16 de octubre 2025 - 12:04

Ducharse también tiene su hora: cómo cuidar el agua y la energía sin complicarse la vida

Una ducha caliente puede ser el mejor momento del día. Pero también es, sin que se note, uno de los mayores disparadores de consumo energético y emisiones de CO en los hogares.

Ducha Si los hogares ajustaran sus horarios de consumo, el uso pico de calor podría caer un 84%, y las facturas se reducirían en casi un 50%.

Ducha Si los hogares ajustaran sus horarios de consumo, el uso pico de calor podría caer un 84%, y las facturas se reducirían en casi un 50%.

“Lo paradójico es que durante gran parte del día sobra calor verde, generado con fuentes sostenibles como la incineración de residuos o grandes bombas de calor. Pero lo usamos mal: todos consumimos al mismo tiempo”, explica el investigador Reza Mokhtari, del Instituto Tecnológico de Dinamarca (DTU), quien estudia cómo los hábitos y los precios pueden ayudar a descarbonizar la calefacción.

Según Mokhtari, el horario es clave. Nuestros hábitos térmicos son casi sincronizados: duchas a las 7, calefacción o refrigeración al máximo/mínimo a las 8, radiadores encendidos al volver a casa, aires acondicionados por debajo de los 24 grados. Esa coincidencia masiva genera lo que los expertos llaman “picos térmicos”: momentos en los que la demanda supera la capacidad de las fuentes verdes, y entran en acción las calderas fósiles.

Durante el resto del día, sin embargo, el sistema de calefacción o refrigeración tiene energía limpia de sobra. Solo falta usarla de manera más inteligente.

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El método danés para reducir el consumo energético: investigadores probaron cómo funcionaría el sistema de precios dinámicos para calefacción.

El método danés para reducir el consumo energético: investigadores probaron cómo funcionaría el sistema de precios dinámicos para calefacción.

La idea: precios dinámicos para el calor

El concepto que Mokhtari y su equipo proponen es tan simple como potente: aplicar precios dinámicos al calor, del mismo modo que ya ocurre con la electricidad en muchos países.

Si la energía es más cara cuando hay menos calor verde disponible, las personas tendrán un incentivo para cambiar ciertos hábitos: ducharse más tarde, apagar radiadores antes de dormir o calentar los ambientes gradualmente.

El principio es el mismo que ya funciona en Dinamarca, donde más del 70% de los hogares revisa los precios de electricidad cada día para elegir cuándo lavar la ropa o cargar el auto eléctrico. Ese cambio colectivo redujo en un 10% los picos eléctricos entre 2020 y 2023, y desplazó parte del consumo nocturno.

Un experimento prometedor

En una simulación realizada en la ciudad danesa de Sønderborg, los investigadores probaron cómo funcionaría el sistema de precios dinámicos para calefacción.

El resultado fue sorprendente: si los hogares ajustaran sus horarios de consumo, el uso pico de calor podría caer un 84%, y las facturas se reducirían en casi un 50%.

Aún no hay proyectos reales en marcha, pero los ensayos virtuales muestran que el impacto podría ser enorme si los incentivos son claros y las personas perciben los beneficios.

Tres hábitos simples para cuidar el agua y la energía

  • Reducí un grado la temperatura: Pasar de 21 °C a 20 °C no cambia el confort, pero reduce las emisiones y la factura.

  • No dejes correr el agua: En cinco minutos de ducha se pueden gastar hasta 60 litros. Si esperás que se caliente, recogé el agua inicial en un balde y usala para regar.

  • Evitá los horarios pico: Bañarte más tarde -o antes- puede marcar la diferencia. Además, suele haber más presión y mejor temperatura.

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Duchas inteligentes: no se trata de ducharse con agua fría o vivir con el termostato al mínimo, sino de usar con inteligencia recursos que valen oro (agua y energía). 

Duchas inteligentes: no se trata de ducharse con agua fría o vivir con el termostato al mínimo, sino de usar con inteligencia recursos que valen oro (agua y energía).

Cada gota cuenta

“Si nadie sabe que puede ahorrar CO cambiando la hora de su ducha, nadie lo hará”, señala Mokhtari. La clave está en la información: cuando los beneficios económicos y ambientales son visibles, la gente se suma.

No se trata de ducharse con agua fría o vivir con el termostato al mínimo, sino de usar con inteligencia un recurso que vale oro. Cada pequeño cambio -cerrar la canilla mientras te enjabonás, reducir un minuto de ducha o esperar media hora para bañarte- suma en la cuenta colectiva.

Y aunque el ahorro de una persona parezca poco, millones de duchas inteligentes pueden marcar la diferencia: menos emisiones, menos gasto, y un planeta un poco más fresco.

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