La galería Ruth Benzacar presenta en estos días “Fragilidad”, una exhibición de Marí Orensaz (1936), artista marplatense que reside en Francia. La galería celebró el mes pasado sus 60 años de trayectoria dedicados a posicionar el arte contemporáneo y, entre sus logros, figuran los firmes vínculos que durante décadas mantuvo con los artistas de su staff radicados en el extranjero. Orensanz presentó en 1986 su primera muestra en Ruth Benzacar y, desde entonces, las palabras y frases lapidarias, tejen la trama del pensamiento que sostiene la obra.
Ruth Benzacar celebra a Marí Orensaz en notable exposición
"Fragilidad" reúne obras de la artista marplatense residente en Francia, cuyos trabajos se basan en palabras y frases lapidarias que tejen la trama de su pensamiento
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"La incertidumbre", de Marí Orensaz, que se expone en la galería Ruth Benzacar
En el centro de la sala se yergue una escultura de acero cuyas formas cúbicas superpuestas ostentan las letras cuyo diseño recortado y calado configura la palabra fragilidad. Orensanz aspira a la comunicación, a rescatar la capacidad de narrar que posee el arte, para expresar los valores que ella encuentra entre las cuestiones que nos han sido dadas y las más nobles aspiraciones humanas que desea exaltar. Así se establece que la máxima condición de su quehacer artístico reside en la acción de crear y, de este modo, a partir de sus ideas, movilizar sentimientos y estimular reflexiones.
¿Qué significa el término fragilidad para la artista? ¿qué representa? “Una palabra… una sensación… un momento… algo que vivimos… un tiempo… a dónde vamos… cómo nos protegemos… tener conciencia de nuestra fragilidad… reflexionar… pensar… y sentir…” La respuesta, fechada entre 2024 y 2025, está presente en un muro de la sala y trae al presente el recuerdo de la frase que también en metal calado expuso por primera vez en Italia en 1974: “Pensar es un hecho revolucionario…”. Con la contundencia de un axioma, estas palabras significaron un salto en su carrera internacional. Y hoy se encuentran en el Parque de la Memoria.
Los puntos suspensivos utilizados como signos de interrogación potencian las dudas del espectador, actitud tan apreciada en la reflexión filosófica. A partir de la contemplación de estas obras se despierta la memoria y las asociaciones fluyen sin obstáculos.
“¿Qué es lo permanente? ¿Qué dejamos al pasar por esta vida?” agrega la artista. La galerista Orly Benzacar lee unas palabras que describen la exhibición: “A través de un conjunto de piezas sensibles y profundamente poéticas, Orensanz no busca responder estas preguntas de manera definitiva, sino abrirlas, habitarlas, dejarlas vibrar en el tiempo y en el espacio de la muestra. La fragilidad se revela aquí no como debilidad, sino como una forma de sabiduría: un principio vital, una filosofía silenciosa que nos conecta con lo esencial”. Y realmente, las esculturas tienen en ciertos aspectos, cualidades similares a las de un diapasón, ese dispositivo que permite afinar los instrumentos -en este caso, las ideas-. No obstante, consultada Orensanz sobre sus conocimientos filosóficos, niega rotundamente esta influencia. Aclara entonces que sus obras provienen de las sensaciones que le procura la vida misma. Para confirmar esta respuesta la acompaña una de sus hijas, Mercedes, guitarrista y música de profesión. Sus hijas, son tres y todas artistas, viven en París. Allá la esperan la cineasta y la actriz de teatro. Su padre era feminista.
Acaso como metáfora de los numerosos viajes familiares, sobre un puente curvo aparece la palabra “atravesar”. Luego está “la… incertidumbre…” y “la fuerza del espíritu…” Los títulos de las obras, sus nombres, expresan su propio sentido, ayudan a discernir su significado.
Umberto Eco encontró en el verso de un monje benedictino “stat rosa prístina nomine, nomina nuda tenemos” (“de la rosa solo queda el nombre, solo tenemos los nombres desnudos”, la inspiración para titular su novela “El nombre de la rosa”. Y como bien se sabe: Eco admiraba a Borges, fuente de inspiración de la novela. Como observó el propio Eco, «De contemptu mundo» de Bernardo do Morliacense, un benedictino del siglo XII, también procede la inspiración del poema “El Golem” de Jorge Luis Borges.
“Si (como afirma el griego en el Cratilo)/ el nombre es arquetipo de la cosa/ en las letras de 'rosa' está la rosa/ y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'”. El griego es Platón y, los versos de Borges, señalan que, en los diálogos del "Cratilo”, “hecho de consonantes y vocales/ habrá un terrible Nombre, que la esencia/ cifre de Dios y que la Omnipotencia/ guarde en letras y sílabas cabales”.
A la expresividad de los nombres, la artista que ganó fama hace décadas con sus textos y dibujos realizados sobre mármol de Carrara con el aspecto de una ruina, suma símbolos como el ojo de la cerradura, el compás o la campana.
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