9 de diciembre 2024 - 00:00

Encontrar un sentido común para lograr un país "normal"

Es necesario que la política encuentre caminos de diálogo y equilibrio que conduzcan a consensos mínimos en políticas de Estado que permitan mantener, con variantes lógicas propias de los diversos ciclos políticos.

Economista, expresidente del Banco Central.

Economista, expresidente del Banco Central.

Ámbito

Ámbito Financiero cumple 48 años. Nació en diciembre de 1976. En un momento clave de nuestra historia en plena Dictadura, donde comenzó a quebrarse un modelo productivo y de inclusión social, que, a pesar de errores y limitaciones, permitió tres décadas de mejora sostenida en la calidad de vida de los argentinos.

El diario informó, cuando no anticipó diversos programas económicos, en muchos casos fallidos o que no pudieron sostenerse. Desde la tablita de Martínez de Hoz, el Austral, la Convertibilidad, la crisis de 2001 y las diversas experiencias vividas en este siglo XXI.

La democracia llegó 7 años luego de la fundación del diario. Una democracia joven que no pudo aun encontrar un equilibrio político, económico y social, dadas las violentas oscilaciones del trágico péndulo argentino que caracterizó Marcelo Diamant.

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Los fuertes desequilibrios cambiarios fueron patrimonio en mayor o menor medida de todos los gobiernos.

Los fuertes desequilibrios cambiarios fueron patrimonio en mayor o menor medida de todos los gobiernos.

Así se sucedieron, cual argentinidad al palo, éxtasis y agonías, represión y borrachera financiera, tasas negativas y superpositivas, burbujas financieras y crisis, endeudamientos y defaults, sobreprotección y apertura indiscriminada, “carry trade” y cepos, tipos de cambio fijo y flotación incontrolable, dolarización y pesificaciones, descalces de monedas y corralitos, subsidios indiscriminados y tarifazos, sobredimensionamiento estatal y privatizaciones sin control.

La única continuidad y certidumbre fue la ausencia de un programa de corto plazo que enlazara con una estrategia sostenible de mediano plazo y por eso las diversas estabilizaciones citadas (Austral, Convertibilidad, etc.) no pudieron sostenerse.

Los fracasos de cinco décadas fueron minando la confianza tanto de los inversores como del público, de empresarios y trabajadores. El tipo de cambio y el riesgo país empezaron a tener tanto rating como el pronóstico del clima. Cada argentino debió convertirse en un experto financiero para proteger su patrimonio.

Un solo ejemplo de este patrón en una variable clave en Argentina que es el tipo de cambio, especialmente por la dolarización creciente de la Argentina que se gestó entre 1975 y 1976 cuando nacía el diario.

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Elaboración propia con datos del BCRA.

Elaboración propia con datos del BCRA.

El país pasó de momentos de gran apreciación cambiaria, 1979-1981, años 90, 2014-2018, septiembre-diciembre de 2023 y marzo de 2024 al presente, a períodos de fuerte depreciación 1982-1985 1989-1991, 2002-2010, 2018-2020 y fines de 2023-marzo de 2024.

Por supuesto que no puede haber un tipo de cambio de “equilibrio” que sea una constante. El mismo o mejor dicho los rangos cambiarios razonables cambiarios dependen de la apertura de la economía, el nivel de reservas, el grado de endeudamiento y acceso al mercado, el valor de los commodities, etc. El tipo de cambio como otras variables deben ser flexibles a cambios en los contextos, evitando fluctuaciones violentas y negativas para la economía real.

Lo cierto es que los fuertes desequilibrios cambiarios fueron patrimonio en mayor o menor medida de todos los Gobiernos. Así en los últimos 48 años, raros fueron los momentos de equilibrio. Equilibrios que permitan favorecer la producción, sin afectar salarios. En todo caso acotando la volatilidad para conciliar estabilidad productiva y financiera.

Como dijimos en la primer columna de este año en Ámbito “la comparación histórica no captura las situaciones coyunturales y estructurales cambiantes. … cual sería un “tipo de cambio de equilibrio” dada la dinámica de oferta y demanda en el mercado de divisas y de la inflación futura, que esta codeterminada con el tipo de cambio, dado el grado de dolarización de Argentina”.

Podría justificarse que en ciertos momentos luego de la hiperinflación, para lograr estabilidad la economía funcione con un tipo de cambio apreciado como en 1991-1992, pero claramente sostenerlo era inviable. También podría justificarse que el país necesitaba un tipo de cambio elevado en 2002 para compensar la desarticulación productiva de los años 90, pero la falta de corrección de ciertos precios relativos (como la energía) y la dinámica de importaciones dado el crecimiento sostenido volvió a reponer la restricción externa.

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El tipo de cambio como otras variables deben ser flexibles a cambios en los contextos, evitando fluctuaciones violentas y negativas para la economía real.

El tipo de cambio como otras variables deben ser flexibles a cambios en los contextos, evitando fluctuaciones violentas y negativas para la economía real.

La experiencia indica que diversos shocks externos como la suba de tasas internacionales (1981, 1994 y 2017-2018) bajos precios de exportables en 1985-1987, 1998-2001 o 2013-2016) impidieron sostener en el tiempo tipos de cambio apreciados. La dinámica del proceso económico como las demandas de los sectores sociales impiden sostener también tipos de cambio elevados por lapsos prolongados. ¿Cómo alcanzar un equilibrio sostenible?

Luego de las sucesivas crisis un fuerte llamado de atención de la sociedad ante las sucesivas frustraciones, desembocaron en la elección de un Presidente extremadamente polarizado y confrontativo. Es necesario que la política encuentre caminos de diálogo y equilibrio que conduzcan a consensos mínimos en políticas de Estado que permitan mantener, con variantes lógicas propias de los diversos ciclos políticos, una dirección estratégica, un proyecto País que excluya polaridades extremas, que concilie crecimiento sostenido y justicia social.

Para evitar los péndulos trágicos se requiere una articulación amplia de la oposición para acordar esos consensos en temas como el rol del Estado, inserción internacional, promoción de cadenas productivas con valor agregado, promoción de la educación, ciencia y tecnología, un sistema tributario eficiente y justo y diversos etcéteras.

Solo así el tipo de cambio, termómetro de la economía podrá oscilar en valores razonables de forma libre, con administración de dicha flotación cuando haya situaciones de “stress” en la economía global y/o local.

Nada bueno puede derivar de exacerbar la polarización y la violencia discursiva y de hecho. La imposición solo dura temporalmente, como las políticas que descansan en apertura indiscriminada cuando el mundo aumenta su proteccionismo, veranitos financieros sin contrapartida en la producción y en la generación genuina de recursos, adecuadamente distribuidos. Se trata de encontrar un sentido común para lograr un país “normal”.

Economista, expresidente del Banco Central

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