18 de febrero 2024 - 16:58

Berlinale 2024: entre la IA y el debate sobre la subvención estatal al cine

Se inició la 74° edición del Festival de Berlín: además del interés de los films vistos, OpenAI presentó un nuevo programa para generar imágenes, Sora. Esta es la primera edición sin presencia del INCAA

Frente del Kinopalast en Potsdamer Platz, Berlín, sala principal del Festival

Frente del Kinopalast en Potsdamer Platz, Berlín, sala principal del Festival

Del 15 al 25 de febrero, la ciudad de Berlín celebra la 74° edición de su festival de cine. Iniciado en 1951, en plena Guerra Fría, con entusiasta apoyo de Hollywood a una ciudad destruida por la Segunda Guerra, el festival fue evolucionando en formato, ubicación y época del año, pero siempre conserva dos aspectos fundamentales: ser un foro para films comprometidos con la historia, la política y el Zeitgeist [espíritu del tiempo], y canalizar el impulso cinéfilo de una metrópolis legendaria en la historia del cine.

La Competencia por los Osos de oro y plata presenta veinte películas, varias de las cuales estos primeros días han provocado mucho interés de crítica y público. El programa de secciones establecidas como el Foro y Panorama resulta siempre atractivo, porque ofrece documentales, cinematografías nacionales, trabajos de autor y obras experimentales.

Las secciones más nuevas, como Berlinale Special y Encuentros, siguen buscando un perfil propio, conectado con la historia del cine y adaptaciones literarias, clásicas y modernas. Por ejemplo, el documental “Made in England” sobre la colaboración entre el realizador británico Michael Powell y su productor, de origen húngaro, Emeric Pressburger, en la década del 40 y 50. Y también "Tú me abrasas", de nuestro compatriota Martías Piñeiro, que adapta en 60 minutos un capítulo de una obra de Cesare Pavese.

Este año no hay presencia del Instituto Nacional de Cinematografía (INCAA) en el European Film Market –el primero importante del año para la compra y venta de películas y series para el mercado internacional. Un grupo de directores ha programado un encuentro el martes 20, para conversar sobre la situación del cine nacional, cuyo apoyo estatal ha menguado y no tiene visas de mejorar. Será de hecho, una postura frente al nuevo gobierno y su plan de recortar el gasto público. Cuánto y cómo debe un país apoyar su cine es un viejo debate, no sólo en la Argentina, y que en nuestro país se resolvió de hecho con la creación del INCAA en 1968 para promover y subsidiar la producción nacional.

El mercado es también un foro para intercambiar ideas sobre el negocio del cine y analizar el impacto económico de los cambios producidos por las nuevas tecnologías. No sólo el efecto de nuevas formas de distribución y exhibición en plataformas, creadas por la revolución digital, o el uso de programas sofisticados en efectos visuales, sino también las consecuencias –en gran parte más adivinadas que comprobadas– de la inteligencia Artificial. Uno de los paneles presentó la perspectiva de la industria norteamericana, y examinó el uso de un nuevo programa para generar imágenes para cine y televisión, que va más allá de tecnología ya integrada como la “video wall” o la fabricación de voces humanas.

La compañía OpenAI acaba de anunciar el programa Sora –similar al del ChatGPT, de su autoría, que tanto furor causó hace un año. Sora –todavía en fase de desarrollo- es capaz de generar un video con múltiples personajes en situaciones varias, a partir de una consigna escrita. Así como a ChatGPT se le puede pedir que escriba un informe sobre cualquier tema, Sora puede “generar”, usando un vasto archivo audiovisual, una “acción” sobre algo concreto. En el ejemplo presentado, una manada de mamuts corre desaforada por una tundra prehistórica. Como con cualquier tecnología nueva – la máquina a vapor que desencadenó la Revolución Industrial - hay un proceso de estudio y adaptación, coincidieron los panelistas.

En Hollywood hoy, comentaron, hay sentimientos encontrados por el desplazamiento que ya implica de gente especializada en miniaturas y “props”, o también de dibujantes, actores y guionistas. No dejaron de advertir – concluyó el panel – que se podrá generar una acción fotorrealista por computadora, pero alguien tiene que inventar una historia, y que las mejores no salen de máquinas por más sofisticadas que sean.

Competencia

Las películas vistas en los primeros días de la Competencia demostraron la versatilidad de directores, guionistas y actores para abordar la experiencia humana desde géneros y premisas diversos. Ingenioso y sofisticado resultó un film de ciencia ficción - sátira amable y homenaje cinéfilo a "Star Wars" y "2001: Odisea del espacio": "L’Empire", de Bruno Dumont. Es un triunfo de imaginación disparatada: rodada en parte en Boulogne-sur-Mer (de memoria sanmartiniana), los personajes parecen salidos de una película de Jacques Tati; pero lo que vemos son naves espaciales de los buenos y los males en forma de la Sainte-Chapelle y el palacio de Versalles – elegantemente digitalizados navegando por galaxias y aterrizando en la playa.

Hay “light sabers” pero también caballos percherones como medio de transporte. La música épica de John Williams se reemplaza con un Bach disfrazado de rock, y la historia es la de un niño dios encarnado en un mortal, y al que las fuerzas del bien buscan rescatar. Son los franceses mirando a Hollywood con afecto y un cierto aire intelectual, y si el espectador acepta la premisa, la diversión está garantizada. Los efectos especiales son de primer orden y la audacia de usar hitos arquitectónicos y musicales, desarticulando las convenciones del cine de aventuras y celebrar la cultura popular norteamericana, fueron para más de un periodista en la función de prensa, una bocanada de aire fresco.

La conmovedora comedia costumbrista iraní, "My Favorite Cake", financiada en Europa, le trajo problemas de censura a sus directores Maryam Boghadam y Behtash Sanaeeha, que no pudieron salir de Irán. El casto romance de una viuda de clase media y un militar jubilado, rodado durante tres años, no circulará en Irán. No sorprende que los mullahs la emprendan contra quienes ofrezcan actos de resistencia.

El excelente drama histórico alemán "From Hilde, With Love", escrita y dirigida por el veterano Andreas Dresen, basada en un hecho real, sobre una joven madre, ejecutada por los nazis, por participar en una red informal de espías para la Unión Soviética, provocó reacciones encontradas entre los críticos. Para algunos, el prescindir de clichés históricos y centrarse en gente ordinaria que funciona con decencia y coraje, exculpa a los militares, colaboradores y simpatizantes nazis. Para otros, el énfasis en la gente común es un respiro de películas que construyen sobre estereotipos del Tercer Reich, como la reciente "The Zone of Interest", "El hijo de Saúl", o "La lista de Schindler", que parten de una narrativa ya establecida para explorar otras cosas.

Un comentario final sobre el también excelente segundo largometraje alemán visto hasta ahora, "Sterben" (Morir) una mirada autobiográfica a la familia de su director y guionista Matthias Glasner. Con cariño y paciencia, durante tres horas, y sin una pizca de melodrama, vemos desde múltiples perspectivas la relación de una madre con sus dos hijos. No es un ajuste de cuentas entre los miembros de una familia disfuncional sino explorar los caminos que llevaron a los tres personajes a ser lo que son.

Lo que une a la hermana y su hermano, un director de orquesta, es su vocación por la música. El título "Morir" lo da una pieza musical, compuesta para la película y escuchada en varias versiones, la última de la cual cierra la historia. Si Flaubert fuera nuestro contemporáneo, armaría la trama como Glasner, mostrando desde lo personal, como sin querer, una historia de alcance universal.

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