las que sus autoridades amagan, sin éxito, desde hace muchos años.

Por el momento, sin embargo, sigue primando la desconfianza, legado de la guerra trágicamente inventada por la dictadura militar, al punto que el gobierno de las Malvinas se negó a aceptar la oferta nacional de respiradores acercada en el inicio de la pandemia del nuevo coronavirus.

Nadie se engaña al respecto en el Palacio San Martín: el estado de ánimo de Watson, una suerte de sensación de abandono por parte de quienes –especialmente los conservadores– prometieron estar siempre junto a la colonia, es representativo del de buena parte de la sociedad kelper, pero no arrojará a estos automáticamente a los brazos de la Argentina. Sin embargo, una política nacional consistente, de Estado y por tanto alejada de los habituales banquinazos políticos, podría hacer la diferencia con el tiempo.

Si la realidad dada por el reclamo irrenunciable de nuestro país, su falta de legitimidad para arrogarse el estatus de pueblo con derecho a la autodeterminación y su número ínfimo para tal aspiración ya eran factores contundentes, con el brexit, los malvinenses han recordado lo que implica ser una colonia. A pesar de sus problemas, la democracia argentina les ofrece mucho más.

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