“Esta obra es un clásico del teatro nacional y por eso hay que hacerla”, dice Luis Brandoni, quien dirige “ Made in Lanús”, a casi cuarenta años de su estreno. Con actuaciones de Alberto Ajaka, Malena Solda, Cecilia Dopazo y Estaban Meloni, la obra de Nelly Fernández Tiscornia regresa el 4 de enero al Multitabarís.
“‘Made in Lanús’ tiene la dimensión de un clásico de nuestra escena”
Diálogo con Luis Brandoni, que la estrenó como uno de sus actores en 1986 y ahora la dirigirá en su retorno a la sala del Multitabarís.
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Brandoni la hizo en teatro y en cine, rebautiazada para el mundo como “Made in Argentina”, con dirección de Juan José Jusid. Dialogamos con Brandoni.
Periodista: En el mismo teatro donde hizo Teatro Abierto estrena como director “Made in Lanús”. ¿La hacen igual o hay licencias para actualizarla?
Luis Brandoni: Recuerdo que por las entradas baratas sin numerar la gente hacía cola hasta Esmeralda y los comerciantes estaban cabreros porque la fila les tapaba la vidriera. Esta obra que estrenamos advierte en su programa de mano que transcurre en Lanús, en el otoño de 1984, porque así debe ser. Los personajes que vienen del exterior al casamiento de la ahijada de uno se reencuentran posdictadura. Las razones por las que se tuvieron que exiliar, sobre todo Osvaldo, fueron políticas, ese era mi personaje cuando la estrenamos en 1986. Por el éxito de la obra se hizo la película en 1987 y fue la primera vez en la historia que convivieron obra y película, no hay otro caso igual, fue un éxito extraordinario. Debutamos el 1 de enero y el 4 ya arreglamos con Rottemberg la temporada del año siguiente, época de oro.
P.: ¿Cómo fue el salto del escenario a la pantalla grande?
L.B.: Nosotros hicimos la película con adaptación de la autora, Nelly Fernández Tiscornia, con nuevos personajes en el cine que no aparecían en la obra de teatro, que tuvo su origen en un programa de ATC, “Situación limite”, escrito por ella. Eran capítulos semanales y Alejandro Doria le sugirió que de ese episodio hiciera una obra de teatro. Jusid vio la cuarta función en Mar del Plata, me citó, porque yo viajaba los lunes a Buenos Aires cuando era asesor cultural de Alfonsín, y de martes a domingos hacía funciones dobles. Tenia juventud para hacer eso. Así que Jusid, a quien conocía de “Tute cabrero”, me dijo que quería hacer la película. Llevé al elenco esta propuesta y me dijeron que de ninguna manera, que teníamos que explotar primero la obra de teatro. Llegamos a un acuerdo y se estrenó dos años después pero igual seguía en cartel.
P.: ¿Qué rasgo particular marcaría de esta obra?
L.B.: Hice mucho teatro argentino, todo de autores nacionales, y esta es una obra de arte. A diferencia de muchas otras posdictadura que se remitieron al pasado reciente, esta hace una obra donde el presente está, con todos los daños, las frustraciones y el regreso de un exiliado por amenazas, con la ilusión de volver a su patria, a diferencia de su esposa.
P.: ¿Cuál es su vigencia?
L.B.: Desgraciadamente nada cambió. Pasaron 37 años de su estreno y es dramático que sigamos igual. Puedo hacer la dirección de la obra porque la conozco mucho, llegamos a hacer más de 800 funciones, también en España. Y habla de la Argentina de ese momento con esperanzas pero en cada función se me caen las lágrimas porque no se puede no llorar. Difícilmente en la cartelera de Buenos Aires haya una obra de esta envergadura. Tiene una actualidad enorme; no es lo mismo pero hay problemas que se reiteraron a través del tiempo y eso es lo grave. La película empieza y el auto no funciona, y termina y el auto sigue sin funcionar, hay una cosa que nadie escucha, la letra de la canción de Eladia Blázquez cuando empujan el auto. Toda una metáfora.
P.: Lo acerca además la historia de la obra por su propia historia.
L.B.: Yo me tuve que exiliar en el ´74. El exilio es un estado de ánimo difícil de explicar. Aguanté diez meses y fui el primero en volver cuando me eligieron secretario general, yo era un fantasma. Me votaron, lo cual me sirvió para hacerme cargo de la Asociación Argentina de Actores, durante la dictadura, había que aguantar el sindicato mal visto porque tenía gran presencia y era verdaderamente diverso, con todas las ideologías.
P.: ¿Cómo ve la cultura que viene?
L.B.: No creo que el INCAA vaya a desaparecer, no puede desaparecer; seguirán estando los teatros de la Ciudad de Buenos Aires, que son muy importantes a nivel mundial. En el 74, en el exilio recuerdo que en el New York Times salió un suplemento de teatro y pusieron a Buenos Aires como tercera capital teatral del mundo, y así sigue siendo, hay que cuidarla, y eso no va a cambiar. El teatro hizo tanto por la cultura, como el sainete, que transcurría en los conventillos, que integró a inmigrantes que allí encontraban historias que los identificaban. Siempre en la sala encontraban a un “paisano”.
P.: ¿Cómo se lleva con las plataformas?
L.B.: No me llevo bien, salvo la serie que me tocó hacer con gran éxito en América Latina y tantos países, “Nada”, con Robert De Niro. Tuve la suerte de verla en San Sebastián, con público, y ser testigo de las reacciones, porque si no uno no ve qué ocurre.
P.: ¿La ficción en TV abierta es una causa perdida?
L.B.: En la TV se veía de todo, shows musicales en todos los canales, orquestas, programas cómicos, series, programas dramáticos, programas culturales, todos los canales tenían teatro, Alta comedia, Teatro como en el teatro, el Teatro Universal de Canal 7, Narciso Ibáñez Menta, etcétera. Hay muchos actores que jamás han hecho teatro en televisión.
P.: Los productores dicen que no es redituable.
L.B.: Faltó criterio comercial y empresarial porque prefieren vender los libretos, ninguna TV del mundo vende el guión de los programas exitosos sino que venden el programa entero con sus actores, paisajes, nosotros no. Ahora los canales de TV son un poco menos que noticias policiales, un choque lleva una hora de cobertura, y no lo puedo creer porque la TV hizo mucho por la cultura. Canal 7, cuando Francisco Petrone era director, tenía un programa que era de música sinfónica y lo auspiciaba Gas del Estado. Antes en los canales había un asesor literario, hoy no hay conocimiento, no leen un libro. Se señalaba además si había alguna gota de ideología porque había censura. Hoy no hay nadie, recuerdo “Los simuladores”, que no lo aceptaban en ningún lugar porque creían que era muy difícil para el público, que aunque a los directivos les gustaba a la audiencia no le iba a interesar. Se subestima a la audiencia.
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