Metamorfosis de Federico Sturzenegger y el ocaso de los superpoderes: golpe letal a la estrategia cambiaria de Luis Caputo

Con el fin de los superpoderes, Federico Sturzenegger comenzará a transitar los pasillos de la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda.

El Gobierno confía en mantener la cotización del dólar dentro de la banda cambiaria

El Gobierno confía en mantener la cotización del dólar dentro de la banda cambiaria

En el intrincado tablero económico argentino, donde cada movimiento reverbera con consecuencias impredecibles, la reciente transformación de Federico Sturzenegger a partir del fin de sus facultades delegadas representa un desafío crítico para Luis "Toto" Caputo, ministro de Economía, en su lucha por mantener el dólar en la mitad inferior de la banda cambiaria.

Este escenario, que combina tensiones internas, presiones internacionales y un contexto económico frágil, pone en jaque la estrategia de Caputo y amenaza con desestabilizar el delicado equilibrio que sostiene la política monetaria del gobierno de Javier Milei.

Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado, ha experimentado una metamorfosis notable en los últimos meses y lo hará mucho más a partir de ahora. Tras un período de relativo silencio, su influencia -originalmente bajo el radar- ha crecido, consolidándose como el asesor estrella del presidente Milei y un defensor fervoroso de la liberalización económica pero también de la flotación cambiaria.

Su visión, alineada con las recetas clásicas del Fondo Monetario Internacional (FMI), aboga por eliminar restricciones como el cepo cambiario y permitir que el dólar encuentre su valor en un mercado libre, sin intervenciones del Banco Central. Esta postura, que Sturzenegger ya defendió durante su gestión al frente del BCRA bajo Mauricio Macri, choca frontalmente con el enfoque de Luis Caputo, quien prefiere un control más estricto del tipo de cambio para anclar expectativas inflacionarias.

El punto de inflexión llegó con el levantamiento del cepo cambiario en abril de este año, anunciado por Milei y Caputo, pero celebrado con entusiasmo por Sturzenegger, quien lo comparó con la "caída del Muro de Berlín". A través de un DNU, Sturzenegger derogó regulaciones que restringían la operatoria de exportadores, allanando el camino hacia una economía más abierta. Sin embargo, esta liberalización ha generado presiones sobre el tipo de cambio, que Sturzenegger considera necesarias para corregir distorsiones, pero que Caputo ve como una amenaza a su plan de estabilización.

El fin de los superpoderes: un corsé para la ambición desreguladora

La expiración de las facultades delegadas otorgadas por la Ley Bases marca un punto de no retorno. Estas atribuciones permitieron a Sturzenegger avanzar con reformas estructurales, desde recortes en organismos como el INTA e INTI hasta la reestructuración de Vialidad Nacional, entre muchísimas otras medidas. Sin embargo, con el vencimiento de estos "superpoderes", su capacidad para imponer cambios unilaterales se ve restringida, obligándolo a negociar con un Congreso fragmentado y con gobernadores cada vez más reticentes a ceder recursos.

Esta limitación no solo frena la agenda de Sturzenegger, sino que también expone a Luis Caputo a mayores presiones. Sin la "motosierra" de Sturzenegger para reducir el gasto público a gran escala, Caputo enfrenta el desafío de sostener el superávit fiscal primario —clave para su credibilidad ante el FMI— en un contexto de recesión y caída de la recaudación. Hay que sumar a eso la reciente rebelión de los gobernadores, que esta semana quedará aún más en evidencia. Es decir que la ausencia de reformas profundas incrementa la dependencia de Luis Caputo en maniobras financieras, como la absorción de pesos vía instrumentos del BCRA, para evitar una corrida cambiaria que empuje el dólar hacia el techo de la banda ($1.400).

La batalla por el dólar y un Luis Caputo en la cuerda floja

El esquema de banda cambiaria, implementado en abril de 2025 con límites entre $1.000 y $1.400, fue diseñado para otorgar flexibilidad al tipo de cambio mientras se mantenía la inflación bajo control. Luis Caputo, respaldado por el presidente del BCRA, Santiago Bausili, ha priorizado que el dólar se mantenga cerca del piso de la banda, si bien ahora se mantiene muy cerca de los $1.300.

Originalmente, el plan del Gobierno fue que el dólar permaneciese en la zona de los $1.100 para evitar un traslado a precios que dispare la inflación. Sin embargo, esta estrategia requiere una intervención constante del BCRA, que en algún momento ha dilapidado reservas para sostener el tipo de cambio y ahora ha sumado una gran intervención en dólar futuro -en contratos ya se registran unos u$s3.980 millones de interés abierto desde julio hasta diciembre-, un enfoque que Sturzenegger critica como insostenible.

El FMI, en sintonía con Sturzenegger, ha presionado por una política cambiaria más flexible, sugiriendo que el dólar debería acercarse a los $1.300 para incentivar la liquidación de exportaciones y fortalecer las reservas. Esta discrepancia ideológica, que remite a las tensiones entre ambos durante el gobierno de Macri, se agrava por la percepción del FMI de Sturzenegger como un interlocutor más confiable, en contraste con Caputo, visto como un "financista rudimentario". La reciente ausencia de Caputo en un almuerzo del Cicyp, reemplazado por Sturzenegger, refuerza la narrativa de un ministro de Economía debilitado, incapaz de articular respuestas frente a la incertidumbre empresarial.

Un cóctel explosivo: recesión, FMI y tensiones internas

El contexto económico tampoco ayuda. La recesión, que el FMI pronostica más prolongada de lo previsto por el gobierno, limita el consumo y la recaudación, reduciendo el margen de maniobra de Caputo. La brecha cambiaria, aunque disminuida, sigue siendo un foco de tensión a cuidar, y la volatilidad global —exacerbada por factores como la guerra arancelaria de Trump— acelera la pérdida de reservas. En este escenario, la insistencia de Sturzenegger en una flotación libre amenaza con desatar una devaluación que Caputo busca evitar a toda costa.

Las tensiones internas entre ambos ministros, que datan de 2018 cuando Caputo desplazó a Sturzenegger del BCRA, añaden un componente personal a la disputa. Mientras Sturzenegger se perfila como un ideólogo alineado con Milei y el FMI, Caputo lucha por mantener el control de la política económica, pero su estrategia de "dólar quieto" se erosiona ante la falta de divisas y el creciente escepticismo de los mercados.

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