29 de mayo 2009 - 00:00

C. Lacroix, en crisis terminal

Christian Lacroix
Christian Lacroix
La marca de lujo de indumentaria Christian Lacroix se declaró ayer en convocatoria de acreedores en París, una víctima más de la crisis internacional que afecta el consumo en todos los niveles. En un comunicado, la firma de haute couture admitió que quedó en manos de un juzgado comercial de París, que decidirá si la empresa entra en «insolvencia» (cesación de pagos) o debe ir a la liquidación (y no por cierre de temporada, precisamente).

Está claro que aún es prematuro evaluar cómo afectará esta medida a las operaciones de su licenciataria local, que encabeza el empresario Mario Siganevich: el textil obtuvo la franquicia de la marca francesa -la primera en el mundo que dio la firma para confeccionar y vender indumentaria masculina- luego de que otro diseñador galo, Yves Saint Laurent, se retiró del país. Este fenómeno también afectó a algunos de los licenciatarios de Christian Dior, que reemplazaron ese clásico por la francesa Rochas.

A diferencia de estos nombres «históricos» en la moda mundial, Christian Lacroix es un «parvenue»: la casa fue fundada hace apenas 22 años por el diseñador que le da nombre al grupo. Lacroix tiene contrato hasta 2010 con la empresa; sin embargo, según el comunicado, la empresa no tiene fondos para preparar las futuras colecciones.

Christian Lacroix había sido vendida en 2005 al grupo estadounidense Falic por el gigante LVMH, que engloba a casi todas las grandes marcas de lujo de Francia, desde Luis Vuitton hasta Möet Chandon; según la prensa parisiense, los actuales accionistas estarían buscando comprador para su controlada.

El año pasado, Christian Lacroix facturó 30 millones de euros, o sea diez millones menos que en 2007. Para este año, se prevé que la caída será aún mayor, dado que su colección «prêt-à-porter» de verano se vendió un 30% menos.

Lacroix, que trabajaba para Hermès, creó la empresa en 1987 con ayuda del millonario Bernard Arnault, jefe del holding LVMH, que le aportó fondos desde entonces. Dado que hasta los mejores amigos tienen un límite, Arnault decidió desprenderse de la firma deficitaria en 2005. La compradora es propiedad de los tres hermanos Falic -de origen siriolibanés-, que tienen una cadena de tiendas duty-free y concretaron la operación a condición de que Lacroix permaneciera como jefe de diseño por al menos cinco años más. Igual, nunca logró alcanzar el punto de equilibrio y ahora está por desaparecer.

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