21 de enero 2014 - 00:00

Asad no deja margen para negociar

El dictador sirio Bashar al Asad rebajó las expectativas de un acuerdo en la cumbre que comenzará mañana en Ginebra, al afirmar que pretende permanecer en el poder y que no dará lugar a opositores en su Gobierno.
El dictador sirio Bashar al Asad rebajó las expectativas de un acuerdo en la cumbre que comenzará mañana en Ginebra, al afirmar que pretende permanecer en el poder y que no dará lugar a opositores en su Gobierno.
Damasco - El presidente sirio Bashar al Asad afirmó que existen "muchas posibilidades" de que busque la reelección en junio, en una entrevista concedida a la agencia AFP en vísperas de la conferencia de paz Ginebra II, en la cual la oposición buscará que se aleje del poder.

Sostuvo además, en la entrevista realizada el domingo en Damasco, que la guerra contra los rebeldes será aún larga y advirtió de que una derrota de su régimen sembraría el "caos" en Medio Oriente.

La conferencia internacional sobre Siria, que se abrirá mañana en Ginebra, prevé reunir por primera vez a representantes del poder y la oposición con el fin de buscar una salida política a un conflicto que desde marzo de 2011 dejó más de 130.000 muertos.

"Considero que nada me impide presentar mi candidatura, y si la opinión lo pide, no dudaré un segundo en hacerlo", dijo Al Asad, alejando la perspectiva de ceder el poder, como lo reclama la oposición, que aceptó ir a Ginebra a condición de que se abra una transición política en el país.

"En resumen, podemos decir que hay muchas posibilidades de que presente mi candidatura", subrayó.

Al Asad, de 48 años, llegó al poder en julio de 2000 como sucesor de su padre Hafez al Asad, fallecido un mes antes tras haber dirigido el país durante tres décadas. Fue reelecto en 2007, por un mandato de siete años.

El jefe de Estado negó cualquier posibilidad de admitir en su Gobierno a representantes de la oposición, a la que acusó de ser una "creación" de los servicios de inteligencia extranjeros.

"Todos saben ahora que algunas de las partes [de la oposición] surgieron durante la crisis a través de los servicios de inteligencia extranjeros, en Qatar, en Arabia Saudita, en Francia, en Estados Unidos o en otros países. Si me siento con esa gente, eso significa que negocio con esos países", recalcó.

Ironizó sobre los dirigentes de la oposición en el exilio, que aseguran "controlar el 70% de Siria, pero no se atreven a venir a ese 70% de zonas supuestamente liberadas".

Al Asad reivindicó avances de sus tropas en la guerra contra los "terroristas", un término con el que descalifica a todos los insurgentes.

"Podemos decir que realizamos progresos en la lucha antiterrorista, pero eso no significa que la victoria sea inminente. Este tipo de batalla es complicado, no es fácil y exige mucho tiempo", admitió. "Pero cuando uno defiende a su país, sólo tiene una alternativa: vencer", sentenció Al Asad, que nunca reconoció la existencia de una oposición a su régimen.

La rebelión empezó de forma pacífica, pero se enfrentó a una represión violenta y fue tomando un cariz militar. El conflicto se hizo más complejo con los enfrentamientos entre rebeldes y yihadistas, hasta hace poco unidos en la lucha contra el régimen.

Según el presidente, "no se trata de una revuelta popular contra un régimen que oprime a su pueblo ni de una revolución por la democracia y la libertad, como los medios occidentales lo han presentado". "Una revolución popular no podría durar tres años y fracasar, una revolución no puede responder a agendas externas", declaró.

Para Al Asad, la conferencia de Ginebra II tiene que fijarse como prioridad la lucha contra el "terrorismo" en Siria.

Aseguró además que una derrota de su régimen sembraría el caos en toda la región. "Si Siria pierde la batalla, el caos se instalará en todo Medio Oriente", advirtió.

El presidente, que vive en Damasco con su esposa y sus tres hijos, afirmó que en los tres años de conflicto nunca pensó en huir de su país. "Huir no es una opción en estos casos. Debo estar en primera línea de los defensores de la patria. Ése era el único escenario desde el primer día de la crisis", declaró.

Y aseguró que sus tropas no cometieron "ninguna masacre" desde el inicio de la guerra, al tiempo que acusó a los rebeldes de perpetrar matanzas indiscriminadas de civiles. La ONU y las organizaciones internacionales acusaron tanto al régimen como a fuerzas rebeldes de haber perpetrado todo tipo de atrocidades.

Al Asad sostuvo que "el ejército no bombardea regiones, sino los lugares donde se hallan los terroristas", aunque admitió que puede haber víctimas civiles. "Desgraciadamente eso ocurre en todas las guerras. No hay una guerra limpia, sin víctimas inocentes", declaró.

Justificó además la participación de combatientes del Hizbulá libanés junto a sus tropas, como respuesta a la presencia de "combatientes de decenas de países" alistados contra su régimen. Estimó, sin embargo, que "la partida de todos [los combatientes] no sirios es uno de los elementos de la solución" del conflicto.

Por otro lado, reveló haber rechazado pedidos de colaboración de servicios occidentales que buscaban cooperar con Damasco en materia de lucha antiterrorista. "Nuestra respuesta ha sido que la colaboración en materia de seguridad es indisociable de la colaboración política y que ésta no puede darse con países que adoptan posiciones políticas hostiles a Siria", declaró.

Y calificó a Francia de país "vasallo" de Qatar y de Arabia Saudita, a cambio de sus "petrodólares".

La entrevista, que duró unos 45 minutos, se llevó a cabo en la biblioteca del Palacio del Pueblo.

Al ser interrogado sobre lo que había cambiado en su vida desde el inicio del conflicto, Al Asad respondió: "Vivimos como antes". Aunque contó que le cuesta hallar la buena respuesta cuando sus hijos, al igual que cualquier niño sirio, le preguntan "¿por qué hay tanta gente mala?". "No es fácil explicar esas cosas a los niños", comentó.

Agencia AFP

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