El gobierno elevó al Parlamento el proyecto de Presupuesto, clave para el escenario económico del país en los próximos años. Su base son las proyecciones sobre la economía, que plantean -según los datos que se publican en la exposición de motivos- un crecimiento de 2,6% este año y de 2,2% el año que viene. Se incorpora así la desaceleración que buena parte de los analistas está estimando, para luego proyectarse una mejora en la tasa hasta alcanzar un 2,5% para los años 2028 y 2029 (gráfica).
Un Presupuesto audaz
El gobierno elevó al Parlamento su proyecto con una expansión del gasto, aunque acotada. Se fundamenta en un crecimiento proyectado de la economía tendiente a 2,5% anual.
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El ministro Gabriel Oddone presentó el proyecto de ley de Presupuesto con proyecciones de tono optimista.
Por supuesto, se trata de proyecciones. Si bien están extensamente fundamentadas en el documento, es una perspectiva de mediano plazo, con el grado de variabilidad lógicamente esperable. Más todavía con el actual escenario global, de múltiples incertidumbres, con un panorama regional en Argentina difícil de prever siquiera un año para adelante.
Pero siempre es necesario tener un plan y el equipo económico -respaldado por todo el gabinete- ha planteado este derrotero futuro como base para una proyección de gastos e ingresos del Estado. En cuanto al gasto, se prevé un aumento acotado y paulatino pasando de 140 millones de dólares adicionales al gasto de 2025 en el primer año 2026 (un aumento del 0,5% respecto al gasto total) hasta un adicional de 280 millones de dólares (sobre la misma base) en el último año de esta administración (2029). Esto deriva en una proyección fiscal que muestra que el déficit -tomando gobierno central y BPS- superará el 4% este año, quedará en 4% el año que viene y luego irá reduciéndose hacia un 2,6% en el año 2029. Esto implicaría equilibrio primario (el déficit se explicaría exclusivamente por los intereses de deuda).
Déficit fiscal, nueva regla y deuda neta
Como dijo el propio ministro de Economía, Gabriel Oddone, esto reviste cierta audacia: se establece más gasto -por más que sea acotado- para incorporar determinados objetivos políticos con los cuales está comprometido el gobierno del Frente Amplio (FA), lo que implicará convivir con un déficit fiscal importante, aunque descendente. Pero esto en la medida que la proyección del desempeño económico descrita al principio se cumpla; si surge algún inconveniente, se puede entrar en una zona de ciertas turbulencias. Ante esas eventuales circunstancias, Uruguay pondrá a prueba sus resguardos institucionales para enfrentarlas, como la regla fiscal (ahora modificada) y el compromiso con mantener el Grado Inversor, asunto clave para la sostenibilidad de las cuentas del Estado y la gestión pública en cualquier circunstancia.
La proyección fiscal descrita, establecida en el proyecto, implica que la deuda neta en relación al PIB se elevaría desde el entorno del 58% actual hasta un 63% al finalizar el actual periodo de gobierno. Es un aumento importante (5 puntos porcentuales) pero que -según argumenta la exposición de motivos del proyecto- se mantiene y estabiliza 2 puntos debajo del nivel de relación deuda neta / PIB que la institucionalidad fiscal (regla) que se propone en el proyecto de Presupuesto establece, ubicada en 65%. Esto -según el propio argumento del texto- en la medida que se mantenga un crecimiento sostenido de la economía en torno al referido 2,5%, que el gobierno proyecta en el mediano plazo. Dicho de otra manera, es la tasa de crecimiento mínima necesaria para hacer coherente un escenario fiscal desafiante.
¿Lo logrará Uruguay? No será un partido fácil. Entre otras cosas por un rasgo axiomático de cualquier tarea presupuestal, esencialmente política: lo realmente seguro en las proyecciones es el gasto, los ingresos… se verá. Pero como decía Sam Seaborn, el personaje de Rob Lowe en la recordada serie The West Wing, “gobernar debe ser un acto de optimismo”.
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