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SU DINERO PERSONAL: “Mi primer paso en la Bolsa”
"Nunca invertí en Bolsa, pero dicen que siempre hay una primera vez. Mi hermano, persona hábil en temas de dinero, me dice que me anime, que me va a ir bien, pero tengo temor de cambios abruptos que no pueda prever. Además, no tengo mucha plata ahorrada. ¿Existe un mínimo para realizarlo? ¿Necesito hacerlo a través de un intermediario?".(Gonzalo Treviño, San Telmo)

Con respecto a la duda de si es necesario hacerlo a través de un intermediario, la respuesta es que sí. Se puede consultar en la página de la Comisión Nacional de Valores (CNV) la nómina de agentes autorizados y, una vez encontrado el elegido, ver si da la opción de hacerlo a través de internet (se aconseja esta modalidad para pequeños ahorristas ya que simplifica la operatoria y, por lo general, es más económico que concretar cada transacción en forma personal).
No existe un monto mínimo para invertir en el mercado de capitales en líneas generales. Hay instrumentos que están orientados a inversores mayoristas y, en ese caso, sí hay mínimos. Sí es necesario estar bancarizado para hacerlo, ya que el monto máximo para invertir en efectivo es $ 1.000.
Para saber en qué instrumento invertir es importante evaluar cuánto dinero se quiere destinar, cuál será el objetivo final de ese ahorro y el plazo en el que se desea recuperar la inversión. En la página www.invertir.gob.ar de la CNV se puede hacer un test del inversor para identificar cuál es el perfil del ahorrista. Se trata de una serie de preguntas que calcula, en base a características personales como edad, expectativas, tolerancia al riesgo y experiencia en este tipo de inversiones, el perfil como inversor. Así, sugiere una cartera de inversión muy general (recomienda un porcentaje a renta variable y otro a renta fija sin especificar instrumentos en concreto), la cual puede ser tenida en cuenta o no por quien lo realice.
En ese sentido, si se trata de un inversor conservador, una buena opción es pensar en instrumentos de renta fija. Éstas representan emisiones de deuda que pueden realizar tanto el Estado (y en ese caso se llamarán bonos), como una empresa privada (y se denominarán obligaciones negociables). Se los llama de renta fija porque se sabe en el momento de su emisión, cuál es su rendimiento, se explica desde la página de la CNV. Entonces, cuando una empresa o el Estado necesitan financiarse, emiten deuda, comprometiéndose luego de un período determinado a devolver la cantidad entregada más intereses. De esta manera, en el momento de contratación se conoce el plazo y la rentabilidad que va a proporcionar. El tenedor de clase de títulos puede optar por mantenerlo hasta su vencimiento, recibiendo en contraprestación la renta pautada en su emisión, o bien, vender el título y hacerse del resultado correspondiente a la oscilación del precio.
Dentro de esta opción existen bonos que ajustan por inflación, otros que pagan una tasa adicional por la devaluación oficial en determinado período y también títulos que, si bien se los compra en pesos, su renta e intereses se cobra en dólares.
Ahora bien. Si se trata de un inversor con menos aversión al riesgo, se puede destinar parte o todo a una opción de renta variable. Estos instrumentos son aquellos cuya rentabilidad no está preestablecida en el momento de adquirirlos, sino que se encuentran sujetos a la evolución de un patrimonio determinado o a las variaciones del mercado. A diferencia de la renta fija, en los activos de renta variable, no se sabe en el momento de invertir cuál va a ser el rendimiento final, pudiendo obtener ganancias o pérdidas. El resultado que se obtenga va a surgir de la variación entre el precio en que se compró el título y el precio al que se lo vende en el mercado secundario. Teniendo en cuenta sus características, los instrumentos de renta variable cuentan con un riesgo mayor que los de renta fija, pero a mayor riesgo mayor puede ser su rendimiento. Considerá que existe una relación inversa entre rendimiento y riesgo, se explica desde la CNV. Entre los instrumentos de renta fija existen acciones, certificados de participación de fideicomiso financiero, derivados (opciones, futuros, contratos de canje) y fondos comunes abiertos de inversión de renta variable.
Quiero comprar un auto y estoy en la duda entre hacerlo con un crédito prendario o mediante un plan de ahorro automotor. Poseo algo de dinero y no tengo apuro en tener el vehículo. ¿Qué es más conveniente? ¿Qué ventajas y desventajas tienen estas dos modalidades?.
(Martín Boggio, Barrio Norte)
Tanto para comprar un auto mediante un plan de ahorro como para hacerlo mediante un crédito prendario (ver Glosario) no es necesario contar con el monto total del vehículo en el momento de la operación. Si bien, estrictamente, no se trata en ambos casos de financiación, las dos modalidades comparten la característica de no necesitar desembolsar el valor completo del auto. En cambio se diferencian en lo siguiente: para hacerlo a través de la segunda opción se debe pagar en el momento de la compra un monto que oscila entre un 15 y un 40 por ciento del valor total, dependiendo a través de qué banco o concesionaria se consiga la financiación.
Además, otro punto en el que divergen ambas modalidades es que cuando se lo adquiere a través de un préstamo prendario se paga una tasa nominal anual (TNA) que variará de acuerdo al plazo del crédito y de la entidad que financie la compra. Según datos actualizados del Banco Central, la TNA que se puede conseguir comienza en 24 y llega a un 46 por ciento. Hay que recordar que esta tasa no es la final, ya que se deben sumar gastos de otorgamientos, seguros sobre el crédito y otros conceptos para llegar al costo financiero total (CFT).
Si bien al comprar un auto a través de un plan de ahorro no se aplica una tasa de interés (porque el concepto es otro, ya que lo que se hace es pagar una parte de un auto entre un grupo de ahorristas), hay que tener en cuenta que el valor del bien se va actualizando a lo largo del plan y, por ende, también la cuota. No obstante, el incremento en el precio del vehículo se dividirá entre los 84 cuotapartistas, por lo tanto, el impacto en la cuota no será elevado.
Una diferencia sustancial es cuándo se puede contar con el auto: mientras que mediante el crédito prendario se lo consigue en el momento de la compra, con un plan de ahorro es necesario licitar (y, por lo tanto, acreditar cierto porcentaje del valor total del vehículo) o salir beneficiado de un sorteo (momento en el que se debe desembolsar una parte del total).
Así, ambos sistemas tienen sus ventajas y desventajas. En el caso de no tener apuro para utilizar el vehículo, un plan de ahorro suena como la opción más conveniente. Lo aconsejable es pagar el valor total de la cuota, frente a la opción de abonar mensualmente un 70 por ciento de ésta hasta el momento de obtener el auto, tal como ofrecen algunas concesionarias.
Producción: María Iglesia
@iglesiamaria
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