El detrás de escena de la declaración de Cristina Kirchner y el cara a cara con sus victimarios

La tensión y el máximo silencio marcaron el clima en una colmada sala de audiencias. Víctima y victimario confeso estuvieron a solo metros de distancia durante más de una hora, lo que duró la declaración testimonial de la expresidenta.

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Él no le sacó la vista de encima en ningún momento. Ella lo cruzó con su mirada solo una o dos veces. Por primera vez, Cristina Kirchner estuvo cara a cara con Fernando Sabag Montiel, el hombre que intentó matarla hace casi dos años. La tensión y el máximo silencio marcaron el clima en una colmada sala de audiencias. Víctima y victimario confeso estuvieron a solo metros de distancia durante más de una hora, lo que duró la declaración testimonial de la expresidenta, quien relató que no se dio cuenta de nada aquella noche del 1 de septiembre de 2022 e insistió en que el “Partido Judicial” no investiga a los instigadores y financiadores del ataque contra su vida.

A las 9:32 de la mañana y en medio de un importante operativo de seguridad, Cristina Fernández ingresó por una de las puertas laterales del edificio de Comodoro Py. La esperaba una marea de periodistas y un grupo de militantes a quienes se detuvo por unos segundos para saludar.

La Sala AMIA de los tribunales federales estaba colmada de dirigentes, legisladores y funcionarios, entre ellos el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, que se hicieron presentes en señal de respaldo.

Los tres acusados, aunque no están obligados a presenciar todas las audiencias, decidieron concurrir. Escoltados cada uno por dos efectivos del Servicio Penitenciario Federal, escucharon la declaración de la mujer a la que habían querido asesinar. Sabag Montiel, sentado del lado derecho del recinto y en una de las primeras filas, siguió la testimonial con atención de principio a fin. Brenda Uliarte, ubicada al final de la sala y en línea recta a Cristina se mostró con la mirada perdida. Gabriel Carrizo, también en última fila pero alejado de Uliarte escuchó con atención y hasta se mostró distendido luego de finalizada la audiencia.

Vestida con traje gris, blusa blanca, escarapela argentina y el rosario de siempre colgado de su cuello, Cristina ingresó al lugar por una puerta contigua al estrado de los jueces y se sentó directamente en el atril para declarar. La misma sala, la misma silla que la albergó en julio de 2019 cuando, recién anunciada la fórmula para la candidatura junto a Alberto Fernández, otro tribunal la llamaba para declarar como imputada en la causa Vialidad.

Luego de dejar el poder en 2015, Cristina había tenido que ir numerosas veces a Comodoro Py a defenderse. Esta vez, lo hizo en calidad de víctima, luego de haber sobrevivido a un intento de asesinato en su contra. Tal vez por eso su registro, el tono de su declaración fue diferente al de otras veces. Con menos vehemencia y más brevedad, la testimonial se extendió por algo más de una hora y sin preguntas de la defensa del principal imputado que prefirió no intervenir.

A las 9:40 hs el interrogatorio lo iniciaron los abogados de la querella, Marcos Aldazábal y Juan Manuel Ubeira. Como había adelantado Ámbito, los letrados trabajaron y acordaron los términos de la testimonial junto a la expresidenta, quien buscó exhibir el déficit de la investigación en cuanto a la autoría intelectual. Para Cristina, hubo un clima previo de violencia política, violencia simbólica y discursos de odio en su contra, que se manifestaron durante sus dos mandatos presidenciales y que le dieron marco al intento de magnicidio.

En esa línea recordó los días previos al ataque en los que manifestantes iban a la puerta de su casa con consignas violentas y marchas militares, mientras el fiscal Diego Luciani pedía doce años de prisión en su contra en la causa Vialidad. Específicamente recordó la actuación de Luciani a quien apuntó como parte de una estrategia de proscripción. “Una diatriba entre el 21 de mayo de 2019 y el 24 de junio de ese mismo año que había sido preparada pensando que yo iba a ser la candidata a presidenta de la República Argentina y que me iban a tener sentada ahí acusándome de corrupción (no a mí, al peronismo) y por lo tanto, cuando desbaraté ese escenario nadie se acuerda del Luciani del 19, que era el mismo del Luciani que sí tuvo el prime time durante veintidós días con pantalla partida, de manera tal que mientras él hablaba mostraban la puerta de mi casa”. Cristina consideró que esa cobertura mediática de aquel extenso alegato motivó que las personas que iban a insultarla y agraviarla se congregaran cada día más en la puerta de su departamento de Recoleta. “Ese era el clima previo al atentado”, ilustró.

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Ojo negro

Para Cristina Kirchner, la violencia discursiva y simbólica en su contra comenzó durante sus mandatos presidenciales. Para describirlo, mostró en gigantografía tapas de revistas e ilustraciones en las que se la ve con un ojo morado. “Miren. Con un ojo negro. Tiene actualidad”, ironizó, en clara alusión a la foto que consta en la denuncia de Fabiola Yañez contra Alberto Fernández por violencia de género.

En lo que fue uno de los pasajes más políticos de su declaración, la exvicepresidenta afirmó que la violencia de la que fue víctima se debió a sus posicionamientos políticos. En ese sentido mencionó la reestatización de las AFJP, la recuperación de YPF y el desendeudamiento, entre otras medidas de su gobierno, que generaron “la crispación en los poderes concentrados de la economía”.

Instigadores

“No seamos ingenuos. Estas tres personas que están sentadas ahí no actuaron solas”, dijo Cristina mientras señaló y miró a Sabag Montiel. Para Cristina la investigación a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo fue “un desastre total y absoluto. Y advirtió que “puede haber un mal juez de instrucción, el problema es cuando este juez es ratificado por las instancias superiores”. En esa línea reiteró su concepto de la existencia de un “partido judicial” que “no actúa solito”, sino en articulación con los medios de comunicación.

"Sería ingenuo de parte mía pensar que las tres personas que están sentadas ahí fueron las que idearon esto. Estamos solo frente a los autores materiales, siempre el hilo se corta por lo más delgado", agregó. Para luego hacer una caracterización de sus agresores y de los violentos que se manifiestan en redes sociales: “Son personas muy grises. Si les sacan el celular y la red no existen. Y nadie se va a acordar de ellos. Son seres absolutamente intrascendentes. Entonces, solo la violencia les da sentido”.

Gerardo Millman

Consultada por la fiscal de juicio Gabriela Baigún sobre los posibles vínculos políticos del atentado en su contra, Cristina Kirchner manifestó su malestar por la falta de investigación de la denominada pista Millman. Recordó que el diputado había dicho en el bar Casa Blanca “cuando la maten ya voy a estar camino a la costa” y que “no pasó nada”. “Todo tiene que ver con todo”, afirmó al recordar que la actual ministra de Seguridad Patricia Bullrich contrató en bajo su órbita al perito informático señalado por haber borrado los teléfonos de Millman y sus secretarias, precisamente en las oficinas de la excandidata del Pro y actual funcionaria de Javier Milei. “Se les queman los códigos penales cuando se trata de mi persona”, expresó. Y agregó: “Millman, un Nostradamus contemporáneo presenta un proyecto el 17 o el 15 de agosto criticando la custodia y dice en una parte ´no sea cosa que alguien intente matarla y después quieran presentarla como una víctima´. Y cerraba diciendo: ´Sin Cristina no hay peronismo y sin peronismo hay argentina´”.

Máximo, Florencia y Helenita

Consultada por el impacto en su familia luego del atentado, Cristina reveló detalles desconocidos hasta el momento. Contó que cuando agredieron a su hijo Máximo en la puerta de su casa de Recoleta le sacó una foto porque “llegó con toda la cara colorada por los gases”. Dijo que la quiso publicar para denunciar lo ocurrido pero su hijo no la autorizó.

Con la voz quebrada relató que cuando murió Néstor Kirchner a Máximo le dijo que volara urgente a Río Gallegos porque su padre estaba mal, pero no le dijo que había muerto. Y Máximo se enteró por un trabajador del aeropuerto que le dio sus condolencias. Entonces -contó- cuando lo llamaron para decirle que había pasado algo con ella, Máximo estaba cenando con un amigo en Parque Leloir y fue rápidamente a Recoleta pensando en que su madre había muerto.

También reveló las consecuencias para su nieta Helena, hija de Florencia Kirchner, quien requirió de tratamiento psicológico porque empezó a tener miedo de salir de su habitación. “No quería ir al living o al baño porque tenía miedo que la maten”, describió Cristina.

Custodia

“No había forma de impedir lo que pasó. No tienen la culpa”, dijo Cristina sobre sus custodios.

La defensa de Brenda Uliarte, sólo hizo dos preguntas y apuntó a la actuación de la custodia. La estrategia apunta poner el foco en la seguridad de la víctima. Sin embargo, Cristina respaldó en forma cerrada al personal que la cuida. "Actuaron de la manera que actuaron siempre, cuidándome. Siempre había alguno atrás o cerca mío, pero con las instrucciones de que no se me pusieran entre la gente y yo para poder tomar contacto con la gente", afirmó. Y ratificó que el jefe de la custodia sigue siendo el mismo desde entonces.

Al cerrar su alocución, Cristina se refirió a la ruptura del pacto democrático. Dijo que nunca creyó que podía pasarle algo así y que pecó de ingenua en su lectura de época. “Bastante ingenuidad la mía. Porque debí haber advertido los cambios de época. Sobre todo, a partir de los discursos de odio. Me faltó tal vez descifrar y decodificar lo que se estaba viviendo. “Intentaron matarme mil veces y no lo lograron. Pero esa vez lo intentaron de manera más efectiva”.

Y recordó el título del diario Clarín “La bala que no salió, el fallo que sí saldrá”. El objetivo -dijo con la voz quebrada- es “eliminarnos a como de lugar. Con un tiro, con una sentencia”.

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