El expresidente uruguayo, José "Pepe" Mujica, falleció el pasado martes a sus 89 años de edad. Durante 22 años - entre los cuáles estuvieron su presidencia de 2010 a 2015 - el político estuvo siempre acompañado por un integrante particular de su familia: su perra de tres patas, Manuela.
La emocionante historia de Pepe Mujica y su perra Manuela
La perra llegó a vivir 22 años. El expresidente uruguayo pidió que sus cenizas se esparzan en la chacra donde está enterrada su mascota.
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Mujica y Manuela: una historia de amor y lealtad que duró 22 años.
En detalle, la perra llegó a la vida de Mujica en 1997, luego de que la mascota de la hermana de su esposa Lucía Topolansky tuviera crías. El mandatario uruguayo pidió que, a su muerte, sus cenizas sean esparcidas en su chacra, en donde también descansan los restos de Manuela.
La historia entre Pepe Mujica y su perra Manuela
Manuela, la emblemática perra del expresidente uruguayo José Mujica y su esposa, Lucía Topolansky, nació en Paysandú y fue hija de Dunga, la perra de la hermana de Topolansky. Su nombre fue idea de una vecina de Mujica, quien la bautizó en honor a la famosa tortuga Manuelita.
A pesar de su origen mestizo, Manuela tenía algunas características de la raza Foster, como explicó el propio Mujica en una entrevista durante su mandato presidencial: “Ella es medio marca perro, pero tiene algunas características de Foster”.
Manuela no fue la primera mascota del matrimonio pero si su vínculo más fiel y duradero: la perrita estuvo con ellos durante 22 años. Antes, la pareja de políticos habían compartido su hogar con una perra ovejera alemán y, aunque al principio les costó llevarse bien, ambas mascotas lograron construir un lazo cercano, e incluso "salían a cazar juntas", según recordó Mujica.
La presencia de Manuela, y su vínculo con el expresidente uruguayo, creció más todavía luego de la trágica muerte de la ovejera, que fue envenenada. Así, la perrita quedó como la “reina de la casa” con nuevos privilegios tales como ingresar al interior de la vivienda e incluso dormir junto a la cama de Mujica y Topolansky.
Manuela tenía una particularidad que hacía de su vínculo con Mujica algo todavía más enternecedor. Es que, hace aproximadamente 20 años, la perra sufrió un trágico accidente que le costó una de sus patas.
El incidente ocurrió mientras Mujica realizaba tareas rurales al volante de un tractor. La perra fue sorprendida y perseguida por otros perros, y en su desesperada huida, corrió directamente hacia el vehículo. Aunque Mujica intentó frenar, no logró evitar el impacto, lo que provocó la perdida de la pata.
El vínculo entre Manuela y Mujica era inquebrantable. En este sentido, Topolansky recordó especialmente un episodio en 2005, cuando Mujica fue hospitalizado durante un mes. Cada día, al regresar a casa tras acompañar a su esposo, Manuela esperaba junto al auto, ansiosa por ver a su dueño: “¿Qué esperaba? Que se bajara Pepe. Y estaba toda contenta y después… las orejitas pa’ abajo”, describió. Y cuando finalmente Mujica regresó, “parecía que se le iba a salir la cola de la alegría”, evocó la ex primera dama.
El pedido póstumo de Pepe Mujica
Tras enfermar de cáncer, el exmandatario uruguayo asumió la posibilidad de su muerte desde el día uno y, en entrevistas, pudo expresar su deseo final: que sus cenizas sean esparcidas por su chacra en Rincón del Cerro.
“Este cacho que estamos arriba del planeta es el paraíso y el infierno, todo junto. Venimos de la nada y vamos a la nada. Que la vida es la aventura de las moléculas, en todas sus formas”, aseguró Mujica aunque también expresó su deseo de que exista "un más allá".
“Mi futuro destino está abajo de ese escollo, donde está enterrada Manuela. Cuando me muera, me van a quemar y me van a enterrar ahí”, escribió sobre su partida y un posible reencuentro con su perrita de tres patas.
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