30 de enero 2007 - 00:00
Ratificó liderazgo Bienal de La Habana
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Obra de Laura
Messing, quien
junto con Dolores
Cáceres
representaron a
la Argentina en la
IX Bienal de La
Habana, que en
esta edición se
reafirmó como
uno de los
acontecimientos
artísticos más
importantes del
Hemisferio Sur.
Así, entre otras ponencias, la del ecuatoriano Rodolfo Kromfle analizó el arte de Guayaquil y comentó los procesos de regeneración urbana. En su reflexión sobre Santiago de Chile, Carlos Ossa cuestionó la modernización como proceso de anulación de la memoria. Tereza de Arruda consideró la ciudad como espacio de representación y se refirió a un grupo de artistas de Brasilia. La ponencia de Mary Jane Carrol, de Canadá, analizó los procesos migratorios entre ciudades del primer mundo y periféricas, y las respectivas interferencias en la esfera del arte. El tema Dinámicas de la cultura urbana se prestaba especialmente a intervenciones en el espacio urbano, a performances callejeras e instalaciones de gran formato en distintos lugares de la ciudad, que tiene muchas áreas de interés, como el centro histórico, el Vedado, el Nuevo Vedado, Miramar.
Las obras fueron expuestas en diversos espacios del centro de la ciudad, en la Fortaleza San Carlos de La Cabaña, el Pabellón Cuba y el Centro Wifredo Lam, entre otros. La mayor parte se exhibió en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, construida en 1763 como el mayor enclave militar español en América, que hoy alberga un museo, y el resto de sus espacios funcionan como recinto ferial. Uno de los tópicos fue el paisaje urbano como en Dionne Simpson ( Jamaica), Oscar Bonilla (Uruguay), Raquel Schwartz (Bolivia) y Pedro Abascal (Cuba), entre otros. Algunas propuestas se centraron en los conflictos sociales y ambientales, como los videos de Cinthia Marcelle y Eduardo Srur (Brasil), que cuestionaron la realidad de las ciudades sudamericanas. Entre los proyectos in situ ubicados en la Habana Vieja, estuvo el del catalán Antoni Miralda: Sabores y Lenguas, presentada en el Salón Blanco. Una macro instalación que apeló al carácter de la cultura culinaria y logró una fuerte participación del público.
En la participación argentina, se expusieron, entre otras, obras de la cordobesa conceptual Dolores Cáceres y de Laura Messing ,que reflexionasobre la «personalización» de la geografíacotidiana, a través de su doble condición: arquitecta y artista. Sus obras generan un ida y vuelta sin fin de la relación con el espacio público que ella sabe materializar. Representa a través de imágenes agudas la interdependencia entre la edificación, la demolición y el inevitable paso de la degradación. Vincula este proceso con la permanente alternancia entre orden y caos, que se despliegan en otras situaciones, como las de edificio-baldío-edificio; mercancía-despojo-mercancía.
La importancia de la Bienal de La Habana sigue vigente y de ello es testimonio la publicación que le ha dedicado la revista de artes visuales sueca «Heterogénesis», que dirige en Lundt Ximena Narea, curadora y crítica de arte chilena radicada hace muchos años en esa ciudad. Rubén del Valle Lantarón, actual director de la Bienal sostiene que la Bienal debe repensar su estrategia organizativa y curatorial. Considera que ante el nuevo panorama mundial y, dado el creciente número de bienales, trienales y simposios internacionales, la Bienal debe replantear su discurso para mantener su identidad como un espacio alternativo que no repita los esquemas de los grandes circuitos.
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