12 de mayo 2017 - 21:35

Jojoba: un cultivo que pica en punta en La Rioja

La tonelada de las semillas cotiza en el mercado internacional a u$s5.000 y la de cera puede llegar a pagarse hasta u$s15.000. Un negocio que todavía tiene mucho por crecer de la mano de la industrialización.

Jojoba: un cultivo que pica en punta en La Rioja
Las posibilidades de la Argentina como productor de jojoba tiene un amplio horizonte, a tal punto que es considerado como referente para la fijación del precio de un producto que tiene demanda internacional, la cera de jojoba, porque es uno de los pocos países en el mundo que tiene una región con las características agroclimáticas necesarias para su producción. Se trata del departamento de Arauco, cerca de Aimogasta, La Rioja, localidad ubicada a unos 115 kilómetros al noreste de la ciudad capital.

Esta provincia es la principal productora de jojoba del país y de América latina, con una producción de 6.600 toneladas de granos. Pero la producción varía de un año a otro, porque puede alcanzar hasta las 8.000 toneladas al año.

Además de Argentina, Israel, Australia, Perú, México, Egipto e India son productores. La planta es originaria de Sonora, México, en el límite con Estados Unidos, un poco más grande que un arbusto, sus frutos tienen un tamaño similar al del grano de café, se origina en la flor y su período de desarrollo es en el invierno

La provincia tiene una superficie asignada a este cultivo de 3.200 hectáreas y se implantan unas 1.300 plantas/ha, de las cuales un 10 por ciento son machos ubicados estratégicamente, porque tiene un polen pesado que no viaja más de 30 metros y 1.270 hembras, de modo que cada hembra sea asistida por varios machos

La primera importación de jojoba se trajo desde Estados Unidos con destino Córdoba, a fines de la década de los años `70, cultivo que se utilizaba en el país del norte como pastoreo para el ganado bovino en las épocas de grandes sequías, porque provee proteínas e hidratos de carbono al tratarse una planta rústica y muy tolerante a las adversidades climáticas.

"Nosotros trajimos semillas para cultivo industrial, que ya venía con mejoramiento genético, por eso desde el momento que se inició la producción en la Argentina tuvimos muy buenos rindes en producción de cera, porque en Estados Unidos las experiencias que se habían hecho fueron con semillas silvestres y con rindes inferiores a los 550 kilos. En nuestro país se alcanzaron los 1.500 kilos por hectárea", explicó al suplemento Agronegocios el ingeniero Luis Bustillo, uno de los principales productores de jojoba del país.

Bustillo, que desde 2016 se desempeña como secretario de Industria, Comercio y Promoción de las Inversiones del Gobierno de La Rioja, explicó que a partir de obtener clones de jojoba se logró una producción 2.500 kilos por hectárea, inclusive con clones con promedios bianuales de 4.000 kilos/ha.

La producción comercial de la planta de jojoba comienza a partir del cuarto o quinto año, y no tiene límites porque en el desierto se conocen plantas que tienen 200 años y siguen produciendo frutos, son plantas muy longevas.

En lo tecnológico los investigadores trabajan en el mejoramiento genético de las plantas. La Argentina fue líder durante mucho tiempo en este punto, pero en la actualidad Israel le pisa los talones porque sus técnicos también trabajan en esa misma dirección para mejorar los rindes y la tolerancia a las enfermedades.

"Israel hizo un trabajo mucho más lento pero desarrolló mucha genética, en especial para adaptarla a zonas frías, en cambio en la Argentina lo que se hizo fue encontrar una buena zona y trabajar en ese sentido. Por eso tenemos que comenzar a preocuparnos muy seriamente en la parte genética y optimizar el sistema de cultivo en lo referido a la poda y el manejo del riego", explicó Bustillo.

Los cultivares de jojoba se riegan por el sistema de goteo y es muy eficiente con el uso de este recurso "el agua es proporcional a la producción porque un olivo consumo entre 12.000 y 13.000 metros cúbicos anuales de agua, mientras que una planta de jojoba consume entre 6.000 y 8.000 metros cúbicos por año, es un 60 por ciento más eficiente que el olivo", detalló el profesional.

Estas plantas, al cuarto o quinto año, tienen una producción promedio de 400 kilos de semillas y con eso se pagan los u$s1.500 anuales de costo que el cultivo tiene y luego empieza a evolucionar hasta los 2.500 kilos por planta, resultado que se obtiene a partir del séptimo u octavo año.

El ciclo anual de la planta se inicia con el período de florescencia que se produce en invierno, cuando llega el mes de agosto, al ser susceptible al frío. La semilla ya está madura en diciembre, luego de una gran exigencia primaveral, se logran los 2500 kilos por hectárea que se formaron en los cuatro meses y concentra toda su producción en primavera, pero antes de levantar la cosecha hay que dejarla secar los granos y desde abril y hasta diciembre se levantan las semillas del suelo, a diferencia del olivo cuya la cosecha termina en mayo, según la variedad. Cada semilla tiene el 50 por ciento de cera.

El negocio de la jojoba tiene dos mercados. Uno es el de producir semillas que se exportan a otros países y el otro es la producción y exportación de la cera liquida que en un 90 por ciento se emplea para cosmética.

La Argentina exporta entre 1.800 y 2.400 toneladas anuales de cera, con valores que oscilan entre los 10.000 y 15.000 dólares la tonelada. Mientras, las semillas se pagan entre 4.000 y 5.000 dólares la tonelada.

MERCADO TENTADOR

Los principales importadores son Alemania, Francia, Japón y Estados Unidos. También hay cargamentos que se envían a Egipto, China y otros países del sudeste asiático. El 10 por ciento restante se destina a lubricación especializada (tecnología aeroespacial, armamentos). En la Argentina es muy poco lo que se utiliza y es para cosmética. También hay algo en medicina.

Para Bustillo el próximo paso en la Argentina será el cosmético, que significa manejar su comercialización, un segmento que tiene mucha competencia con patentes que son muy caras.

En la parte sanitaria, este tipo de cultivo, al ser del desierto, es tolerante a la sequía, a las enfermedades y a las plagas les cuesta "encontrar su lugar, pero todo alimento en el mundo va a encontrar su parásito. La jojoba es una planta sensible a los hongos en raíz, porque tenemos ataques de Fusarium y Phistotora y dentro de los desafíos actuales para tener un cultivo óptimo, está el manejo del suelo y los clones elegidos".

Por su parte el ingeniero José Luis Ledux, del INTA Chilecito, explicó que la actividad de la jojoba se concentra en la provincia de La Rioja y "hoy no hay otro lugar en el país donde se pueda practicar con este cultivo por las características agroclimáticas que debe tener la región.

En la parte sanitaria este cultivo puede presentar problemas de hongos, que todavía no fueron resueltos. Entre ellos puede ser el caso del Fusarium o la Phytophtora, que atacan la raíz, pero no producen la muerte de la planta y por lo general aparecen en forma aislada.

En materia de investigación, la mayor demanda de los productores apunta al mejoramiento genético de los cultivos para obtener mayores rindes, pero hoy la mira no está puesta en este cultivo, inclusive. La Argentina es considerada uno de los principales referentes del mundo.

La industrialización de la jojoba consiste en la extracción de cera en dos modalidades: la Golden, de color ámbar, tal cual se la extrae de la planta; y una variedad más light, que es un refinado, también con destino la exportación en tambores de 200 litros. Las plantas industriales están ubicadas también en esa región. Entre 2001 y 2002 una importante petrolera argentina había puesto el ojo en la jojoba y encargó una serie de estudios para evaluar la factibilidad de utilizar a este componente de origen vegetal para reemplazar a los aditivos de minerales utilizados en aceites para la lubricación de los motores. Para el ingeniero Ledux "la jojoba tiene un futuro muy interesante para los productores empresariales y los pequeños productores, pero el punto pasa por el tipo de suelo que se debe utilizar para el implante del cultivo. Nosotros podemos informar a los potenciales interesados sobre qué zonas se pueden elegir para su realización. Hemos realizado muchas pruebas que nos permiten hacer esa evaluación y evitar el fracaso de la inversión", resumió

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