Pasaron 14 años desde la última visita a Buenos Aires (II FIBA) de este afamado director de escena, artista plástico y escenógrafo italiano. En aquella ocasión dio a conocer una versión algo críptica de la "Orestíada" de Esquilo que dejó un recuerdo indeleble en el público porteño, en parte por sus elaboradas imágenes (el director no estudió teatro, sino artes visuales) y otro tanto por la apariencia física de sus intérpretes, que oscilaba entre la obesidad y la extrema delgadez. El controvertido director ofrecerá en esta ocasión una suerte de fábula moral que muestra la desventura de un anciano incontinente y el empeño de su hijo por higienizarlo. Los excrementos del padre irán manchando el níveo escenario, pero el puestista aclara: "No es algo repulsivo. La escena es tierna y conmovedora porque la mierda, en este caso, da pie a una expresión de amor".
Lo que en verdad cambia el sentido de estas imágenes es el rostro (ampliado) del "Cristo benedicente" de Antonello da Messina. Dicho retrato parece observar al público y a los intérpretes con intensidad. "Elegí esa imagen de Cristo porque me pareció que su mirada era una especie de llamado, de reclamo. Va directo a los ojos del espectador, lo interroga e invierte su voyeurismo. Lo carga de emociones intraducibles", dijo Castellucci en rueda de prensa. Pese a lo rimbombante de su título, "Sul Concetto..." plantea una situación directa y visceral, aunque no carente de simbolismos.
"La obra se inicia como una sitcom hiperrealista y luego se transforma en algo cada vez más metafísico. Son dos fuerzas que se contraponen: en primer lugar, ese magnífico rostro de Cristo, símbolo de la belleza de la humanidad, y en el plano horizontal la condición de este hombre anciano y su pérdida de dignidad. No hay una historia ni una narración, sólo mostramos un hecho universal de la condición humana que en general nadie quiere ver", manifestó.
Con más de 30 años de trayectoria internacional al frente de su Compañía Socìetas Raffaello Sanzio (fundada junto con otras dos egresadas de la Escuela de Bellas Artes de Bologna), Castellucci sigue considerando al teatro "como un arte carnal muy poderoso que se asemeja a la vida real y es capaz de duplicarla como ningún otro lenguaje artístico" y siempre está dispuesto a ir más allá en el uso de la violencia, la crueldad o la exhibición del deterioro físico. En su libre adaptación del "Julio César" de Shakespeare le asignó el famoso monólogo de Marco Antonio a un actor con traqueotomía.
Los únicos que se opusieron a sus audaces propuestas y siguen exigiendo su censura son "la ultraderecha italiana, el gobierno de Berlusconi y los sectores más tradicionalistas del Vaticano que incluso están en contra del Papa y de sus propuestas de apertura. Hay que destacar que ninguno vio la obra y aun así han generado una polémica que la caricaturiza. El espectáculo es más complejo, pero ellos lo reducen a un referéndum que decida si es blasfemo o no. Dicen que soy un mal ejemplo y tildan a mi teatro de peligroso; yo digo que es peligroso porque genera pensamiento, no por lo que muestra", agregó.
"El teatro no es literatura, ni una pieza de museo, ni un mero divertimento, es el espejo negro de nuestra existencia", dijo Castellucci en otro momento. "No creo que mejore al mundo ni al hombre, pero es un instrumento de crítica y de conciencia muy valioso".
Las funciones de "Sul concetto..." no contarán con subtitulado: "Padre e hijo hablan pero no es importante lo que dicen, basta con saber que están hablando. Yo creo mucho en la palabra y le doy mucha importancia por eso pongo muy pocas en mis espectáculos", concluyó Castellucci.
Entrevista de Patricia Espinosa |
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