El pacto de Alberto: un manual de primeros auxilios que comienza a tomar forma

El presidente planifica una mesa de discusión para ir saliendo del subsuelo. Alarman las señales del contexto socioeconómico.

El presidente Alberto Fernández en la Quinta de Olivos.

El presidente Alberto Fernández en la Quinta de Olivos.

Imagen de archivo. Télam

Se viene. Un acuerdo. Económico. Social. Productivo. Una mesa de discusión. Para ir saliendo del subsuelo. Lo piensa el presidente Alberto Fernández. Y, ahora más que nunca, lo entienden todos aquellos que son sensibles a las alarmantes señales del entorno. Con la enorme fortuna de no ser noticia en el mundo por las víctimas del Covid-19, las preocupaciones locales giran en clave socioeconómica. Quizás allí tenga el Gobierno un crédito importante: que se discuta la economía, en lugar de una catástrofe sanitaria. Porque las muertes evitables dejan siempre una herida en el tejido social imposible de cicatrizar.

La debacle económica no es nueva, pero se ha profundizado producto de la pandemia. La inédita escena resume una soledad desesperante para cualquier dirigente, sea político, social o económico. No hay curva de aprendizaje en todo esto. El cansancio social no ayuda. La situación global tampoco. Los años del macrismo han dejado un saldo que, en los números, resulta atronador. Tasas de pobreza e indigencia aterradoras. Unas 24.500 pymes menos, según números de la AFIP. Los desequilibrios financieros, el cepo reimpuesto por el ex titular del BCRA, Guido Sandleris. Caída del poder adquisitivo del salario, jubilaciones y pensiones. Eso constituyó un lastre enorme en el arranque de 2020. En rigor, los dos primeros meses fueron de caída económica superior al 2%. Luego, en marzo, llegó la pandemia, y entonces vino el desplome de, en promedio, 5,4% para el trimestre. Los datos que hoy dé a conocer el INDEC para abril serán mucho peores.

El presidente se apresta a reeditar un encuentro con empresarios en los próximos días. Convivirá, en tiempo real, con el último tramo por la negociación vinculada a la reestructuración de la deuda. A la participación de los principales industriales sumará los dirigentes de la Bolsa, bancos, construcción, comercio y campo. Potencialmente, será todo el G-6. La idea es bajar las tensiones que algunos dirigentes concibieron después del anuncio de expropiación de Vicentin, materia que ha quedado en segundo plano bajo el ala del gobernador Omar Perotti.

Pero a eso se agregará, el miércoles, una reunión de Gabinete socioeconómico ampliado, que en la práctica ya funciona como la precuela del acuerdo económico y social. En esa mesa no sólo estará el jefe de Gabinete, Santiago, y los ministros Guzmán, Moroni y Kulfas. También será de la partida la titular de la AFIP, Marcó del Pont, y la cabeza del BCRA, Miguel Pesce. Se sumarán la UIA y la CGT, que suelen mantener fluidas conversaciones con el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, puente de Alberto Fernández con muchos de los principales empresarios.

Entre todos van a discutir cómo transitar las próximas semanas, pero el énfasis estará puesto en planificar el después de la pandemia, en caso de que exista tal cosa.

La situación es compleja en el AMBA. Unos seis de cada diez dólares de producto bruto industrial descansan en esa geografía. La posibilidad de que las pymes que no están en parques industriales no puedan sumarse a la continuidad productiva genera incertidumbre. Eso se suma a la restricción de la producción en general y la posibilidad de que sólo las empresas que brindan servicios esenciales puedan seguir trabajando. El fuerte deterioro de la actividad heredado de los últimos dos años, la deuda de muchas empresas que tomaron las líneas de crédito y la falta de un horizonte que permita establecer un punto de continuidad en la producción parecen atentar contra la posibilidad de enhebrar nuevamente cierta consistencia en la cadena de pagos, el pago de salarios y aguinaldo.

Con menos ayuda del Estado y una proyección de hasta el 13% de caída de la actividad industrial con el endurecimiento de las medidas para enfrentar la pandemia, la situación del sector productivo se mantiene expectante. Muchos empresarios piensan que el Fondo Monetario Internacional queda a mitad de camino con la proyección de recorte de la actividad en torno del 9,9% para nuestro país. “Están siendo indulgentes con la Argentina porque una vez cerrada la negociación de Guzmán con los bonistas van a dejar de serlo”, dijo un empresario.

Acevedo le había hecho llegar esa preocupación al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, el último martes, en una reunión, al señalar que en su opinión “las fábricas no constituyen centros de contagios” y que los protocolos estaban para respetarse. Lo mismo hizo vía teleconferencia Cristiano Rattazzi, el titular de FIAT, con la Bolsa de Comercio de Córdoba. El viernes Acevedo volvió a hacerlo vía Zoom con empresarios de Entre Ríos. Allí los invitó a “invertir en el país” y habló de la Argentina como de una “tierra fértil para hacer consensos”. En un ejercicio de empatía, sostuvo que muchas veces “es muy difícil ser dialoguistas” pero que no obstante es algo que “hay que hacer”. Insistió que en la situación de Vicentin lo importante es que “se debe respetar el principio de legalidad y los marcos jurídicos correspondientes”. Precisamente ese fue el momento donde habló de “una enorme mortandad de empresas”. Ese mismo día, pero más tarde, Acevedo, junto a otros integrantes de la conducción de la central fabril le advirtieron vía teleconferencia al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que el retorno a una cuarentena con actividad sólo en fábricas esenciales pone en duda la normalidad en “las exportaciones y la provisión a las cadenas de valor en todo el país” y no daba garantías por el abastecimiento nacional. De fondo, apura el contexto. Que es lo que importa. Del frente financiero, de la negociación de la deuda, puede venir una buena noticia. Pero la preocupación entonces ya será otra.

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