31 de diciembre 2010 - 00:00

Lo que se dice en las mesas

Cierra un año inolvidable en las mesas de dinero por lo que se ha ganado con los papeles argentinos. Paradójicamente, muchos hoy brindarán por el Gobierno que, pese a un discurso crítico sobre lo financiero en general, ha dado satisfacciones que hace varios años que no se otorgaron a operadores. Habrá no pocos que hoy a la noche agradecerán a Roberto Lavagna por la creación del cupón del PBI, el derivado que ha dejado una suba del 230% en el año. Recuérdese que el ex ministro de Economía, al momento del canje de la deuda en 2005, lanzó el cupón del PBI como una manera de atraer adhesión de los bonistas a la oferta local. La realidad es que ninguno de ellos valoró en ese momento el derivado que paga a sus tenedores en función del crecimiento de la economía argentina. Precisamente ésa es la principal crítica que se le hace al ex titular del Palacio de Hacienda: incluyó en la oferta un papel que no sirvió para captar más adhesión al canje y ahora provoca sangría en las cuentas públicas (u$s 1.800 millones en un año). Lo festejan los inversores que ven incrementar sus utilidades con lo que paradójicamente les dejó Roberto Lavagna, otro funcionario que en teoría criticaba lo financiero y fue uno de los que brindó mayores ganancias.

Ayer prácticamente no hubo negocios en la plaza local, más allá de las operaciones de compromiso y cierres de posiciones a futuro de fin de mes. Igualmente, hubo comentarios interesantes sobre lo que deparará 2011. Puntualmente, se aguarda que la Bolsa vuelva a estar entre lo mejor de los ranking de ganancias en el nuevo año. Para los bonos, difícilmente se vea algo sustancial en lo que a ganancias de capital se refiere. Ya los rendimientos de los activos domésticos están muy bajos y hay que tener en cuenta que el país en su Presupuesto 2011 surgido por decreto el miércoles contempla una fuerte suba del gasto y del financiamiento que deja sombras y dudas. Pero más allá de ello: ¿es mejor para mercados un cambio de Gobierno? Las posiciones son encontradas en este sentido. El «talibán», el influyente operador y economista de la plaza local, sostiene que lo mejor que puede suceder es que gane una Cristina «moderada». Advierte sobre los riesgos de gobernabilidad que puedan surgir en caso de que triunfen determinados candidatos. Pero está claro que desde marzo el comportamiento a seguir de cerca es el del pequeño ahorrista. Es que con las compras de dólares que se hagan en sucursales de bancos -si es que las hay- desde entonces, se podrán medir las expectativas acerca de lo que se viene. Es el dato para seguir de cerca desde el segundo trimestre.

El BCRA ayer dio a conocer el Programa Monetario de 2011 en el que contempla una expansión monetaria de casi el 30%. Era lo que se estaba barajando por los economistas de la plaza. Sin embargo, permite borrar las esperanzas, si es que había alguna, de que el año próximo la inflación sea menor. Todo lo contrario. Contempla el BCRA, pese a que no lo dice expresamente, que los precios seguirán en aumento y que en definitiva seguirá emitiendo pesos para que el dólar no caiga. Con los ingresos producto de la balanza comercial, el tipo de cambio estará con presión a la baja. Pero claro, todas esas presunciones se pueden ir a la zanja si el clima político se recalienta en demasía. Casi podría decirse que una minicrisis sería festejada por el BCRA dado que no tendría que emitir para mantener el dólar arriba de los $ 4. El público se encargaría de comprar en lugar de hacerlo la mesa de dinero del BCRA. Otra paradoja del modelo productivo.

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