31 de octubre 2023 - 00:00

Héctor Olivera: la novela de un nuevo novelista

El famoso director de cine debutó en la narrativa con “La conquista de la Carmen y de 15.000 leguas”, ambientada en la Conquista del Desierto.

héctor olivera. A los 92 años, el cineasta se estrenó como novelista.
héctor olivera. A los 92 años, el cineasta se estrenó como novelista.

Tras una vida dedicada a películas, que lo consagraron a nivel internacional, producir cine, teatro y televisión junto a su socio Fernando Ayala, Héctor Olivera publica “La conquista de la Carmen y de 15.000 leguas” (Sudamericana), su primera novela. Dialogamos sobre su relación con la literatura con el gran realizador que es figura central de nuestro cine.

Periodista: ¿Qué lo llevó a escribir esta novela?

Héctor Olivera: Un día me dije: con todas las películas que hay sobre el Far West cómo es posible que no haya nada sobre la mal llamada Conquista del Desierto. Mal llamada porque no se puede conquistar lo que se considera propio, y no era un desierto porque todo el suroeste era un vergel, las mejores tierras, la espléndida Pampa, y al sur de Mendoza había cosecha de frutas, en el Valle de Uco grandes viñedos. La historia que llegó a ser novela tuvo varias etapas. Mi idea era contar un amor imposible. La historia de Carmen, hija de un hacendado español instalado en el sur de Mendoza, zona por donde atacaban los mapuches. Cuando llegué a tener desarrollado el argumento intenté convertirlo en la película “Carmen, cautiva y fortinera”. En ese momento Macri estaba en el gobierno. Me hicieron saber que “con lo de Santiago Maldonado, los mapuches, etcétera, nadie se quiere meter con un tema así”. Todo quedó ahí. Me acordé de esa historia cuando dejé de hacer cine, y me di cuenta que tenía una riqueza formidable no explicitada y que eso en una novela se podía desarrollar.

P.: ¿Así surgió ir de la Fiebre Amarilla a la llegada de Roca al gobierno?

H.O.: Que todo ocurriera desde 1871 a 1880. Esos diez años donde se cocinó lo que después iba a ser la gran República Argentina, esa que empezó a decaer con el primer golpe militar de septiembre de 1930.

P.: Su visión de Roca, una figura hoy polémica, se relaciona con las de Félix Luna, Jorge Abelardo Ramos, Pacho O’Donell, entre otros.

H.O.: Para la novela me serví de muchas obras, entre otras “La Argentina de los caciques, y por qué no fue” de Martínez Sarasola, pero lo fundamental fue el “Soy Roca” de Félix Luna. Con mi amigo Falucho habíamos hecho juntos varios guiones. Él tuvo la gran idea de usar los manuscritos de Roca para hablar desde Roca en su libro y le había dado pequeños detalles diarios, comentarios al pasar, que humanizaron al monumento. Hacer entrar a Roca en la novela enriqueció la historia. La secuencia año a año, como capítulos, desde 1871, con la pandemia (yo la reescribí durante nuestra pandemia) a la consagración de Roca en el poder, me llevó a tener que precisar y ajustar los hechos históricos que iban ocurriendo y, a la vez, a esos datos volverlos literatura. Lo que en un guión son dos palabras en la novela fue un largo párrafo para que el lector entrara en el mundo interior de los protagonistas y hacerle ver los escenarios donde los hechos iban ocurriendo.

P.: ¿En una novela histórica, dramática, y a la vez entretenida?

H.O.: Una parte clave de nuestro trabajo es pensar argumentos, crear historias, leer novelas y cuentos, y encontrar películas para hacer. Según el caso somos argumentistas, guiones, coguionistas, productores, directores. Así hicimos cine, televisión, teatro. En Aries, nuestra empresa, con Fernando Ayala teníamos como premisa “no aburrir”. Hacer un buen entretenimiento aun cuando se trate de una obra más comprometida con hechos del país o circunstancias históricas. Un día le preguntaron a Pérez-Reverte cómo hace para escribir un best seller por año, contestó: cuento historias donde pasan cosas. Eso es lo que yo hice desde que a los 17 años empecé mi carrera profesional en el cine.

P.: ¿En su formación colaboró el trabajar con grandes escritores?

H.O.: Con ellos siempre estuve atento. Yo era el alumno y ellos los profesores, aunque nunca lo imaginé en ese sentido. Siempre había un momento del trabajo en común en que me surgía el director que decía: eso no sé cómo ponerlo en escena, y el trabajo narrativo recomenzaba, ya se tratara de David Viñas, de Tito Cossa, José Pablo Feinmann o Ricardo Talesnik. Algunos maestros, como Borges, hablaban poco. Cuando vino a la filmación de “El muerto”, le pregunté cómo era La Colorada, el personaje central, y solo me dijo: irlandesa. Y cuando le dije maestro, me susurró: así se le decía antes a los cocheros. También me dijo: usted ha vuelto a soñar “El muerto”. Nunca fue conmigo más de una frase. En cambio, cuando lo junté con Onetti, que no se conocían, se pasaron charlando. Con otros escritores no parábamos de hablar de relatos, historias, novelas, cine y, sobre todo, de la vida.

P.: ¿Por ejemplo, con Osvaldo Soriano?

H.O.: Con él fuimos grandes amigos, como con el otro Osvaldo, Bayer, que se moriría con esta novela, al ver cómo ensalzo a Roca. Cuando leí “No habrá más penas ni olvido” sentí que era la película que quería hacer. Siempre había soñado con hacer algo relativo al peronismo y esa obra cumplía con mis deseos. Lo llamé a París, donde estaba exiliado, y le pedí los derechos. ¿Quién habla? ¿El director de “La Patagonia rebelde”? Claro que sí, enfatizó. Cuando volvió, y pudo estar en el estreno, al salir me dio un fuerte abrazo que selló nuestra amistad para siempre. Después, cada novela que escribía me la mandaba y me daban mucho placer como lector y frustración como director porque las historias pasaban en África o Europa. Hasta que llegó “Una sombra ya pronto serás” que me entusiasmó. La hice a pesar de tener que discutir los derechos con Carmen Balcells.

P.: ¿Tiene alguna otra historia que quedó pendiente de ser película y le gustaría convertir en novela?

H.O.: A los 92 años, con problemas de salud, no creo que pueda meterme de nuevo en eso, pero hay la de una audaz mujer patagónica de la que cada tanto pienso nuevas versiones de lo que vivió.

Dejá tu comentario