Michael Lonsdale no necesitaba poner cara de malo para hacer de malo, como lo fue en “Moonraker”. Ni de santo para representar a uno de los mártires en “De hombres y de dioses”, película por la que ganó su demorado César. Ni dar voces de mando para representar al detective de “El día del chacal” (la versión buena, la de 1973) y a tantos jueces, comisarios y ministros que le tocó interpretar en casi 60 años de carrera. Le bastaba solo con su mirada levemente triste y comprensiva, la voz clara, de matices bien definidos, y el porte. En teatro encabezó y dirigió obras que hicieron época. En cine y televisión fue casi siempre actor de reparto, pero inolvidable. A señalar, entre más de 200, sus apariciones en “El proceso”, “Los asesinos del orden en Orleans”, “El fantasma de la libertad”, “Sección especial”, “La inglesa romántica”, “Mr. Klein”, “La novia vestía de negro”, “El nombre de la rosa”, “Munich”, y especialmente “La villa de cartón”, de Ermanno Olmi, donde encarnaba al cura que escondía a los inmigrantes en su iglesia. Católico desde los 22 años, ayer recibió la muerte con toda tranquilidad, dijo su esposa a modo de despedida. Tenía 89 años, había nacido en París en 1931, pasó la guerra en Marruecos junto a sus padres, ambos británicos, se dedicó a la pintura y se hizo actor recién a los 24 años. De aquella estadía en Marruecos contaba, divertido, que había visto “Casablanca” en Casablanca, y nadie se la podía tomar en serio. “Más bien parecía una ciudad egipcia fantaseada en Hollywood”.
22 de septiembre 2020 - 00:00
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Paraná Sendrós
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